sábado, octubre 29, 2016

VOLUME ONE 419: YOU WANT IT DARKER (LEONARD COHEN)

Aquí vuelve este señor de murmullos moribundos, este anciano venerable amoldado a su traje oscuro, cigarro en mano, bajo el sombrero, espécimen intelectual cual símbolo perseguido de barrio bohemio. Preparándose para el último viaje a sus 80 años, avisando al Señor desde el escritorio y entre rocío y neblina. Leonard Cohen. Monótona su voz que se apaga, sin rastro de expresión en el habla, respaldado por ese coro de mujeres de verbo ondulante que lo acompañan… Uf... No diré nunca que este hombre fue de los grandes. El aprecio que siento hacia su música no dura más de dos canciones por disco, a veces ni eso. Ninguna se me queda en este You want it darker (Columbia, 2016) que sabe a despedida; será porque los temas se desintegran como bloques de arena que sopla un viento leve, quedan atrapados en la voz cansada de este autor que no va más allá de lecciones vacuas. Somnífero.

Nota: 4/10

GREATEST HITS 187: NEW YORK CITY SERENADE… DIEZ AÑOS DESPUÉS

En dos posts de 2006 se escribió sobre este canción extraordinaria. Hasta hoy diría que no la hemos vuelto a escuchar. Por aquella época la serenata de Nueva York despedía algunas noches de fin de semana, como escribía el autor de aquellos posts. Andaba herido, con el veneno arañando su nostalgia. Y de madrugada, arrimado a los altavoces, se metía esta canción en el cuerpo hasta quedarse dormido. Sentía por sus entrañas que él estaba allí, en Broadway y Manhattan, en las calles que Springsteen caminaba o recorría al volante, con los tipos raros y las chicas guapas que se cruzaban a su paso… Quizá porque quería huir lejos, vivir en una ciudad que conocía por los libros y las películas, por las canciones, sin tener la más absoluta idea de que allí se vería tragado por una jungla feroz.
 
Aquel era el Bruce que apuntaba al sillón de jefe, un tipo flaco y menudo de barba y cabellos alborotados que hacía unas canciones excitantes, descomunales, como Kitty’s back, Incident on 57th Street o New York City Serenade, una rapsodia que arrancaba con el piano melancólico arrastrado en la madrugada y se daba una ducha al amanecer, al que seguían guitarras electrizantes y vientos apasionados y terminaba con el fundido emocionado de cuerdas borrachas de añoranza.
 
El Boss y su banda recuperaron esta serenata en sus últimos conciertos, más de cuarenta años después de haberla grabado. Incluso abrieron con este tema a plena luz del día, invitación desfasada a un viaje al pasado. Ahora, el autor de aquellos posts ha vuelto a escuchar NYCS en vivo en una de esas actuaciones, y se le han escapado unas lágrimas. No, no estaba pensando en diez años atrás ni echaba de menos sensaciones imaginadas. Solo pensaba en lo triste que se sentirá algún día cuando Bruce y su banda ya no interpreten su serenata de la ciudad de Nueva York.

martes, octubre 25, 2016

VOLUME ONE 418: SILVER TEARS (AARON LEE TASJAN)

Damos la bienvenida a este hombre. Aplaudimos el efecto resplandeciente, como los puntos de luz que su traje desprende en campo abierto, que crea la música que recopila en su segundo álbum, Silver tears (New West Records, 2016). Sí, una reunión acertada de canciones que beben de numerosos manantiales sin ahogarse en absoluto, un trago de agua natural. Veo esta imagen de Aaron Lee Tasjan e imagino que puedo encontrarme, como tantas otras veces al indagar en las cosechas nuevas de rock americano que atrae hacia sí el country, el blues o el folk, a otro aventurero con poco nuevo que decir y de rápido olvido.

