sábado, junio 29, 2019

SOUNDTRACK 232: HIERRO

En lo alto de la montaña y frente al mar abierto también se puede sentir claustrofobia. En carne viva o con el uso de las imágenes. Consigue transmitir ese ahogo en la ficción Hierro, una muy aceptable serie televisiva de Movistar (no siempre van a ser los mismos) dirigida por Jorge Coira con su trama ubicada en los fascinantes paisajes de la isla canaria de Hierro.

Estamos ante una investigación policial y judicial en el espacio reducido y también aterrador de Hierro, donde todo el mundo se conoce y todo se sabe al instante, donde no hay lugar para secretos. Una juez destinada a la isla (estupenda Candela Peña) indaga junto a la Guardia Civil (fenomenal Juan Carlos Vellido como inspector) el hallazgo del cuerpo, el mismo día que se iba a casar, del novio de la hija de Díaz, un empresario local con pasado criminal y negocios turbios en el presente (extraordinario Darío Grandinetti). Nadie o casi nadie está limpio en la isla, todos parecen esconder algo. En ocho capítulos de tensión creciente las fronteras del bien se confundirán con las del mal.

Funciona bien Hierro, con buena mano para el trazado de personajes y reparto secundario más que convincente. El ritmo es estable y la estética es estilizada, con mucha toma aérea para enfatizar la angustia seductora que provocan los paisajes, protagonistas fundamentales de una historia muy bien contada.

viernes, junio 28, 2019

VOLUME ONE 504: HELP US STRANGER (THE RACONTEURS)

Algunos sabéis de mi rechazo a Jack White, músico y productor bendecido con virtudes de dudosa genialidad. Sabe venderse, y además ya es un producto. Todos cargamos con nuestras fobias y el odio, con mucha frecuencia, conduce al radicalismo. No, yo no peco de talibán y si alguien que suele producirme desagrado o aversión alguna vez acierta con propuestas que me gustan, lo admito y ya está, no me perturba la conciencia. Lo único que rescato de la amplia actividad de White (al menos la que conozco) es The Raconteurs. Esta formación se creó en Detroit hace más de una década con White, Brendan Benson, Jack Lawrence y Patrick Keeler, estos dos últimos miembros de los atractivos The Greenhornes. Su tercer disco, Help us stranger (Third Man Records, 2019), aparece ahora, once años después de su predecesor. Y el grupo, para mí, cumple con lo adecuado para gustarme. Me engancha su sonido, sus riffs de guitarras penetrantes (reconocibles, de White), sus melodías y su eco. Será porque parece que Jack está cómodamente camuflado entre el cuarteto. Ninguno de los tres discos de Raconteurs va a ser modélico ni a recordarse de forma especial con el paso del tiempo (tampoco están concebidos para dejar huella). ¿Quién es capaz de ello hoy?

Nota: 7/10

miércoles, junio 26, 2019

BONUS TRACK 209: HOLLAND (THE BEACH BOYS)

El otro día surfeé con Surfin' Safari, el primer álbum de los Beach Boys. A mí no me va el surf (sí la playa) y tampoco me zambullo en las olas musicales de la banda californiana antes de Pet Sounds. Desde este gran disco he dado saltos por algunas de sus obras, más serias y también irregulares, alejadas de los días surferos de chicas y arena. Holland es un disco extraño en la trayectoria del grupo, grabado en 1973 precisamente en Holanda, donde el grupo armó un estudio para crear material nuevo. Cada hermano Wilson vagaba por su propio mundo, perdidos más bien entre las voces de su mente y en adicciones, víctimas de sus desequilibrios, y el historial de Dennis y Brian, cada vez más ausentes, ya se teñía de desesperanza y fatalismo. Pero en Holland hay brotes de brillantez en temas como Sail on, Sailor y The trader y un lejano aire de nostalga en la tercera parte de California Saga. Quizá sea este su último buen disco, antes de caer al abismo.

lunes, junio 24, 2019

SOUNDTRACK 231: JUGUETES

¿Hay alguna saga cinematográfica cuyas partes estén todas al mismo nivel y que ese nivel sea el de obra maestra? Sí, la hay. No tengo ninguna duda: Toy Story.

Apunte: aún no he visto Toy Story 4, no falta mucho para que lo haga. Y no tengo dudas de que repetirá el nivel.

