domingo, marzo 25, 2018

BONUS TRACK 189: MURDER BALLADS (NICK CAVE & THE BAD SEEDS)


Ayer: Este fue el disco con el que entré en Nick Cave, y al acabar de escucharlo me hizo salir. Lo digerí sin dejar de retorcerme en el asiento, incordiado por un zumbido permanente o por los golpes de un martillo que no se cesan. Su atmósfera turbia, la voz grave y machacona y la crudeza de una música que acogía aquellos relatos criminales fueron carga pesada que en aquel momento me disuadieron de volver al autor. La primera escucha de Murder Ballads (1996) condicionó mis posteriores incursiones en el universo de Cave y los Bad Seeds, del que, con el tiempo, extraigo tantas agradables travesías como recorridos frustrados.

Hoy: La música palpita con desasosiego y el clima pasa de lo sensual a lo abrumador, con Cave en el altar desde el que escupe sus baladas de muerte. Pero lo que entonces me asustó me seduce ahora, crujiente y arrebatador, con veneno en su aguijón. Stagger Lee, Henry Lee, Where the wild roses grow y la monumental O’Malley’s Bar son piezas bárbaras fabricadas por un grupo bárbaro. Los discos son los mismos, somos nosotros quienes avanzamos con el viento de los cambios.

jueves, marzo 22, 2018

VOLUME TWO 88: KEVIN MORBY

Lo que da de sí una recomendación hecha a toda prisa, sin tiempo siquiera para compartir el asombro y esa emoción oxidada que la música guarda aún para la intimidad… Kevin Morby. De algo me suena. Vale, he pasado la vista por un par de portadas pero no me había decidido a más. ¿Te gusta? Bien, escuchemos, informémonos. Nada extraordinario en su historial. Desde su Kansas City natal, pasó por dos bandas de Brooklyn tocando el bajo antes de cambiar de residencia y grabar en Los Angeles sus propias canciones. Desde 2013 ya suma cuatro álbumes. Ojo al primero, Harlem River, de aquel año. Ojo al tercero, Singing saw, de 2016 (y el resto se escuchan por lo buenos que son los otros dos). Quizá lo que más celebro es que no sepa, y tampoco quiera, buscarle espejos ni acercarlo a referencias. Más allá de que en el fondo palpiten en modelos obvios, conviene tener presente otros ejemplos recientes (voy a atreverme con uno), Ryley Walker, por ejemplo. Música de extensos horizontes y ecos que calan, que rasca y deja herida, merecedora de seguir el hilo de la recomendación.

lunes, marzo 19, 2018

BIG MAMA, UNA CHICA SIN SUERTE

¿Cuánto de ficción crea la autora al pasearse por unos pocos días de la vida de su protagonista? ¿Cuánta realidad asoma entre las horas recreadas o reinventadas? Puedes preguntártelo mientras la música te lleva como una canción mojada en bourbon por las páginas de Una chica sin suerte (Ediciones del Viento), estimulante combinación de documental escrito y breve travesía de viajes urdido con hábil armonía por la escritora leonesa Noemí Sabugal, con la cantante de blues Willie Mae ‘Big Mama’ Thornton como hilo de conducción.

Este libro está basado en la gira por Europa de Big Mama Thornton en 1965. Pero, hey baby, recuerda que es una novela”, advierte la autora antes de iniciar la gira de cinco semanas de Baden-Baden a Copenhague, de Estocolmo a Bristol. Junto a John Lee Hooker y Buddy Guy en la carretera, una banda de blues lejos de un hogar que arde con el fuego de la guerra y la furia contra la raza, en la soledad de los hoteles y la concentración de los camerinos, de un concierto a otro que se confunden y ante públicos que se olvidan, en el recuerdo de los tiempos duros y los tipos que una vez amamos. Con los ojos de Willie detenidos en imágenes fugaces que dejan las ciudades por las que pasa. Un buen viaje por esta Europa que nos resguarda y esta música del sagrado diablo.

domingo, marzo 18, 2018

MALO DE SOLEMNIDAD: JACK WHITE

Así es, revisen el diccionario oficial y deténganse en las aceptaciones de “mal” y de “solemne”. Combínenlas. Aplíquesenlo a Jack White, y a su último trabajo (que ni merece nombrarse). ¡Bingo! El arte del engaño. En todo. No nos tomen el pelo.

jueves, marzo 15, 2018

BONUS TRACK 188: DRAG QUEENS IN LIMOUSINES (MARY GAUTHIER)


Dos autoras de Louisiana me transmiten mucho en común, amargura lírica arrojada sobre dolientes canciones, sobre todo. De un lado Lucinda Williams, nacida en Lake Charles; de otro, Mary Gauthier, natural de New Orleans. Sus voces apagadas, como heridas de una vida cargada de golpes, y sus letras que relatan rupturas y caídas a las profundidades, hermanan sus carreras. El reconocimiento que le sobra a Lucinda le falta en realidad a Mary, firmante también de álbumes duros y hermosos. La conocí con este Drag Queens and Limousines (1999), el segundo de una carrera en la que cayó la autora rebotada de una juventud castigada por las adicciones, el alcohol y un temprano paso por la cárcel. Canta cansada, añorante, y profundamente conmovedora, ese folk rock americano de extensos horizontes. No hay más que escuchar temas como el que da nombre al disco, Evangeline o I drink para imaginar los capítulos tormentosos que levantan este disco y la obra de Mary Gauthier.

