GREATEST HITS 315: A WHITER SHADE OF PALE (PROCOL HARUM)

La máquina del tiempo detiene el jukebox en 1967. Nacían Procol Harum y su primer sencillo, un éxito monumental entonces, me acompañaría años más tarde en las horas de la noche en que la radio me llevaba al sueño después de estudiar con emisiones ya desaparecidas. A whiter shade of pale sonaba a elegía, a ritual de prestigio, a grandilocuencia nostálgica. El grupo sobrevivió a su canción emblema, sin salirse de las filas secundarias, y el hombre con el que se habían dado a conocer, Gary Brooker, aquella voz detrás del órgano ceremonioso, nos dejó el año pasado. Sirva este recuerdo tardío.

VOLUME ONE 626: FIRST TWO PAGES OF FRANKENSTEIN (THE NATIONAL)

The National están bien, me gustan. Lo digo porque, seguramente de un modo inconsciente y apresurado, pronto empecé a relegar a esta banda, a congelar cualquier interés por su música. Me pudo la pereza, y tarde descubrí que tenían argumentos para contentarme que no había querido ver. Intuición equivocada. Ahora, con su álbum más nuevo, First two pages of Frankenstein (4AD, 2023), me refugio en su delicado dramatismo, el mismo que barniza en blanco y negro trabajos anteriores, pulcro y estilizado, como regodeándose en su infortunio y convertido en inconfundible sello de la casa. Matt Berninger es un cantante cuya distancia engaña, su frialdad resulta acogedora, y el envoltorio sedoso de los hermanos Dessner y Devendorff hacen gala de una arrebatadora elegancia. Este disco brilla en buenos cortes (Eucalyptus, The Alcott) y abriga contra el frío.

Nota: 7,5/10

GREATEST HITS 314: DON'T LET ME BE MISUNDERSTOOD (NINA SIMONE)

Nina no era de ningún tiempo y de ninguna parte. Decidme, ¿habéis oído hablar de Nina Simone? ¿la habéis escuchado? ¿sus canciones os han elevado sobre un público imaginario? ¿os habéis fundido en su tristeza? ¿sabéis lo que es la miseria y la grandeza? Me vale cualquier canción encerrada en el mundo atormentado de Nina. Esta es para que no la malinterpretemos. Reposa como el hechizo de una tribu que se propaga a través del calor de la noche en una jungla inexplorada. A ella le basta con susurrar para mecernos, para dejarnos libres en lugares y tiempos sin identificar.

BOOTLEG SERIES 116: ANN-MARGRET

Esta es una curiosa rareza, también un fallido intento por revivir cantos de cisne de la mano de la nostalgia. Este bellezón motorizado en plata ajustada de la imagen es la Ann-Margret de los años sesenta, no la señora de 81 años que hoy aún ronquea más temblorosa y a la que no parece llegarle la voz al micrófono. La sueca pelirroja que fuera novia de Elvis, actriz que se había esfumado y cantante que cambió el micro por las cámaras, quizá fue una digna vocalista hace más de cuatro décadas, pero ahora, en este retorno fácil con sólida protección en el estudio y un repertorio sin riesgo, naufraga por no tener a lo que agarrarse.

A ver: recuperar clásicos harto explotados como Rock around the clock, Bye bye love, Volare, Can't take my eyes off you o Born to be wild ya no espabila ni a los más apegados a la música de otros tiempos. Ni siquiera uno se emociona con que Pete Townshend, Joe Perry, Steve Cropper, Brian Auger o los insólitos Pat Boone o Rick Wakeman hagan acto de aparición. De Ann-Margret queda el recuerdo de sus ojos verdes envueltos en su cabello naranja, muy lejos del presente.

GREATEST HITS 313: GREEN RIVER (CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL)

Aquel año 69 fue suyo, de la Creedence, sin discusión. Tres discos en once meses, de media hora o menos, producción en serie empapada en las guitarras imbatibles de John Fogerty, canciones de dos minutos y medio que no precisaban de más para absorberte. Qué fácil parecía su música, qué simpleza prodigiosa, qué ritmo animoso y penetrante que te cogía en cada canción y te llevaba de viaje hasta los caminos polvorientos de las tierras llanas o las aguas verdes de ríos que confluían en pantanos. Green river, en su aparente sencillez, latía (y late) con magia impagable. Qué poco necesitaba un cuarteto perfecto.

