lunes, noviembre 28, 2016

VOLUME ONE 421: RICH MAN (DOYLE BRAMHALL II)

Su nombre aparece en los créditos de discos de Clapton, de la Tedeschi Trucks Band, de Sheryl Crow, Elton John, Bettye LaVette, Gregg Allman y los hermanos Vaughan entre otros. Con esta hoja de servicios no cabe dudar de sus garantías. Lleva con la guitarra encima desde que era un crío, rasgándola con la mano izquierda. A los 25 formó parte de Arc Angels, aquella estupenda banda de su Austin natal junto a Charlie Sexton, otro escudero precoz. El blues corre por su sangre, pero en el cuerpo se bate con el rock a mandíbula batiente, como demuestra su tardío regreso con un disco en solitario. Solo cuatro ha grabado Doyle Bramhall II desde 1996, y este Rich man (Concord Records, 2016) es fabuloso. De brochazos estilizadas y crujientes guitarras; un lienzo exquisito de canciones para enmarcar (Hands up, Rich man, The Samanas) en las mejores habitaciones de casa.


Nota: 8/10

DYLAN, SHEPARD Y LA POESÍA

“Resulta irreal pensar de cualquier sitio que es permanente una vez que el movimiento ha echado raíces como modo de vida”.

Este blog evita por ahora entrar en el debate que suscita la elección de Bob Dylan como premio Nobel de Literatura. Hablar sobre ello y compartir o enfrentar posturas merecería un escenario relajado y apropiado, acompañado de la música precisa a volumen apaciguador mientras anochece y lejos del ruido. Tan solo esto: si un poeta con sus obras impresas y el reconocimiento de sus lectores y otros autores recita sus versos ante una audiencia con el único instrumento de su voz y es capaz de conmover con su habla, su entonación y su interpretación, entonces un músico igualmente reconocido que hace lo mismo con sus propios versos, su voz y sus instrumentos, parece digno de ser apreciado con las distinciones mayores que entronan la Literatura.


“Su misma identidad es un misterio, fuerza que la pregunta 'quién es él' pase a 'qué es él'. ¿Qué es este entorno extraño, embrujado, que crea sobre el escenario, en los discos, en el cine, en todo lo que toca?”.
“¿Cómo se convierten las imágenes en palabras? ¿O cómo se convierten las palabras en imágenes? ¿Y cómo logran hacer que sientas cosas? Es un milagro”.
“Fue el propio Allen (Ginsberg) el que empezó en la prensa con ese tema de que Dylan fue el primero en llevar la poesía a la máquina de discos. Supongo que quería referirse al sentido de la poesía como ampliación a través de la conciencia a través de la canción o algo así”.
“No hay modo de alabar adecuadamente ni con precisión a Bob Dylan”.

Los entrecomillados en cursiva pertenecen al libro Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera, escrito en 1975 por Sam Shepard y publicado en 1977. La última frase es de T-Bone Burnett en el prólogo del mismo libro.

sábado, noviembre 26, 2016

LIVE IN 197: QUIQUE GONZÁLEZ, A CORUÑA 2016

Buen rollo con Quique. Es lo que uno siente al verlo metido en sus canciones, o arrojado a su dedicación sobre el escenario, o respaldado por su banda, o en la sencilla manera de pronunciar unas palabras al público. Buen concierto de Quique González anoche en su gira con Los Detectives de paso por la ciudad. El directo ensalza las virtudes de los músicos de fe.

 
Vuelvo a creer que a Quique (eficaz, íntimo e intenso, nada que reprochar) lo noto falto del golpe de gracia que descubre a los autores extraordinarios, sin la tecla que hace que te descoloques escuchando un disco o te haga volar un rato viéndolo en vivo. No es una mancha, en absoluto, no castiga a un tipo que sabe ser sí mismo y de paso recordarte a Tom Petty o The Band cuando vibran algunas de sus canciones.

Al bolo de ayer le falló solo algún bajón de ritmo, una caída menor que no estropeó las gratas sensaciones que causan los temas de su último álbum, Me mata si me necesitas, o las piezas rescatadas de Salitre. También crecieron Vidas cruzadas y Kamikazes enamorados en momentos de éxtasis.

