viernes, enero 29, 2016

VOLUME ONE 387: SIENTO NO HABER SIDO LO ESPERADO (PARDO)

Vuelta a casa, donde conviven músicos de raza y furia, exploradores tenaces que desde las raíces suben hacia ramas atrevidas agitadas por la brisa de la creatividad, envenenados por el deseo permanente de hablar el idioma pasional de las canciones año tras año, entre recompensas y fatigas. El niño de la foto es Pardo, el chaval que da imagen al tercer álbum que Néstor Pardo firma con su apellido, presentado hace unos días sobre las cálidas tablas del teatro Colón. Estudioso de la guitarra, precoz intérprete de rockabilly, aventurero con la música como brújula, antiguo miembro de bandas nacionales y músico de sesión para bandas locales, el coruñés lleva tres años entregado por su cuenta y riesgo a su propia carrera, con la promoción justa y el aprecio bien merecido, el aplauso a una obra pura que brota de la honestidad intachable de las entrañas.

Siento no haber sido lo esperado (New H Records, 2016) introduce el castellano en las letras y composiciones de Pardo, ahora más rockero pero sin apartarse del apego íntimo al swing y al rockabilly. También incorpora más respaldo instrumental, electricidad y abrigo rítmico. El disco posee una fuerza emocional auténtica, transmitida por la voz entregada y a veces dramática de Pardo, y lo salpican unos cuantos temas poderosos (Que no te quede más, Cartagena, Ya no sé). Orgullo de músicos, canta mi ciudad.

Nota: 8/10

domingo, enero 24, 2016

VOLUME ONE 386: THE GHOSTS OF HIGHWAY 20 (LUCINDA WILLIAMS)

Advertido de su excesiva duración (86 minutos) y sus canciones largas (de 14 nueve sobrepasan los cinco minutos y medio), he dedicado una calmosa atención a la escucha y el juicio del último y decepcionante trabajo de Lucinda Williams. La decepción no la causa el hecho de que el álbum sea feo o indigno, sino el modo en cómo la autora expresa sus constantes argumentos, los dolores de la vida, con una espesura y somnolencia en varios momentos exasperante.
La decepción la provoca también el contraste desafortunado entre un disco igualmente largo y denso como el anterior, el magistral Down where the spirit meets the bone (2014), y este soporífero e interminable The ghosts of Highway 20 (Highway 20 Records, 2016). Uno tenía buenas canciones, algunas brutales, de las que se incrustan profundamente en la memoria; otro no es que tenga canciones malas, es que no son realmente buenas y el débil polvo que desprenden enseguida se pierde. Uno es un disco duro y duradero; el otro es blandura que se deshace en su letargo.

La autora desnuda música de fantasmas personales, según leo, pasajes íntimos que vincula a paisajes físicos alrededor de esa carretera 20. Lo hace con temas adormecidos que no se despiertan, guitarras que entran de puntillas sin pisar nunca firmes, pasajes que derivan en improvisación y una voz gastada, cansada, vacilante. Por el amor de dios, Lucinda, me importa un rábano tu maldita autopista.

Nota: 4/10

miércoles, enero 20, 2016

BONUS TRACK 159: COMES A TIME (NEIL YOUNG)

La escucha del disco abajo comentado de Dylan Leblanc encendió el jukebox de la nostalgia. Hubo una temporada en la que ponía este álbum de Neil Young, Comes a time (1978), una y otra vez. El autor enfilaba el final de una década musicalmente brillante con una excursión a sus raíces rurales. Podría creerse que la obra salía de sus entrañas y se facturaba en terrenos domésticos, pero en realidad había sido grabada en seis estudios, con cuatro productores y más de una veintena de músicos. Parece en cambio que Young se había juntado con sus músicos más cercanos para registrar una decena de canciones entre barbacoas, siestas prolongadas y consumo generoso de canutos entre las vallas que delimitan una granja. Al entrar en este disco, tierno y pacífico, sigo desplazándome a lugares aludidos y sobre todo a ambientes leídos y vistos en novelas y películas o documentales: praderas, ganado, tierras de cultivo, vidas humildes y anónimas, el tiempo que corre despacio. Contiene maravillas: Already one, Peace of mind o esas joyas irresistibles con Crazy Horse: Lotta love y Look out for my love.

lunes, enero 18, 2016

VOLUME ONE 285: CAUTIONARY TALE (DYLAN LeBLANC)


Estamos en fase de calentamiento. Del puñado de discos con fecha de 2016 que han pasado por el reproductor este de Dylan LeBlanc es el más placentero, por ahora el único que acepta una segunda escucha y del que no se pierde o confunde su recuerdo. Si me preguntaran por este músico antes de haberle prestado atención a su tercer álbum, Cautionary tale (Single Lock, 2016), respondería que me había gustado su primer disco (el segundo no lo escuché), Paupers field, ya de 2010, pero del que no recuerdo absolutamente nada. Ocurren estos apagones por exceso de consumo o fatiga memorística.