Me equivoco al empezar con Hard life, y luego al alucinar con temazos como Ready to die y Refugee blues, o con joyas como Success o Where the road begins and ends. Porque en estas y en las demás canciones no me despistan tendencias artificiosas ni referencias evidentes, sino que celebro con sorpresa no tener que remitirme a nadie en este ejemplo caleidoscópico de rock americano que, sí, otra vez, se alía con sus hermanos del blues, el folk y el country. Hay un poco de todo eso en Silver tears, en clave juguetona, y juro que no soy capaz de citar a alguien a quien Tasjan me recuerde. Que no le nublen futuras ambiciones.

Nota: 8,5/10

miércoles, octubre 19, 2016

VOLUME ONE 417: HEART LIKE A LEVEE (HISS GOLDEN MESSENGER)

Consulta rápida en una fuente fácil, Wikipedia, para conocer algo más de Hiss Golden Messenger, del que había pasado por un par de discos. Al referirse al estilo de música, señala la entrada que el trabajo de esta banda/autor de Carolina del Norte tiene elementos de country, dub, country soul, rhythm & blues, jazz, bluegrass, funk, swamp pop, gospel, blues y rock. Si uno se detiene en las canciones de su último trabajo, el sexto, Heart like a levee (Merge, 2016), lo cierto es que puede advertir salpicaduras de esos estilos y mezclas arrojadas sin rubor, pero también sin riesgo, armonizadas de una manera natural y, por ello, admirable, en un mismo tema o alternadas a lo largo del minutaje. Así es. MC Taylor, al parecer ahora solo al frente de HGM, se rodea de otros músicos para trabajar un álbum que suena tan inclasificable como elástico, donde la aparente convivencia de tendencias no causa en absoluto desconcierto sino una vitalista satisfacción.

Nota: 8/10

domingo, octubre 16, 2016

BOOTLEG SERIES 51: SHINE A LIGHT. FIELD RECORDINGS FROM THE GREAT AMERICAN RAILROAD (BILLY BRAGG & JOE HENRY)

Algunos discos conviene escucharlos con los ojos cerrados. Para imaginar el paisaje cantado, las letras musicalizadas, su aroma. Este me parece uno de esos discos. Lo anunciábamos en julio y unos pocos meses después ya lo teníamos en nuestras manos (bueno, exactamente en nuestras manos no, todavía). Estos dos se lo pueden permitir: tomar el tren y cantar en las estaciones y entre el ruido, de Los Angeles a Chicago, revivir la música que habla de los trenes, los viajes, los vagabundos, la depresión, la esperanza… a lo largo de los raíles americanos, aunque ellos viajen cómodamente y no en vagones sin aire para respirar o huyendo de la justicia y el hambre o encima de ellos.

No es que encajen muy bien las voces de Billy Bragg y Joe Henry, pero funcionan y te acostumbras al contraste. La de Billy es grave y resuena, te da la sensación de que en cualquier momento va a lanzar una de sus proclamas en defensa del obrero aplastado; la de Joe aprieta las palabras y se contorsiona para explotar su expresividad. Las dos, con sendas guitarras de afinación parecida, conviven en diferentes capas de protagonismo en Shine a light. Field recordings from the great American railroad (2016).

Ahí en las estaciones, con murmullos de gente, silbatos, puertas que se cierran, altavoces o el canto de algún pájaro extraviado Billy y Joe y un pequeño equipo grabaron viejas canciones que hablan de trenes con la luz al frente abriendo caminos, joyas como Hobo's lullaby, Gentle on my mind, Early morning rain o The L&N don't stop here anymore. Bonitas canciones que mucho tiempo después se disfrutan mejor con los ojos cerrados.

jueves, octubre 13, 2016

NOBEL

Sus letras y su música son lecciones de nuestra escuela, aliento en la alegría y luz cuando nos hemos visto en tinieblas. Van más allá de cualquier premio. Pero qué bien sienta saber que ahora es Premio Nobel de Literatura. ¡Toma ya!

miércoles, octubre 12, 2016

1.500 Y 11 AÑOS

Este blog llega a los 1.500 post, 1.500 textos compartidos que una carpeta reúne y ordena escrupulosamente desde hace 11 años en la memoria del ordenador. Sí, 11 años que se cumplen este mes. En este largo tiempo (¿qué hacíamos entonces? ¿qué planes teníamos? ¿qué esperábamos del futuro? ¿quiénes éramos?) aquí se ha escrito de música y cine, de series de televisión y de cosas que nos pasan en la vida y por las que pasamos. La fiebre y el amor por el rock and roll y la música en general, los intermitentes arrebatos de pasión por el cine, la adictiva relación con las ficciones de TV y otros sentimientos variados como el afecto, la rabia, la decepción, el placer de viajar, las huellas del tiempo y el amor han impregnado los comentarios y reflexiones que contienen estos 1.500 textos.
 
