martes, mayo 15, 2007

BONUS TRACK 23: IN A SILENT WAY (MILES DAVIS)

De un modo silencioso continúa Miles surcando mis venas en los últimos tiempos. Con sólo dos escuchas bien recientes, su disco In a silent way (Columbia, 1969) me tiene absorto. Dejarse mecer por los tórridos sonidos que contienen los 38 minutos de su versión original es comparable a recibir una sesión de masaje por todo el cuerpo. No es suavidad todo lo que desprenden los poros de este álbum capital en la obra genérica de Miles Davis, es más bien una sensación de bienestar flotante a la que se le podrían encontrar añadidos lisérgicos. Un viaje, en uno y otro sentido.

In a silent way sucede a los novedosos Miles in the sky y Filles de Kilimanjaro del año anterior y precede al impulso experimental más drástico del autor, que ya tenía en el horno Bitches Brew (se acercará pronto a mis oídos). Su jazz se iba contagiando de rock y psicodelia, ingredientes de un cóctel explosivo cultural a finales de los sesenta. Así que para contribuir al progreso natural que la música desarrollaba en aquellos años, Miles Davis contrató a un septeto de músicos que no tardarían en consagrarse en los ámbitos del jazz, el rock y el funk: ahí están Joe Zawinul y Wayne Shorter (más tarde gérmenes de Weather Report) al órgano y con el saxo soprano; ahí se sientan ante el piano los jóvenes Chick Corea y Herbie Hancock; John McLaughlin agarra el mástil eléctrico poco antes de hacer de la fusión un juego con la Mahavishnu Orchestra; Dave Holland se bautiza al contrabajo; y Tony Williams chispea los platillos galopantes. Un mentor en el umbral de su fase eléctrica al frente de varios futuros maestros.

Sólo dos cortes componen este disco mágico. Sssh/Peaceful ya es una llamada al silencio pacífico. Desconectas para dejarte acunar por el goteo del órgano de Zawinul, la guitarra detallista de McLaughlin y, como no, la trompeta vagabunda de Miles. El segundo tema se divide en tres piezas cofirmadas por Zawinul, tres estados de calmosa excitación que flirtean como sin querer por los cauces del free jazz, el rock y el funk. Todo fluye libre y a la vez calculado en esta obra enorme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A saber que estaría haciendo Davis si siguiera vivo (su disco póstumo es más un disco de HIP-HOP que de Jazz, y aunque para los más puristas sus úlimos discos no tienen la magia y el encanto de muchos otros, reconozco que son interesantes y me parecen mejores que la música de otros a los que se acerca con estos discos.
En último caso valen para que el gran Rubén Darío se vaya acercando un poquito más al Jazz.
Un saludo.

el dijo...

Sólo decir que sshhhhhhhh!!!!

Saludos.