A mi hijo de 4 años le gustan las películas. Las ve en casa y en el cine. De animación y de imagen real. Películas infantiles en general, tan disfrutables para niños como para adultos. Algunas las ha visto más de una vez, de lo mucho que le gustan. Y yo, que ya las había visto, las vi de nuevo, y más de una vez otra vez. Como las tres primeras películas de Toy Story. Sí, cada vez que llego al final de cada una me emociono y me digo, qué maravilla. Lo hace el niño que fui y la parte de mí que sigue siéndolo; también el adulto.

¿Por qué estos juguetes fantásticos que cobran vida nos hacen sentir tan felices en una película? Creo que al ver cómo los niños juegan con Woody, Buzz y compañía y cómo estos juguetes viven sus propias aventuras nos vemos a nosotros mismos con nuestros viejos juguetes en las manos. Ahora con nuestros hijos, fascinados en un mundo único de evasión en nuestra imaginación. La saga Toy Story está compuesta por películas perfectas de ritmo, de humor, de emoción, ternura y amor, con guiones ejemplares y personajes de encanto insuperables, como Pixar sabe hacer tan bien. Toy Story: hasta el infinito y más allá.

(Actualizado entre el 3 y el 4 de julio: otra maravilla.)

viernes, junio 21, 2019

SOUNDTRACK 230: JA JA JA HAMMER

El cine produce películas deliberadamente malas, y de solemnidad. Tan malas, que se les acaba encontrando encanto. Como industria y espectáculo está el cine en su legítimo derecho de ofrecer lo que le plazca y la libertad de gustos merece libertad de contenidos y alicientes. Los films de la Troma, el cine de Russ Meyer, gran parte del de John Waters, un buen lote de obras firmadas por Jess Franco... son ejemplos que me vienen a la cabeza de películas mediocres, risibles, deficientes que, curiosamente, tienen su público de admiradores y defensores. Como ocurre con el cine de la Hammer. Ojo, no todo: esta productora británica fabricó cientos de películas de terror y horror, misterio y ciencia ficción desde finales de los años 40 y tuvo épocas de esplendor en los 50, 60 y 70, con figuras icónicas como los personajes Dracula y Frankenstein, los actores Peter Cushing y Christopher Lee y los directores Terence Fisher y Roy Ward Baker; primaban los presupuestos justos, pero durante años tuvieron éxito; hay obras destacables, realmente buenas, pero también bodrios delirantes que a día de hoy producen una carcajada tras otra por su cutrez, su falta de rigor, sus desfasados argumentos o su pobreza interpretativa. No causan ningún daño y no engañan a nadie; las prefiero al cine de Tarantino, pongamos por caso.

Me voy a quedar con una de esas espantosas películas de la Hammer que ha pasado por mi TV recientemente: Las cicatrices de Drácula, de 1970, con Lee ante la cámara y Baker detrás. Qué horror, madre mía. Aquí van unas cuantas insensateces para troncharse: un murciélago de trapo que chirría, un castillo alejado donde siempre hay niebla al que todos llegan de noche aunque un segundo antes caminen por el bosque próximo en la claridad despejada del día; un pueblo de cobardes atemorizado ante un vampiro recluido que no sale de su templo; los ojos enrojecidos de Drácula cuando las damiselas enseñan (siempre) sus lozanos cuellos; la parsimonia con que los malos amenazan con golpear y los buenos con reaccionar; el sirviente pordiosero que mantiene inmaculadas las estancias del castillo y esconde un retrato de su adorada amada, precisamente la damita despista que irrumpe en el castillo y se deja llevar en brazos por el siniestro conde al que acaba de conocer... Bendito cine.

martes, junio 18, 2019

GREATEST HITS 226: DANI CALIFORNIA (RED HOT CHILI PEPPERS)

Cuesta creer que han pasado ya trece años desde que sonó esta canción por primera vez. Los Peppers solo grabaron otros dos discos más desde entonces, que se los podrían haber ahorrado. Hoy me pregunto si a la banda le queda aún algo que aportar, si es capaz de cumplir con dignidad y talento sin marchitar en el caso de que vuelva a pasar por el estudio. Stadium Arcadium es el último disco que me gusta de RHCP, aunque se les fue la mano extendiendo la grabación. Dani California fue su tema de lanzamiento, un latigazo con garra que hoy recupero en un canal de vídeos para divertirme y reírme un rato con su tributo rockanrolero en las ropas, maquillajes y poses de Kiedis, Flea, Frusciante y Smith.
 