El caso es que tras detenerme en su nuevo trabajo retendré mejor a Dylan LeBlanc, joven autor de Louisiana con educación musical en sus venas (su padre fue músico de sesión y compositor de los célebres estudios Muscle Shoals). Cautionary tale se desliza estiloso y tranquilo en el oído y en la evocación, con predominio acústico y detallista ejecución. A mí me traslada por momentos a aquel Neil Young rural de los setenta que tanto añoro, el de Comes a time. Hasta Dylan suaviza una voz delicada que a veces se parece a la de una mujer. Hay eco de hermosas piezas: Cautionary tale, Man like me y Beyond the veil.

Nota: 7,5/10

viernes, enero 15, 2016

SOUNDTRACK 176: ORANGE IS THE NEW BLACK


Las ficciones carcelarias, basada o no en hechos reales, tienen un morboso atractivo. Interesan y fascinan la convivencia y supervivencia en presidio; los límites adonde son capaces de llegar los reclusos encerrados injustamente; las artimañas, muchas veces violentas, de quienes llevan media vida entre rejas; los castigos a los que los carceleros y los alcaides someten a los reos; las miserias del sistema penitenciario, los planes de fuga… El cine lo cuenta con brillantez: Brubaker, Cadena perpetua o Fuga de Alcatraz son unos pocos ejemplos. La televisión también se ha adentrado en las prisiones. Lo hace Orange is the new black, serie del canal Netflix que por ahora ha emitido tres temporadas. Acabada la primera.

La trama está basada en la crónica verídica de una joven norteamericana comprometida con su novio que pasó 15 meses en una prisión federal para mujeres por un delito cometido cuando mantenía una relación sentimental con otra mujer traficante de drogas, con la que se reencontrará en la cárcel. Ese testimonio, salpicado de flashbacks que se detienen en las causas que llevaron a las protagonistas y a otras reclusas a prisión, cabalga entre el drama y la comedia, entre el estremecimiento y la sonrisa. La serie esquiva la dureza física y visual en la que se recrean otras producciones con escenarios parecidos y se decanta por un tono a veces ligero e inocente, a veces macarra y surrealista, muy femenino casi siempre.
Es esa contención, cierta ternura no exenta de dolor, lo que me ha gustado de Orange… en su primera entrega. Reflexiones honestas sobre el vacío de la vida fuera de la prisión, la valentía frente al miedo, el fanatismo religioso, el sentimiento de raza o las relaciones de pareja. Nada que no se haya visto en otras cárceles de cine, por otra parte. Funciona su reparto, tanto en quien carga con los capítulos (la principal Taylor Schilling), como en secundarias de peso (Laura Prepon, Kate Mulgrew) o aquellas cuyos personajes les dejan desmelenarse (Taryn Manning, Uzo Aduba, Pablo Schreiber).

Ojalá pudiera meterme más tiempo en otras series que se me escapan y que las obligaciones y el cansancio me impiden seguir. Ojalá pudiera profundizar más en estos comentarios televisivos.

lunes, enero 11, 2016

LIVE IN 185: NO ONE LIKE YOU

El titular de primera hora del día y su subtítulo. No he querido leer más. Mañana quizá tampoco. Habrá tinta y voces, semblanzas y recuerdos, obituarios y tributos, flores y velas. Con justicia. Gracias y buen viaje. Nadie como tú. Nos queda tu música y canciones que nunca se van.

domingo, enero 10, 2016

GREATEST HITS 182: MARY JANE'S LAST DANCE (TOM PETTY & THE HEARTBREAKERS)

Sigo en ello, con ellos. En un momento como este, un sábado de madrugada protegido de la lluvia y el frío. Atrás queda el cansancio y la paciencia, horas de agotamiento compartidas, falta de sueño y dolor en las piernas, en las caderas. Un humor que no es el mejor. Y aquel viaje a la isla aún presente. A lo lejos los veíamos, de cerca los escuchábamos. Mary & I. Qué bien sienta oír esto.

viernes, enero 08, 2016

VOLUME ONE 384: BLACKSTAR (DAVID BOWIE)

Apuntes sobre David Bowie a propósito de Blackstar (Columbia, 2016), disco del que aquí, por ejemplo, se ofrece adecuada información.

