sábado, enero 28, 2017

VOLUME ONE 427: PRISONER (RYAN ADAMS)

En la vorágine compositiva en que se mueve Ryan Adams no ha de sorprender que de forma espontánea, como si fuera un accidente, caiga en la irregularidad. Es de lamentar que baje, aunque sea un poco, después de haber subido a gran altura. No sé muy bien aún si también debo lamentar que me desconcierte. El de ahora, el que acaba de terminar Prisoner (Blue Note, 2017) me recuerda muy poco a quien firmó los estupendos Heartbreaker y Gold; tampoco lo veo en los surcos de Cold roses o Easy tiger; es más bien el mismo que fabrica el magnífico álbum Ryan Adams y el curioso 1989 para reencarnarse a su estilo en Taylor Swift. Debería aplaudir la prolongación de esta fórmula, pero no.

Primero, porque en su nuevo trabajo parece haber rescatado las peores canciones grabadas en las sesiones de Ryan Adams, los descartes. Segundo, porque en su tributo sonoro a los años ochenta (guitarras frágiles, ambientes resonantes, producción artificial) se advierte más plástico y resplandor que frescura y mesura. Hay fragmentos salvables (Outbound train, Shiver and shake o ese To be with you que parece versionar el I'm on fire de Springsteen), insuficientes para la celebración.

Nota: 6/10

miércoles, enero 25, 2017

SOUNDTRACK 195: AUSTIN TO BOSTON

Communion es el nombre (perfecto) escogido por un grupo de músicos británicos y estadounidenses para compartir durante dos semanas, en el invierno de 2014, la experiencia de interpretar música en vivo en una gira de carretera desde Austin hasta Boston. Se montaron unas 20 personas en cinco furgonetas Volkswagen para recorrer 3.000 millas y ofrecer una decena de íntimos, intensos y generosos conciertos. En un documental de 70 minutos, Austin to Boston, recogieron aquella vivencia inolvidable, aquella hermosa comunión de creación, libertad, amistad y música. Con Ben Howard, The Staves, Bear's Den y Nathaniel Rateliff como protagonistas.

James Marcus Haney dirige el film desde muy cerca: en el interior de las furgonetas, junto al sudor de los músicos en el escenario, en sus pausas y reflexiones, en sus recuerdos al borde de las carreteras o con la vista puesta en un grupo de aves que emprenden el vuelo, en los momentos de alegría junto al fuego en una noche de invierno y sobre las melodías de las canciones que salen de sus entrañas. Es emocionante, un tanto idílica, la aventura, un paréntesis en mitad de la vida para abrazarse al embrujo de la música y desentrañar los misterios que nos definen.

domingo, enero 22, 2017

VOLUME ONE 426: DRAGONFLY (KASEY CHAMBERS)

Otra perla del año naciente. A Kasey Chambers la conozco desde hace un tiempo, es de esas autoras discretas y silenciosas aunque bastante activas que sin entusiasmarte te gustan más de lo que crees que pueden gustarte. Australiana con el rock, el folk y el country como gasolina, así a grandes rasgos. Son buenos discos Barricades & brickwalls (2001) y Bittersweet (2015). Va por el undécimo álbum de estudio con Dragonfly (2017), con el que se ha pasado un poco de minutaje (hora y veinte para un álbum doble). Pero quieto, no es motivo de queja: ninguna canción de las veinte que ha grabado patina y el conjunto no se resiente (al contrario que la más laureada Lucinda Williams con el penoso espíritu de la autopista 20 del año pasado). Los primeros once temas trabajados junto a Paul Kelly, los nueve siguientes con su hermano Nash Chambers. Kasey se inclina esta vez al folk que regresa a sus esencias primitivas y salpica su obra de poderosos aullidos rockeros que te hacen levantar del asiento o tener ganas de abrazarla.