 
Nota al margen: actuaciones como las que pueda dar Quique González se disfrutan más en el calor recogido de un teatro, pero esta vez nos tuvimos que conformar con el horario serio en el que una gran discoteca se convierte en una sala de conciertos, lo que obliga a armarse de paciencia para desviar demasiado la cabeza y que los móviles levantados no impidan ver el espectáculo o pedir reiteradamente silencio al público maleducado de charla en voz alta alrededor de las barras.

lunes, noviembre 21, 2016

BONUS TRACK 167: TEMPLE OF THE DOG

Cumplir 25 años merece una digna reedición. Según quién seas, claro, y lo que hubieras grabado entonces, allá por finales de 1990. En el caso de Temple of the Dog… es que grabaron un disco que fue una iluminación. Aquello fue un hermoso homenaje a Andrew Wood, caído a los 24 años con la heroína en la sangre. Su amigo íntimo y compañero de piso Chris Cornell gritaba al frente de Soundgarden y reunió a tres colegas y a un recién conocido, Mike McCready, para despedirse de Andy con nuevas canciones. Stone Gossard y Jeff Ament venían de Green River y también habían conocido al fallecido en Mother Love Bone, otra huella luminosa de la música de aquellos años en el lluvioso Seattle del que empezaban a destaparse decenas de bandas. Unas se apagaron pronto entre sombras o éxitos trágicos, otras resistieron más o llegaron muy lejos. Matt Cameron, en la batería de Soundgarden, se sentó en la del quinteto, Temple of the Dog, al que se sumó para poner unas pocas voces un recién llegado a la ciudad, Eddie Vedder. Y ya estaba el grupo. En London Bridge Studios para grabar un poderoso disco que agita furia y melancolía y la mantiene al cumplir un cuarto de siglo.

La reedición tiene dos discos, con la grabación original, tomas descartadas o alternativas de su repertorio y tres temas desconocidos. Brendan O'Brien se ha encargado de mezclar ahora la producción que en su momento cayó en manos de Rick Parashar, de hacer su sonido más contundente. Varios años después de dedicarle tiempo, recupero Temple of the Dog y celebro la vigencia de su energía, el espíritu de una camaradería que en adelante dio más placeres musicales. Y me dejo tragar por canciones como Reach down, Pushin' forward back o Wooden Jesus que me devuelven a la juventud.

sábado, noviembre 19, 2016

LIVE IN 196: SHARON


Este adiós no ocupa más de un obituario (y breve) en los medios generales, donde la exaltación, apuesto, será más contenida que en recientes decesos. Poco importa cuando ella se ha ido y sus admiradores velan la partida. Se va Sharon Jones. Pequeña mujer que nos deja esta frase tan pura, tan auténtica: “La música es mi felicidad, es mi alegría”. Muere a los 60 años y tras perder una pelea con el cáncer de páncreas que comenzó en 2013. Sharon, que fue funcionaria en una cárcel, llegó tarde a los estudios, en 2002, y se subió al mismo vagón de otros músicos de carrera y éxito tardíos (Bettye LaVette, Lee Fields, Charles Bradley) que, como ella, dieron un vigor contemporáneo al soul, un barniz de elegancia que no se alejaba de los brillos clásicos del género. Seis discos grabó con su banda, los Dap-Kings, que no la abandonó en sus últimos días de agonía. Algunos muy buenos, como 100 days, 100 nights o I learned the hard way, precisamente intensos y a la vez elegantes. Nos quedamos con su música para siempre.

jueves, noviembre 17, 2016

SOUNDTRACK 190: OASIS: SUPERSONIC

Desde este ángulo en el que se ven aquellos años, recuerdas que, en efecto, Oasis fueron durante un tiempo un espectacular fenómeno musical que resucitó el fervor mediático y popular que décadas antes habían provocado (pues sí) los Beatles y los Stones. Eso muestra y repasa el documental, película o rockudrama de Mat Whitecross Supersonic. En realidad deberíamos decir que la obra es tan de Whitecross como de los hermanos Gallagher, productores ejecutivos de un producto generoso en archivos documentales de los años de la eclosión Oasis en el Reino Unido, pero decepcionante por ególatra e incompleto.