No han sido pocas las veces en que, desanimados por los vientos de las malas rachas o agotados por las curvas que nos han deparado los capítulos inciertos de la vida, hemos pensado que ya era suficiente, que hasta cierto punto habíamos llegado y ya era hora de terminar.
 
Pero aquí seguimos.
 
Gracias a todos los que alguna o más veces habéis leído este blog.

VOLUME ONE 416: DAY BREAKS (NORAH JONES)

Con Norah Jones soy de los que se alienan a su lado. Desde el primer día, cuando su inocente voz sobre el tibio piano que sedaba el álbum Come away with me (2002) descubría a una joven pianista recibida por la puerta grande del jazz vocal para todos los públicos. Casi una cría era (23 años), con el recelo que provoca la frescura desconcertante de la juventud en terrenos de tan largo recorrido y de círculos elitistas (en ocasiones intransigentes) como el jazz. Cierto que el producto era fácil, comercial, bien fabricado para el estómago complaciente de pijos, modernos, demás gente cool y oyentes poco exigentes, vómito de puristas del género y puristas en general. Han pasado los años y hemos escuchado a una Norah Jones cada vez más adulta, sin subirse aún a trampolines altos ni desmarcarse de fórmulas eficientes, pero con discos cada año mejores, hasta la cima en la que se incrusta esa joya más arriesgada que es Little broken hearts (2012). Day breaks (Blue Note, 2016) nos devuelve a Norah en modo cool, arraigada a sonidos y climas que flotaban en su primer trabajo pero con más cuerpo y oficio, más liberada ella con aproximaciones más directas a un jazz menos cómodo o inclinaciones al rock acompañado de vientos. Entre el grupo de compañeros de estudio, ojo, contamos a gente como John Patitucci, Tony Scherr, Lonnie Smith, Brian Blade y Wayne Shorter. Más que bien.
 
Nota: 7,5/10

GREATEST HITS 186: WOODEN SHIPS (CSN&Y)

Esta es una breve dedicatoria a la nostalgia. A los paréntesis que te revelan que todo es diferente: la gente, las conversaciones, los lugares, la música… Somos diferentes también. Y echamos de menos canciones como estas.

domingo, octubre 09, 2016

LIVE IN 194: FABIÁN, A CORUÑA 2016

Noche de música frágil y calidez emocional en el rincón del Bâbâ Bar de A Coruña. Silencio ambiental, disfrute tranquilo, con músicos y amigos entre el público que se agarran a las virtudes de la sencillez. Canta Fabián. El aplauso premia la pureza, la belleza. Ternura folk en los límites del rock y el extrarradio del indie.
 
Lo sigo desde lejos, aunque he pasado por todos sus trabajos, cinco. No consigo quedarme con sus canciones, pequeñas (o grandes) historias cercanas expresadas en voz baja, con delicadeza instrumental y sonidos tersos; solo guardo vagos recuerdos generales de cada disco, obras manoseadas con mimo, tanto a veces que al acabar de escucharlas pesa un poco la monotonía vocal; si debo quedarme con alguno que me causase verdadera admiración, escojo su tercer álbum, Después del incendio y otras cosas así.
 