lunes, marzo 12, 2018

VOLUME ONE 464: RARE BIRDS (JONATHAN WILSON)



El genio e ingenio de Jonathan Wilson parecen crear, allá en las plácidas colinas de Laurel Canyon, en una esfera monástica de inspiración alimentada de libertad evasiva no reñida con el orden y hasta una caprichosa coherencia. Su música, extensa en matices y trucos, no es tan compleja como sugiere su traviesa ejecución, pero requiere paciencia para el disfrute y disposición para el deleite, condiciones hoy deficitarias. Soy de los que le otorgan ambas para llevarme una recompensa y dejarme seducir de asombro y admiración. Con Rare birds (Bella Union, 2018) me causa de nuevo los mismos efectos, aunque no con la misma plenitud que en los superiores Gentle spirit (2011) y Fanfare (2013).


El músico californiano vuelve a diseñar sofisticadas piezas de música que toman diversos rumbos mientras avanzan en sí mismas o se suceden una tras otra. ¿Por dónde va a salir en plena canción? ¿Qué inesperado acento va a tener la siguiente? Rock de arte y ensayo, diría que trabaja y moldea Jonathan Wilson, con márgenes difusos y abierto a más de un rango, al country rock, al jazz y al pop en esta tercera entrega de su obra, adornada con una grotesca portada. Con el recurso de múltiples pistas, virtudes instrumentales y notables músicos, Rare birds se levanta con temas sobresalientes (Me, Over the midnight, Loving you, 49 hair flips), pero se apaga por caer de nuevo en un exceso de duración que esta vez pesa. Aunque Wilson es un autor prodigioso, en dosis menos ambiciosas satisfaría más.

Nota: 7,5/10

sábado, marzo 10, 2018

GREATEST HITS 205: TEACH YOUR CHILDREN (PLAYING FOR CHANGE)


Hay canciones que valen para cualquier momento y para toda la vida. Teach your children es una de ellas. Me parece enternecedora su versión original de Crosby Stills Nash & Young, de hace casi 50 años. Porque el pasado es solo un adiós, educa bien a tus hijos. Tú, de tierna edad, que no conoces los miedos con los que crecieron tus mayores, por favor ayúdalos con tu juventud para que vean la verdad antes de que mueran. El tema lo ha cogido prestado Playing for Change Band para reunir a un puñado de músicos de diferentes culturas y universalizar su mensaje. Esta interpretación mestiza de la canción se grabó en Adelaida, Australia. Y es también preciosa. Educa a tus hijos. En ello estamos…

jueves, marzo 08, 2018

MUJERES


Una canción perfecta para ellas, las mujeres, las nuestras y las de otros, las que están con nosotros y por nosotros, las que nos dieron la vida y con las que vivimos, las que nos gustan y las que amamos, las que necesitamos y las que nos hacen mejores, las que merecen todo y más. Una canción para Carole, Nina, Janis, Billie, Aretha, Ella, Joan, Ani, Cat, Aimee, Laura, Sheryl, Mavis, Sharon, Fiona, Cassandra, Rose, Gillian, Rhiannon, Eilen… y María.

lunes, marzo 05, 2018

BOOTLEG SERIES 64: TROUBLE NO MORE



Entre noviembre de 1979 y mayo de 1980 en un concierto de Bob Dylan no había lugar para sus temas clásicos. Ni canciones protesta en acústico ni éxitos en descarga eléctrica, ni Hard Rain ni Rolling Stone. En pleno fervor católico, entregado a Dios y a su obra en la Tierra, la fe de Dylan le ordenaba componer sus repertorios nada más que con los temas de sus álbumes cristianos Slow Train Coming, Saved y Shot of love, que se publicaría un año después. No son sus mejores trabajos, pero grabaría después algunos peores. La ausencia de canciones reconocibles no hacía menos memorables o vibrantes los conciertos (con el paso del tiempo, se fueron haciendo cada vez más aburridos, aunque los devotos -o muy fans, fe aparte- nos resistimos a admitir cualquier atisbo de tedio). El último bootleg oficial de las imprescindibles Series de Dylan, Trouble no more, demuestra el ardiente vigor que tenían parte de los directos de aquellos años.


Cierto. Y uno que ha pasado por caja y por la sala de butacas o el tumulto del público unas cuantas veces lamenta no haber estado allí, cuando era demasiado joven. Fueron tremendos ‘lives’ aquellos, con un Dylan entre predicador y orador, excitado unas veces moderado otras, proclamando con furia o delicadeza las estrofas de Slow train, Covenant woman, Precious angel, Gotta serve somebody, Man gave names to all the animals, What can I do for you, Dead man, dead man y otras intensas canciones. Claro que el autor tenía detrás a una banda sobresaliente con la que no es posible bajar de las alturas: Fred Tackett en el mástil, Spooner Oldham ante las teclas, Tim Drummond con el bajo, el incombustible Jim Keltner con las baquetas y los coros femeninos que, con su entrega ardorosa, convertían las veladas en experiencias religiosas.