sábado, junio 15, 2019

VOLUME ONE 503: WESTERN STARS (BRUCE SPRINGSTEEN)

Y ahora, hoy, ¿qué le pedimos a Bruce Springsteen, que tanto nos ha dado ya? No me veo capaz de articular una reseña ordenada de lo que produce en mí su nuevo álbum, Western stars (Columbia, 2019), el primero con material nuevo en cinco años. Un disco sobre carreteras y autoestopistas, cafés, caballos salvajes, desierto, moteles, puestas de sol, trenes y caminantes... sobre America y su búsqueda de sí misma. Permitidme dejar unas cuantas ideas e impresiones, sin mucho orden, o en todo caso con un orden improvisado y particular.

¿Un disco de country? Country a distancia, tan limpio como el vaquero Springsteen fotografiado en el libreto del álbum, de coche y guitarra inmaculadas. Country de pose, sin autenticidad. No basta con el caballo indomable de la portada. ¿Dónde está el polvo?

Entre High hopes y Western stars el Boss ha terminado sus memorias y ha contado y cantado su vida cinco días a la semana durante dos años en un escenario de Broadway. ¿Qué tiene que contar? Confiesa que (de tanto viajar en el pasado) le mueve la nostalgia y la encuentra en la California playera y popera de finales de los 60, a la que se llega cruzando el desierto y un país entero.

¿Y eso se puede recuperar, revivir un tiempo y un lugar? El adorno para intentarlo es lo que envuelve la música de este disco, capas de cuerdas y arreglos con tendencia a la grandilocuencia que cubren finos sonidos acústicos, un maquillaje de gran producción en cinemascope cuando las intenciones piden cine más íntimo con presupuesto modesto. Springsteen debería ser menos Springsteen.

¿Canciones? No son cojonudas las de Western stars y ninguna de las buenas se retendrá en los años venideros. Las que se salvan de verdad (The wayfarer, Hello sunshine, Sundown, Moonlight Motel) dejan un pellizco agradable, y entre un buen arranque y un digno final queda un paréntesis de aburrimiento con clichés del autor que han perdido sabor, letras simplonas y débiles composiones (Western stars, Chasin' wild horses).

Lo mejor: la cubierta del disco; y The wayfarer.

Lo peor: la sensación de decepción; pensar, y saber, que Bruce lo sabe hacer mejor, y ahora es incapaz. 

Nota: 6/10

viernes, junio 14, 2019

VOLUME ONE 502: YEARS TO BURN (IRON & WINE & CALEXICO)

Anoche volví a escuchar In the reins, el álbum con el que Calexico y Iron & Wine demostraron en 2005 lo buenos amigos que eran. El disco, con el sostén de voces delicadas y postrado sobre las ondas sonoras de su aridez emocional, guarda inalterable su encanto, un eco profundo cargado de lirismo. Catorce años después Joey Burns, John Convertino y los chicos de su banda por un lado y Sam Beam y sus músicos por el otro refuerzan su gran relación con otro excepcional encuentro del que llevo unos días sin apartarme. Years to burn (Sub Pop, 2019) condensa en 32 minutos lo que son y siempre han sido unos y otros: artesanos de la excelencia. La suite amarga que es el sexto corte, dividido en tres partes fascinantes, resume la conveniencia de esta asociación, la conexión de dos formaciones que, juntas, embellecen la música y te encadenan a ella cuando más falta hace.

Nota: 9/10

lunes, junio 10, 2019

LLORAR DE ROCK

Hay una euforia irrepetible que nos invade en un concierto de rock. Llegado uno, dos o varios momentos de éxtasis y entrega, devotos de los músicos y devorados por una canción, el sudor se cruza con las lágrimas y el júbilo se funde con la dicha. No cabe mayor goce en la vida. He sentido momentos así en algún concierto, reposado en una butaca o arrastrado por una marea humana. Me siento en la piel del público que veo gozar del mismo modo en las imágenes fascinantes de un documental que ofrece el contenido a la carta de una plataforma audiovisual. Las cámaras siguen a los Rolling Stones en la última gira que hicieron, esta década, por Sudamérica. Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, y por primera vez en la historia, Cuba. Difruto con el milagro de la resistencia y el poder de absorción, con los mitos vivos, el pueblo hechizado. Con las canciones llenas de vida nueva. Con las lágrimas de alegría de seres atrapados en satisfacción, diablos simpáticos, refugios fuera de control. Es solo rock and roll, y cuánto nos gusta.

