jueves, noviembre 30, 2017

GREATEST HITS 201: HANDYMAN BLUES (BILLY BRAGG)


Me quedo con las canciones sencillas y las letras directas, sin curvas hacia el corazón. No estoy para rodeos con adornos ni metáforas complicadas. Me cansa la música, sí, a veces, pero no puede desengancharme. Entonces descanso en temas como este, ideal en la proletaria lírica combativa de Billy Bragg. El blues del empleado de mantenimiento, que aparece en el álbum Tooth & Nail.

Nunca voy a ser el empleado de mantenimiento a mano que mi padre fue / así que no me pidas que te cuelga el riel de una cortina / porque el negocio de los destornilladores me tiene confundido / me lleva media hora cambiar un fusible / y cuando enciendo el interruptor las luces se funden / No soy tu empleado de mantenimiento // No esperes de mí que monte una estantería o construya un cobertizo / pero en vez de eso puedo escribir una canción que le cuente al mundo cuánto te quiero / En absoluto soy bueno en cerámica (pottery) pero perdamos una ‘t’ y cambiemos de lugar la ‘e’ / y encontraré un modo de que mi poesía (poetry) construya un tejado para ti / No soy tu empleado de mantenimiento // Sé que parece que estoy leyendo las noticias / pero estas ideas las convertiré en polvo dorado más tarde / porque soy un escritor, no un decorador

domingo, noviembre 26, 2017

MEJOR LIAM QUE NOEL

Puestos a puntuar, ahora que con un mes de diferencia tienen disco nuevo fuera y ¿lejos? de Oasis, Noel no alcanza el aprobado, le llega un 4,5, y a Liam un 7 le queda grande y un 6 quizá es escaso. Ninguno desentierra a su banda: puede que Liam tenga más añoranza y se le cuelen ráfagas del pasado en algunos cortes de As you were, su primera firma tras el aceptable proyecto Beady Eye; a Noel, ya por el tercero de su cosecha con High Flying Birds, le mola más aparentar que aquel pasado es difícil de recuperar y en Who built the moon? se embarca en un viaje psicodélico glamuroso con demasiado ruido de fondo. Lo dice alguien al que los hermanos Gallagher apenas le dejaron huella en su juventud, pero al que aún le gusta enchufarse con sus guitarras y melodías cuando las escucha por ahí.

BONUS TRACK 183: DESPERADO (EAGLES)

Con los Eagles nunca he logrado sintonizar sin interferencias. Buenas canciones han compuesto, algunas con trazo para perdurar a través de generaciones, pero sus discos no llegan a ser redondos, les faltan uno o dos ingredientes para obtener la pócima infalible. Sus miembros funcionaban muy bien juntos (hasta que empezaron a maltratarse) pero por separado ni Frey, ni Henley ni Walsh dejaron trabajos destacables. El éxito de casi toda una década, los setenta, les hizo millonarios; aburridos, tuvieron un inservible reencuentro muchos años después. Desperado (1973) es mi disco preferido del grupo en aquellos diez años. Los cuatro forajidos, desafiantes en la cubierta y abatidos en la contraportada, pasaron por el engrase londinense de Glyn Johns, que extrajo de los californianos un sonido menos soleado que el de su debut del año anterior, más crepuscular. Doolin-Dalton siempre me emocionó y lo sigue haciendo, y volver a escuchar el álbum tras un largo olvido me destapa grandes temas que antes no me lo parecían, como Outlaw man o Bitter Creek.

martes, noviembre 21, 2017

VOLUME ONE 455: IF ALL I WAS WAS BLACK (MAVIS STAPLES)



El invierno de Mavis Staples, a sus 78 años y todavía activa en el estudio y en la carretera, encuentra en Jeff Tweedy a un idóneo compañero. En los tres álbumes que han grabado juntos Jeff ha rejuvenecido a Mavis, descartando arrugas, voces gastadas y climas crepusculares y resaltando la cercanía tranquila de la intérprete. If all I was was black (Anti-, 2017), la tercera de estas atractivas obras producida por el líder de Wilco tras una colaboración intermedia también notable con M Ward, tiene la apariencia de un álbum pequeño elaborado sin mucho esfuerzo, en el que sus detalles menores (un par de acordes, voces de fondo, un breve punteo de guitarra) revelan resultados mayores. Más que en You are not alone (2010) y One true vine (2013), el (por ahora) cierre de esta trilogía Staples-Tweedy guarda chasquidos guitarreros en los que solo parecen faltar los latigazos de Nels Cline para hacernos creer que Mavis canta como invitada en un tema de Wilco que se combinan de armoniosa forma con eficaces piezas que nos devuelven aires del soul más elegante de los años sesenta. Con el mismo grupo de instrumentistas y voces reunidos, el tándem intergeneracional deleita con placeres sencillos.