En vivo, como de verdad se mide el talento y el calibre escénico de un músico, Fabián me dice que la música, incluso rodeados de gente (miles o medio centenar, como ayer), es el más íntimo de los placeres. Escucho, veo y siento a Elliot Smith (que no me gusta) o a Josh Rouse (que me gustaba más antes) o a Ryan Adams (que volvió a gustarme ahora) o a Damien Rice (que dejó de gustarme). Pero Fabián escapa de las referencias y viste un modelo único, ajustado a la sencillez expresiva de su voz que parece descomponerse, de una guitarra suave y del respaldo leal del piano de Alfredo González. Autores y creadores nos hemos cansado ya de conocer y escuchar. Fabián es de los buenos de verdad. Así de fácil. O difícil.

viernes, octubre 07, 2016

BONUS TRACK 166: LET IT BLEED (THE ROLLING STONES)

La noticia del día (de ayer) es que los Stones han vuelto al estudio, que tienen material nuevo grabado una década después del que habían reunido en el excelente álbum A bigger bang. El próximo disco será Blue and lonesome y estará a la venta a comienzos de diciembre. Jagger, Richards, Watts y Wood prometen blues, semilla de inspiración y creación siempre y ahora, cuanto más viejos son, algo que nunca han dejado de fabricar bien. Por eso vuelvo hoy a Let it bleed, por ejemplo.

Estamos a finales de 1969. El disco se empezó a grabar un año antes y en ese tiempo ha habido turbulencias: Brian Jones es despedido de la banda y muere ahogado en su piscina pocos días después. Mick Taylor le sustituye. (Cada uno toca en dos temas). La novia que Jagger tenía entonces, Marianne Faithfull, entra en coma por culpa de sus abusos de consumo mientras él trabaja en una película en Australia. Así que el trabajo se graba a trozos bajo la producción de Jimmy Miller tras el fantástico Beggars banquet.

Y la música de Let it bleed… pues dos bombazos narcotizantes como Gimme shelter y Monkey man, un viaje psicodélico como Midnight rambler, el himno de estilo elegíaco en que se convierte You can't always get what you want, y blues y country para abrigar la grabación. Qué bien me ha sentado este regreso al pasado. Con la mejor banda del planeta.

lunes, octubre 03, 2016

LIVE IN 193: VAN MORRISON. DEJA QUE CANTE

Algo encuentro de significativo en que antes de reescribir el catálogo en su proyecto de duetos del año pasado Van Morrison titulase su álbum anterior 'Nacido para cantar, no hay plan B' y que el disco siguiente lo titule 'Mantenme cantando' (o 'Deja que cante'). La elección responde, me atrevo a pensar, a que a medida que pasan los años y los discos Van Morrison siente que no puede dejar de hacer lo que mejor hace y sabe hacer, cantar.

Me gusta Van Morrison. Mucho. Y me causa orgullo proclamarlo esta admiración ante cualquier recelo o rechazo que pueda suscitar la figura y la obra del autor norirlandés. Imagino que la falta de riesgo en sus trabajos lo ha condenado al rincón de una intrascendencia al que se suele condenar a músicos de largo recorrido acomodados sin disimulo en obras fáciles y cómodas. No niego la acusación, pero me opongo a compartirla.

Morrison ha actuado siempre a su aire, en su corriente. Y lo demás no importa. Ha hecho la música que le ha gustado sin adaptarse a modas ni sucumbir a caprichos. Se puede decir que desde hace dos décadas no se sale de sus patrones predilectos, balanceándose en un columpio que va al soul y vuelve al blues, muy limpio siempre en ese terreno confortable que enlaza el pop y el R&B, a veces con desvíos menos afortunados al country o al folk.

Por eso admito que, sobre todo en estas dos últimas décadas, es muy fácil perder la memoria de sus canciones y de sus discos sin saber qué contienen estos ni a cuál pertenecen aquellas. En este periodo encumbro The healing game (1997) y Born to sing: no plan B (2012), discos con temas memorables; de los demás, más olvidados, recuerdo muy buenos temas, como algunos de los que incluye Down the road (2002) o Keep it simple (2008).

Y ahora nos vemos con Keep me singing (2016), su álbum de estudio número 36. Bueno, bonito, entrañable, relajante. Le faltan momentos altos aunque sí guarda unas cuantas delicias (The pen is mighter then the sword, In Tiburon). No conseguirá devolvernos al enorme Van Morrison de los años setenta (no es necesario), pero seguirá haciendo que tenga ganas de no dejar de escucharlo.