GREATEST HITS 312: GYPSYS, TRAMPS & THIEVES (CHER)

Es muy probable que este blog adopte durante un tiempo el modo greatest hits, ya sabéis, esas canciones cuyo carácter especial se explica en la interioridad del oyente y en el capricho variable de sus gustos. Ya veremos. Pero es probable, como digo, que, ante un mes y medio largo de deberes y exigencias que quitarán tiempo (y energías) al firmante de estos capítulos de evasión, este decida tirar por lo fácil: compartir sus debilidades con quienes sigan leyendo y escuchando estas páginas.

Así que arranquemos (y ya se verá qué pasa) con Cher. Con estos gitanos, vagabundos y ladrones que la seducían en 1971, protagonistas de una de aquellas canciones que hace unas cuatro décadas me hacían compañía en las noches en las que el dial me dejaba dormido en emisoras como Radio 80. Cher, que con el tiempo se transformó en una máscara, guardaba entonces los seductores encantos que a finales de los sesenta la habían hecho tan popular.

BONUS TRACK 277: GARBAGE (GARBAGE)

¡Cómo nos dejamos impresionar entonces, allá en el 95, con este grupo que se bautizaba entre escombros y porquería: Basura! Efectos por aquí, loops por allá, ruidos delante, repeticiones detrás. Indie rock bañado en electrónica y plástico. El productor que propulsó a Nirvana a los cielos, Butch Vig, era el manitas en la batería y el estudio de Garbage, el primer álbum de Garbage, desde entonces con el rostro vampírico y peligroso de la escocesa Shirley Manson al frente. La mitad de aquel disco de plumaje rosa aún conserva el gancho adictivo de su despegue (Stupid girl, Queer, Vow, Fix me now, Only happy when it rains, con la sensual Shirley en modo susurros abrasivos), la otra mitad permanece entre la niebla. La continuación, Version 2.0 dos años después, ya perdía la capacidad de asombrar pese a otro puñado de buenos singles. Después, el resto del legado sigue entre la espesura de esa niebla.

VOLUME ONE 625: GOLD (CARTER SAMPSON)

Hay multitud de voces cuyas ondas se expanden desde Missouri, desde Carolina del Norte, Atlanta, California, Tennessee, Minnesota, la gran manzana de Nueva York... desde cada rincón americano donde el folclore se agita y transforma para exprimir variedad de caras musicales. Muchas de esas voces se pierden y olvidan, se confunden, no hacen ruido; otras quedan, sin saber bien cómo describirlas o explicarlas, con los límites difusos entre el folk, el rock, el country y el blues. Apostaría a que la voz de Carter Sampson, de Oklahoma City, permanecerá. Esta mujer me ha atrapado con una frase: "Incluso te he dejado tocar mi guitarra, nunca he amado a alguien con tanta fuerza". Me había llegado alguna vibrante canción suelta de esta autora, ahora todo un álbum de una pureza directa y sin florituras, Gold (Horton Records, 2023), mi particular presentación de un nombre a tener cerca, relatora auténtica a la que buscar comparaciones y no encontrar ninguna. Eso, en su caso, es garantía.

Nota: 8/10

GREATEST HITS 311: THE PRETENDER (JACKSON BROWNE)

Las canciones de Jackson Browne parecen vestirse con ropas ligeras. Tienen una plácida profundidad, versos sabios, irrebatibles sentencias. Sus primeros cuatro álbumes no admiten discusión, son casi impolutos. The pretender (1976), el cuarto, se cerraba con la canción de título homónimo: no sé bien cuánto fingía el bueno de Jackson, pero cada vez que lo escucha cantar el tema (aquí, tan joven aún veinte años después) me fío de lo que dice sin dudarlo y me entrego a sus palabras.

VOLUME ONE 624: COMMON NATION ON SORROW (RACHEL BAIMAN)

No hace ni dos años que esta chica cayó bajo mi radar con su álbum Cycles. Ahora firma Common nation of sorrow (Signature Sounds, 2013), y Rachel Baiman ya está detectada para no perderle la pista. A los 18 años se había asentado en Nashville, y todo aquel o aquella que respire un tiempo largo esta ciudad merece un mínimo de atención. Su último trabajo, el primero que autoproduce y para el que ha contado con el apoyo de Tucker Martine en las mezclas, esconde un mensaje de protesta (contra el capitalismo que crea desigualdades e injusticias, contra la voracidad del dinero, contra un sistema opresor...) tras una grata apariencia de reposo y ternura. Ella remite a las también frágiles y deliciosas Sera Cahoone, Erin Rae o Jess Williamson, juguetea con las cuerdas y despacha una breve colección de magníficas canciones (Self made man, Lovers and leavers, Bitter).

Nota: 8/10