Nota: 8/10

sábado, noviembre 18, 2017

LIVE IN 212: EILEN JEWELL, FERROL 2017

El concierto parecía haber acabado, pero nos resistíamos a marchar. Eilen nos invitó a vernos en la “mesa de abajo” para firmar “cualquier cosa” y comprar sus discos. Seguíamos aplaudiéndola y regresó al escenario, ella sola. Se colgó la guitarra de los hombros y la armónica del cuello y nos contó que su hija de 3 años la acompaña de gira, que estaba en ese momento en el hotel con su abuela, quizá durmiendo o quizá no, y que si acaso no lo estaba su madre le cantaría una canción, por si la escuchaba desde lejos y conseguía así dormirse. Y cantó Songbird. Y a mi lado empezaron a caer las lágrimas fáciles de quien a diario me da calor con su sensibilidad. ¿Entiendes cuando te digo que es natural caer enamorado de Eilen Jewell?, le repetí a mi amada acompañante.

Fue éste el colofón dorado a un concierto glorioso. Una vez más. Eilen Jewell, reina del blues, sí, reina poderosa. Confesó que su sueño era grabar un disco de blues, y eso ha hecho en Down hearted blues, colección de temas hundidos en las profundidades de la tierra cultivada por el blues más puro que hay que Eilen y su banda han desenterrado con una magistral revisión. Presentaron el álbum en el Auditorio de Ferrol, pero también volvieron a sus maravillosas obras anteriores, con emocionantes paradas en Boundary County, I’ll remeber you, See of tears, Santa Fe, Warning sings o Needle and thread.

Eilen es maravillosa, repito. Nos cuenta entre el inglés y el castellano por qué le gustan tanto viejos bluesmen y blueswomen que la inspiran, nos habla del lugar donde nació y donde vive, Boise (Idaho), “que sí existe, aunque en Estados Unidos hay gente que cree que no existe”. Y penetra con su exquisito equipo de músicos (ese delicado titán de la guitarra que es Jerry Miller) en el corazón de las viejas canciones tan bien revestidas. Ella misma, auténtica, sin artificios. Con alma de blues. Te queremos Eilen, sentimos al final, después de hablar un minuto en la mesa de abajo y de decirle que ella hace que la música sea más grande de lo que es.

viernes, noviembre 17, 2017

LIVE IN 211: JOANA SERRAT, A CORUÑA 2017



Joana se envuelve en el sonido que escapa de su guitarra acústica y el eco metálico de su voz. Le gusta que salga reverb de las cuerdas y que la música retenga a sus oyentes, dice durante el concierto. “Soy un incordio para los técnicos, lo sé”, confiesa. El caso es que los sesenta o setenta que estábamos en el ciclo Acreativa de Afundación nos sentimos envueltos y abrigados por la paisajística presentación de Dripping Springs, su fenomenal álbum de este año. Digo que fue una actuación paisajística porque las canciones de Joana Serrat transcurren por carreteras infinitas donde no hay marcha atrás, por frondosos bosques donde perderse y perdonarse. Música de entrañas americanas cantada en americano (sic). El Neil Young de cabecera (el de los setenta sobre todo) que tanto la conduce y el cautivador Israel Nash que ha producido su disco. Ella de negro y su hermano Toni en la batería, en la intimidad de un concierto familiar por el que dejarse atrapar.

miércoles, noviembre 15, 2017

SOUNDTRACK 206: OZARK


Sufrir o reír, revolverme de angustia o desarmarme a carcajadas en el asiento. Así me gusta digerir una serie de televisión, así se ganan mi fidelidad. Con Ozark lo paso muy bien con lo mal que lo pasan sus protagonistas principales y con el ritmo asfixiante con que la intriga avanza. Poco margen para la bondad y la decencia hay en esta serie de Netflix en la que los aparentemente buenos tratan de salvar el pellejo por las fechorías que han cometido y los descaradamente malos explotan salvajemente, sin piedad, su brutalidad.


Sur de Missouri. La meseta laberíntica de los Ozark, con sus lagos, montes y desfiladeros, parece el lugar ideal para huir de la vorágine de la ciudad y evadirse solo o con la familia. Según. Allí, con su mujer adúltera y sus hijos, se esconde Marty Byrde, un asesor financiero de Chicago que tendrá que blanquear millones de dólares de un sanguinario cartel mexicano de la droga en tres meses si quiere seguir con vida. Lo que en principio cree un refugio tranquilo, pronto se revela como un lugar siniestro poblado de ambiciosos y patéticos garrulos y controlado por una desalmada familia de criminales. La vida de Marty, perseguido o presionado por los narcos, los paletos y un obsesivo agente del FBI, pende de un fino hilo al comienzo de la serie; con cada episodio, pese a salir con habilidad o por los pelos de los peores apuros, parece caer más hacia el abismo.

Ozark brilla en su detallista guión y en el solvente reparto, con un comedido Jason Bateman a la cabeza, firmante además de cuatro (los dos primeros y los dos últimos) de los diez episodios, y un sorprendente Peter Mullan que transforme su oxidado acento escocés en la terrorífica habla del profundo y sórdido USA. Cuán bajo cae la humanidad.