No pudo ser más oportuno Pepe Guns al sugerirme este debate. Acababa yo de escuchar por la radio una nueva canción de Velvet Revolver, una de las que formará parte del segundo disco de la banda de Scott Weiland y los ex Guns N Roses Slash, Duff McKagan y Matt Sorum, que saldrá a la venta este verano. Vaya, a ver que nos proponen éstos, me dije. Unos minutos después me encontraba hablando con Mr. Guns sobre la repetición de argumentos, el piñón fijo, el ‘más de lo mismo’ y el ‘nada nuevo bajo el sol’, ‘lo de siempre’.
¿Es eso bueno?, ¿es malo?, ¿los atacamos por dar la espalda a la novedad o los defendemos por ser rigurosamente fieles a su marca de la casa?, o, ¿los criticamos por ofrecer un nuevo perfil (que al mismo tiempo sea acorde con su sello) o los aplaudimos por no estancarse musicalmente en la repetición de esquemas? A la espera de conocer el contenido completo del nuevo disco de los Velvet (el primero mira que era aburrido), auguro de momento otro fiasco, más aroma Stone Temple Pilots, más riffs y solos de Slash en el mismo momento de cada tema.
Estas cuestiones ahora planteadas se pueden aplicar a otros autores y grupos. Pongamos ejemplos: unos insisten o han insistido y apenas se perciben las ligeras (si es que las hay) evoluciones en su carrera, como AC/DC o Ramones (sí, muy clásico), el Gary Moore bluesero o casi todo Joaquín Sabina, por no mencionar a El último de la fila; otras artistas se han hartado un poco de repetir
patrones en algunos periodos de su largo camino, como el Eric Clapton de los ochenta o el Van Morrison de comienzos de siglo XXI, los Aerosmith de los setenta o los Bon Jovi de los últimos cinco discos. Casos hay muchos, hasta de buenas bandas en las que resulta difícil diferenciar un álbum de otro u otros correlativos: Allman Brothers, BellRays, Audioslave, Diamond Dogs, Cowboy Junkies, Mark Knopfler, Elton John, Richard Ashcroft, Tom Petty… sin olvidar que géneros más concretos pero de gamas variables como el jazz, el rockabilly, el country o el blues tienen exponentes con tendencia a la inalterabilidad.
Lo que experimenté hace poco con lo nuevo de Velvet Revolver es lo que menos me gusta, que no sea nada nuevo. Entiendo que en las largas carreras haya tendencia a la repetición en algún momento, pero apreciaré siempre más a quien consigue añadir a su modelo básico pinceladas antes ignoradas, matices musicales distintos o ligeras gotas de originalidad sin renunciar nunca a la esencia.
PD: Dover eran antes infumables, ahora son aborrecibles.