La agilidad de su puesta en escena, tan nerviosa que a ratos sube y baja al espectador en una montaña rusa, no compensa la vacía sensación que deja haber omitido aspectos contextuales que hubieran mejorado mucho la semblanza (el panorama musical británico del momento, las rivalidades internas y externas alentadas por la prensa, el posterior declive del grupo). Oasis (Liam y Noel, habría que decir) se muestran como el centro de un universo en el que dejan ver y oír su álbum familiar: geniales, divertidos, chulos, arrogantes y, desde luego, gilipollas. Que sí, que aquellos dos primeros álbumes de mediados de los noventa fueron la bomba y hoy siguen aún rompiendo bien, pero tíos… a mí me falla vuestra falta de carisma.

miércoles, noviembre 16, 2016

MUSIC INTERRUPTUS

Por mucho que te agarre la música, sientes a menudo que necesitas deshacer nudos, darte una tregua que sea un respiro, una pausa antes de volver a la carrera. Aprovechas unos días para abrir un paréntesis en el que no dejas espacio para que entre la música, nada, salvo que te pases por alguna tienda de discos donde adquirir mercancía que atender más adelante o escuches de fondo mientras cenas alguna canción conocida (una sucesión de éxitos de Guns N Roses en el centro de Roma o una versión de los Stones en el interior de un local, por ejemplo). Sí, a estas alturas resistes sin problema alguna breve etapa de abstinencia, unos pocos días sin escuchar una guitarra eléctrica, a no ser que le lances una moneda al guitarrista con el que te cruzas en un puente en pleno solo porque lo que toca te suena a Zeppelin. ¿Y después, qué? Pues que te rascas para matar el hormigueo y vuelta a lo mismo, a dejarte agarrar por música que te dice nada, poco o mucho.
 
Volvemos a pinchar.

domingo, noviembre 06, 2016

VOLUME ONE 420: HERE (ALICIA KEYS)

Me gusta Alicia Keys. Oírla y verla. ¿Un disco? Me debato entre su debut con 20 años, Songs in A Minor, y As I am. ¿Una canción? Empire state of mind, sin duda, por el subidón que me da. No voy a pisar más allá de donde no debo porque tengo lagunas y asignaturas pendientes en R&B y esos terrenos resbaladizos por donde el soul, el jazz y el hip hop juegan a hacerse manitas, pero sigo a Alicia Keys y a unos pocos de su entorno porque de entrada me hacen creer que bajo el éxito que lucen y las capas que lo acompañan hay un talento que se resiste a ser cuestionado. Y eso pienso al escuchar Here (RCA, 2016), su sexto álbum.

Al contrario que el facilón, complaciente y demasiado fabricado disco anterior, Here no parece dirigido a convencer al público poco exigente de Keys porque juega a mezclar géneros y atmósferas, a introducir instrumentos y sonidos poco habituales en su obra previa (guitarras acústicas, percusiones secas o programadas que descolocan) o a dejar que entren interludios hablados. Alicia y varios productores apuestan por un arreglo desconcertante de los temas, que pese a un perdonable bajón hacia el final del álbum, regala alguna canción estupenda (Blended family, Illussion of bliss) o bárbara (The gospel, Kill your Mom) donde ella, reina de un New York que hierve, se deja el alma en la interpretación.

Nota: 7,5/10

viernes, noviembre 04, 2016

LIVE IN 195: EL SOLO DE JUNGLELAND



La gente se acerca y me dice: 'El solo de Jungleland me salvó la vida' o 'El alma de esa canción me ayudó cuando había tocado fondo'. Siento que he hecho mi trabajo”.
Big Man, Clarence Clemons

La música, es verdad, nos salva en algún momento u otro, o siempre. Bueno, es aire para el ahogo y despeja las nubes cuando no sabes por donde pisas. Nos deja ver el futuro más claro si el presente está en tinieblas. Nos recuerda con su furia o sus caricias que nada está perdido y que podemos seguir dando guerra.

Quizá sintieron eso el tipo al que el saxo de Clarence salvó la vida en la fiebre sacramental de esa joya que es Jungleland o aquel otro que había caído tan bajo. A mí el solo de Big Man me levanta, sí. Me encadena a la música para seguir viviendo.