Nota: 7,5/10

SOUNDTRACK 194: DE PASIÓN, MÚSICA, CINE Y LA LA LAND

Desborda pasión porque está creada con pasión. Por el cine y la música, el jazz, no tan eternos como deseamos. Se enamora uno de los personajes porque la película está enamorada de ellos: un hombre y una mujer que una vez fuimos, en busca de un sueño que se perdió en el camino o se cumplió a medias o lo tenemos pendiente o para el que hemos nacido. La La Land, con la entrega que le damos a su belleza y el perdón que otorgamos a sus defectos, es bonita (sus canciones, su estética, su ilusión), es buena (sus actores, su ritmo), es hábil (su guión, su montaje) y es inteligente (su facilidad para meternos en su montaña rusa, en su propia vida). Pero… yo no me contagio de su pasión, la barriga no me hace cosquillas ni el corazón se me sale del pecho. O es que ya nada es lo que era.

jueves, enero 19, 2017

BONUS TRACK 171: LED ZEPPELIN (LED ZEPPELIN)

Otro ejercicio de retorno a los orígenes. Me pasa que me confundo al recordar a qué disco pertenecen las canciones de los buenísimos tres primeros discos de Led Zeppelin, y una del primero la ubico en el tercero y otra del segundo la sitúo en el primero y así. Quería seguir quitándome edad de encima y me escapé hasta enero de 1969, cuando aquella banda inglesa rompía altavoces y te dejaba noqueado con el arranque de su discografía. Yo los conocí más tarde, pero creo que en aquel momento, serían los primeros noventa, debí sentir la misma electricidad por mi cuerpo que si me la hubieran enchufado veintitantos años antes. I, o Led Zeppelin, el primero, el del zepelín granulado que arde, me parece aún y ahora un despegue demoledor. Los gritos de Plant y la tenebrosa sonoridad de temas como Your time is gonna come o Dazed and confused anticipan la pubertad del heavy. La contudencia de Bonham y las guitarras estranguladas de Page cuando el blues de You shook me o I can't quit you baby resbala por las cuerdas alcanza niveles estremecedores. Así se crea la música monumental.

martes, enero 17, 2017

BONUS TRACK 170: STRANGE DAYS (THE DOORS)

Oh, cuánto me gustaban The Doors. Y me gustan. La piel de su música incomparable parece conservar aún una capa que la protege del óxido de lo antiguo. Incluso con las imperfecciones que el paso de las escuchas revela, las canciones de The Doors gozan aún de una energía prodigiosa. Hoy me dio por regresar al 67, más bien al 90 o el 91, aquellos años de fiebre Doors y borrachera Morrison & Co., cuando pinchaba seguidos aquellos seis vinilos de Elektra que me había comprado en series de tres empaquetados. Las imágenes de Strange days me daban miedo: ese callejón sin salida donde un grupo de personajes salidos de una atracción de monstruos de feria (los enanos, el forzudo, el trompetista, el mimo y los contorsionistas) mendiga unas limosnas a una mujer cubierta por un colorido vestido hippie. Era octubre de 1967, el segundo álbum del grupo: algo más luminoso que el anterior, con píldoras de pop brumoso y enigmático, con Jim Morrison fantasmal y hechizante como siempre, rompedor en ese culmen extraordinario que es When the music's over. La música de los Doors nunca termina.

sábado, enero 14, 2017

SOUNDTRACK 193: ODIOSO


He aquí una película odiosa. El término en cursiva es un capricho. El calificativo no es el más adecuado, otros que expresan disgusto, antipatía o incluso repulsa son más merecidos, pero se utiliza aquí como licencia lingüística para acentuar el rechazo permanente que a este blog le provoca el cine de Quentin Tarantino, reforzado una vez más con su película Los odiosos ocho (The hateful eight). Un año después de su estreno y debido a una repentina e inexplicable elección para llenar las horas de una noche, el film pasa por la retina y el espectador lo sufre. Su lentitud desesperante, su palabrería, su truculencia textual y visual. Lo que más castiga es el mortificante aburrimiento. El amor y el odio son legítimos. No caben equilibrios con ciertos autores, como con (el odioso) Tarantino.