Bowie cumple hoy 69 años y publica este disco. Más aguardado era The next day (2013), cuyos secretos puestos a la luz tras una retirada creativa de nueve años enseñaban un lúcido ejercicio de variedad musical; Blackstar le permite volver a sumergirse en terrenos más complejos y experimentales, en canciones sin concesiones y atmósferas misteriosas. Músico es una ocupación que se le queda corta, imprecisa, inconcreta: su música inquieta e impredecible trasciende los estilos y lo entroniza en el estatus del artista que es un inimitable género en sí mismo. Posee una capacidad prodigiosa, acorde con el atractivo que brota de su figura y consolidada desde hace muchos años, para ofrecer aquello que nadie espera y que nunca provoca la indiferencia. La carrera musical de Bowie tiene una mitad fascinante y otra mitad olvidable: a este blog le encantan (pongamos tres ejemplos de tres décadas distintas) Young americans, Scary monsters o Reality, pero no puede con Low, Tonight o Earthling... Blackstar, imposible de definir, se queda con un pie en cada parcela.

Nota: 5,5/10

jueves, enero 07, 2016

BOOTLEG SERIES 47: DEIBES. SOMBRAS DE CIUDAD

En estas sombras alargadas de la ciudad se refugian eternos perdedores, corazones rotos o robados, baja estofa de la noche, prostitutas tristes y seres esclavizados a la soledad. Las calles sangran peleas, las habitaciones acogen fugaces arrumacos, las mañanas vomitan resacas amargas en un tiempo impropio para el amor. Personajes y lugares reales en la inspiración de una música que reposa en el fondo de los vasos y se levanta con el eco de dos guitarras en convivencia, la acústica de Nando y la eléctrica de Javier, abrigadas nada más que por una armónica ocasional, unas voces de compañía y otra guitarra fugitiva. No suena un bajo ni una percusión. ¿Se echan en falta? Puede ser; de haberlo hecho habrían vigorizado un disco al que en cambio no le falta fuerza emocional. Reina en sus canciones una tristeza climática, un vapor dylaniano.

Regalo de su(s) propio(s) firmante(s) a través de intermediario. Deseaba conocer más a la pared triunfal, Nando, del proyecto Cincoparedes, el supergrupo de A Coruña que hace poco se asomaba a los balcones de este blog. Encuentro en Sombras de ciudad, grabado en 2012, un ejemplo más de cuanto brilla en el vasto océano del anonimato sin escatimar pasión. Deibes es el nombre del dúo, es el plural del apellido de sus autores, Nando y Javier Deibe, sombras de una música para echar un trago y mirar atrás con la nostalgia de los tiempos brumosos.

lunes, enero 04, 2016

GREATEST HITS 181: (YOU MADE ME FEEL LIKE) A NATURAL WOMAN (KING / FRANKLIN)


A nuestras mujeres.

Carole escribía canciones sencillas, de una pureza transparente, para expresar miedos, alegrías o necesidades humanas. Ahí están So far away, It’s too late, You’ve got a friend y esta (You make me feel like) A natural woman. El tema tuvo una intérprete de excepción en el homenaje que el Kennedy Center brindó estos días a Carole King. No sé qué emociona más, si la magnitud imponente con que la reina del soul Aretha Franklin aparece, canta y se levanta del piano o el orgásmico entusiasmo que se apodera de Carole King en el palco. Inmensa canción.

sábado, enero 02, 2016

BONUS TRACK 158: EARLY TOM PETTY & THE HEARTBREAKERS



Estamos en los 70, a mitad de una década en la que la música popular se bifurca en direcciones diversas, con desvíos hacia las vanguardias, las pistas de baile y las nuevas olas. Hay quien apuesta por no bajarse del tren en el que ha aprendido a masticar y digerir rock tradicional y pop fresco. En el sur de los USA late una joven banda criada en las chupas de cuero, las motos, las historias de calles y pandillas. Lidera un rubiales flacucho con la sonrisa torcida. Es Tom Petty al frente de The Heartbreakers (Stan Lynch, Ron Blair, Mike Campbell y Benmont Tench).

Cuatro décadas y 14 discos después (otros dos firmados en solitario), emerge un poder noqueador y sin arrugas de aquellos primeros álbumes. A Tom Petty & The Heartbreakers (1976) y You’re gonna get it (1978) le sucedieron obras igual de buenas y mejores donde el grupo barnizó de forma cada vez más fina su elegante mobiliario. He vuelto estos días de cambio de aires a sentir el viento alegre de aquella música iniciática de Petty y los suyos. Rock and roll pulcro y artesanal, pop iluminado y vitalista. Canciones directas y adictivas en la media hora que dura cada disco. Seguro que hubo alguno que profetizó que el tipo y su banda serían algún día grandes. Lo son.