domingo, junio 09, 2019

GREATEST HITS 225: DESIRE (U2)

Esto va del fogonazo de un recuerdo que activan unas imágenes, de una sensación recuperada. Del tiempo congelado y revivido. De lo que fuimos y de lo que queda. Yo esperaba lo nuevo de U2. Me había llenado de todo el grupo desde The Joshua Tree hacia atrás. Y anunciaban Rattle & Hum. Este fue el primer vídeo, de cuando en la tele ponían vídeos. Desire. Y me gustó. No tanto como ahora. Como ahora mientras como y una televisión desprende luz con estas imágenes de aquella gran canción. El grupo en las calles, cuando tenían pelo, corrían deprisa y eran jóvenes. De aquel gran disco.

viernes, junio 07, 2019

LIVE IN 231: DOCTOR

Un músico, una ciudad. La música de unas calles, la voz de sus gentes, el eco de un pueblo. Nueva Orleans es Dr. John, como lo es también Allen Toussaint, o los hermanos Neville, y unos cientos de artistas presentes y ausentes que hicieron hervir las culturas cruzadas en un rico caldo mestizo. Malcolm John Rebennack Jr. se ha marchado de la ciudad, pero allí nunca dejará de sonar. Estuvo con todos prestándoles sus teclas. Sabías que era bueno, pero nunca te acercaste a él lo suficiente, puede ser que todos se acercaban antes a él. Dense 33 minutos de homenaje con aquel disco de 1973, In the right place (donde siempre estuvo él), con Toussaint en el estudio jugando con el blues, el rock, el funk, el soul... la música de una ciudad.

miércoles, junio 05, 2019

GREATEST HITS 224: IF IT MAKES YOU HAPPY (SHERYL CROW)

Más de una vez el blog ha dado fe en sus archivos de la querencia por Sheryl Crow. Cierro los ojos y aún la veo a dos pasos de mí, segura y sobrada, en aquella sala de Tribunal cuando presentaba su primer álbum, allá por mediados de los noventa. No tardó en aparecer su segundo disco, superior al anterior y con algunas de sus mejoras composiciones. Rescato una de ellas, If it makes you happy, como anticipo o aperitivo de su próximo trabajo, Threads, este verano, en el que se deja ver con Bonnie Raitt y Mavis Staples en el ensayo de unas de sus canciones. Sheryl, hasta ahora, ha alternado trabajos muy buenos con obras discretas. Toca volver a los primeros.

lunes, junio 03, 2019

BOOTLEG SERIES 74: DOUG SEEGERS

Los acordes de la música country guardan historias dolientes, caídas al abismo y, a veces, resurrecciones a tiempo, antes del desgarro final. En las canciones del género reposa una melancolía universal de los crepúsculos a los que llegan nuestras vidas, asociada por costumbre a los paisajes y arquetipos de la cultura americana: desierto, soledad, huida, perdedores ahogados en la barra del bar... La historia de Doug Seegers encaja en argumentos que explora el country. 

Músico callejero, trovador fracasado, alcohólico, drogadicto, indigente... Ethan Hawke podría llevarla al cine, tras haber rescatado la triste figura de Blaze Foley. Cuando Seegers buscaba alimento y cobijo en una casa de acogida en Nashville, en 2013, se cruzó con una estrella de la música country en un país tan lejano como Suecia, Jill Johnson, y un equipo de grabación que documentaba las odiseas de músicos caídos en desgracia. El encuentro derivó en una canción que cruzó el Atlántico y fue todo un descubrimiento en el país escandinavo, donde el propio músico la interpretó en un programa de televisión. Pronto, Doug salió del pozo. De vuelta en Nashville grabó la canción, y un disco, en los estudios Sound Emporium. El sin techo, encontró un hogar en el templo de la música country.

El año pasado, a los 66 años, grabó su segundo álbum con la producción de Joe Henry, A story I got to tell, donde desnuda los avatares de su vida. Está bien la cosa: amarga, con la vida en el filo, y una brisa de esperanza. No es que sea un gran cantante Doug, pero entre el blues y el folk, el country y el rock, se acomoda para salir a flote hacia su propio crepúsculo.