viernes, enero 13, 2017

VOLUME ONE 425: NO RAIN, NO ROSE (JOHN CRAIGIE)

Los refugios de la música libre dan cobijo a cientos de músicos que merecen ser más conocidos. Cada año navego por nuevos cauces en busca de los mejores exponentes y unas veces acierto y otras (para disgusto, demasiadas) siento que he malgastado el tiempo. Con John Craigie, el más reciente descubrimiento, me felicito por haber intuido que detrás de la imagen de su último trabajo, No rain, no rose (Zabriskie Point, 2017) se podía escuchar algo digno de aprecio. Y sí. Asentado en Portland, 36 años, más de un puñado de discos encima, compositor... vamos a decir que folk para entendernos. Recuerda a… cabrían unos cuantos referentes, entre los que escojo al Ryan Adams de Heartbreaker. Además lo escuchas y te das cuenta enseguida de que es un excelente vocalista y que compone sin caer en esquemas manidos ni modelos que pecan de pretensiones y acaban siendo víctimas de las monotonía. Fino, cercano y emocionante es el John Craigie de este disco. Bueno.

Nota: 7,5/10

miércoles, enero 11, 2017

GREATEST HITS 189: CORRE POR LA JUNGLA (BUNBURY)

A veces, no demasiadas, Bunbury me hace pensar en él como un artista brillante. Un ejemplo: este Corre por la jungla, versión traducida del fenomenal tema de la Creedence Clearwater Revival Run through the jungle, una de esas canciones que te azotan placenteramente cuando las descubres décadas atrás. La Creedence, una banda siempre reivindicable, es objeto de tributo en el disco Quiero Creedence, con 'covers' de músicos latinos. La aportación de Bunbury es magnífica, una versión fiel al espíritu primitivo de la canción con un acercamiento latino y actualizado que logra que salgan chispas hasta el último segundo.

domingo, enero 08, 2017

VOLUME ONE 424: STITCH OF THE WORLD (TIFT MERRITT)

Por encima de los nombres (de los nombres infalibles también) siempre está un grupo, un equipo. Todo ha de funcionar si detrás responde bien un conjunto. La música americana tiene unos cuantos currantes fantásticos que hacen que una obra digna pueda llegar a ser una obra magnífica. Son artesanos con envidiable curriculum que todo autor(a) desearía tener al lado una vez para dar mayor brillo y respetabilidad a su carrera. Tift Merritt ha contado con los guitarristas Marc Ribot y Eric Heywood, la bajista Jennifer Condos y el baterista y percusionista Jay Bellerose para su último álbum, Stitch of the world (Yep Roc, 2017). La guinda de la formación la pone Sam Beam (Iron and Wine) en voces de apoyo en la mitad de las canciones, las diez del disco hermosas. Traveling alone (2012), su anterior trabajo de impecable factura, tiene ahora sucesor a su altura, un disco de belleza cristalina (Dusty old man, My boat, Eastern light), disco de maestros.

Nota: 8/10

jueves, enero 05, 2017

NOSTALGIA DE LA AGUJA


Clic. Baja la aguja a cámara lenta, con delicadeza. El crujido fino. El silencio expectante. La descarga explosiva de la música en el oyente impresionable. Aquello era magia, sonase lo que sonase. Aquello.


Ahora más que nunca asumo con resignación la desazón de la caducidad. Sin agujas ni crujidos, con prisas y demasiado ruido, la música pierde la garra de su seducción. Y ya no es tan fácil impresionarse.


Una gritona exitosa y una perla tostada de R&B, el lejano gruñido de los descamisados de Seattle, un estilizado folk rock cantado en francés, las grabaciones perdidas de un Byrd de corta duración.


Primeros platos para el comienzo del año a la espera de redescubrir manjares o encontrar satisfacciones. O de que vuelvan a brotar con fuerza y fe las ganas. De escuchar y de escribir.