sábado, enero 31, 2009

VOLUME ONE 174: WORKING ON A DREAM (BRUCE SPRINGSTEEN)

En realidad debería hablar o escribir de Billy Powell. Pero, ¿quién es Billy Powell? Me lo callo y escucho entero el pájaro libre. Y presto unas líneas a Bruce Springsteen. Ni eso debería prestar. Me duele de verdad que el Boss haga esto, un disco ramplón, sobrecargado de clichés, de marcas de la casa, de sellos distintivos repetitivos y aburridos, del puto Brendan O’Brien con la orquesta de fondo y los coros familiares de la Boss family explotados hasta el cansancio. Algunos se niegan a admitirlo, pero Working on a dream (Columbia, 2009) son descartes de Magic y de The rising, buenos discos, sí señor, que dejan en evidencia la banda sonora del cambio, del puto negro en la Casa Blanca. Qué mala espina me dio el Jefe en cuanto me enteré de que tan pronto tenía un disco listo. Vete a casa, tío. Deja de dar el coñazo. Eres grande, muy grande, pero no tanto, en realidad.

Un par de canciones son estupendas, de verdad, Life itself, What love can do o hasta The wrestler. Nada más.

Nota: 5/10 (porque es el Boss).

miércoles, enero 28, 2009

SOUNDTRACK 75: WEEDS (1ª temporada)

¿Cómo es posible que podamos ganarle simpatía a una madre joven que vende marihuana a sus vecinos para mantener su alto nivel de vida en una lujosa urbanización de los suburbios tras la muerte de su esposo? ¿Por qué nos va cayendo mejor su irritante cuñado, ocupado en drogarse y sacar tajada al negocio de la esposa de su hermano sin ningún tipo de cautela delante de sus sobrinos? Y esos mocosos, el pequeñazo travieso ya le suelta a su madre que no quiere tardar en consumir; y el mayorcito salido empieza a tontear con las sustancias con tanto descaro como con los encantos de sus novietas. Ah, y los vecinos, cornudos e infieles, falsos perfectos, puritanos de postal infectados de vicio. Nadie es perfecto en Weeds, por supuesto, pero es que nadie actúa con corrección. Y sin embargo, no hay espacio en los 24 minutos que dura cada episodio de esta serie americana para que la moral cuestione los actos de estos nada ejemplares personajes.

¿Por qué? ¿Por qué aplaudo esta serie? Porque así son los personajes y así se muestran, sin lugar a que nuestras reservas y censuras se precipiten a condenar acciones y reacciones. Cada uno elige lo que es sin apenas remordimientos de conciencia, al fin y al cabo se trata de sobrevivir y no importa el modo. ¿Es tan honrado hacerlo con iniciativas benéficas y altruistas como con medidas delictivas y egoístas? Cada uno escoge.

Weeds es una serie creada por Jenji Kohan, guionista y productora de Las chicas Gilmore, que nunca he visto. Con Weeds me he lanzado con imprevista tolerancia a las calles y casas de esa ficticia ciudad donde siempre luce el sol y cada fachada esconde las miserias de quienes viven detrás. Mary-Louise Parker, la madre pija que vende hierba, está irresistiblemente atractiva en su papel, frágil bajo la máscara que tapa sus intenciones perniciosas, vencida ante sus entrañables proveedores pero vencedora en cada empeño por no renunciar a su acomodada vida. La otra ganadora de la función es su vecina, interpretada por Elizabeth Perkins, cínica y patética, de lengua mordaz y cuerpo venenoso.

He terminado la primera temporada. Me pondré con más.

lunes, enero 26, 2009

VOLUME ONE 173: TONIGHT: FRANZ FERDINAND (FRANZ FERDINAND)

En cierto modo voy a morderme un poco la lengua. No hay que ser del todo absoluto, algunas rectificaciones hacen acto de presencia cuando menos uno se lo espera. Hace tiempo comenté que no me gustaba este grupo, Franz Ferdinand. Lo dije en la postrera efervescencia de su primer álbum, poco antes de que apareciese el segundo. Ahora que van por el tercero, que han tardado casi cuatro años en tener listo tras un vertiginoso despegue de éxito, debo decir que veo a FF, este producto tan bien diseñado, con un poco más de simpatía.

Tonight: Franz Ferdinand (Epic, 2009) va a cumplir sus objetivos: vender y despertar las ganas de bailar. Los que amaron los dos trabajos anteriores del grupo escocés no se van a sentir defraudados, encontraron un puñado de temas hermanos de los que entonces bailaron tanto en festivales o pistas de club (Turn it on, No you girls, Can’t stop feeling, Bite hard). Se lo pasarán bien, y eso es lo que importa. Los que dudaron tanto de las primeras propuestas de la banda quizá se tropiecen con sensaciones animadas. Me incluyo en este bando. Sigo pensando que ya es tarde para acuñar inventos musicales. Franz Ferdinand no lo hacen, se limitan de nuevo a jugar con esa apuesta rítmica que tan bien le funcionó para tratar de repetir éxito: guitarras contagiosas, batería machacona, bajos saltarines y unos cuantos gritos de euforia en los estribillos. Se intuye en este disco un avance en la inclusión de frivolidades sonoras con teclados y el conjunto mantiene homogeneidad hasta los dos últimos temas, fácilmente desechables. Esta vez me ha gustado… lo justo. A lo mejor es el estado de ánimo.

Nota: 6/10

domingo, enero 25, 2009

BONUS TRACK 62: IN UTERO (NIRVANA)

Este disco es terrorífico. Algunas de sus partes producen náuseas. Dan ganas de coger un martillo y partir a trozos el vinilo o el cd. Esta valoración es quizá algo tardía. De camino a un concierto y entrelazando diversas conversaciones musicales con Il Divino Codino me di cuenta de que nunca había escuchado In Utero (DGC, 1993), el tercer disco de Nirvana. ¿Me perdía algo importante?, ¿suponía una gran laguna haber pasado este álbum por alto? Ya digo, dieciséis años me parece demasiado tiempo para conservar intacto el efecto de alguna música, y la de Nirvana es una de ésas que se ve dañada por el paso de las estaciones y el crecimiento de aquéllos que en su día saltaron desmelenados al ritmo de sus hachazos.

Ahora comprendo por qué en aquellos años oía decir a gente que este grupo era muy malo, así, “muy malo”. A mí, Nirvana, ni fu ni fa. Never mind está bien, no se puede negar. Le ayudó el impacto de las ventas y el desencanto de una generación que necesitaba explotar en evasiones como la música y el ruido, encontrase o no en ellas una tabla de salvación. In Utero, hoy en día, me resulta hasta una torpeza de adolescentes cuyos temas más reconocibles son ahora viejos maragatos que da vergüenza recordar. Su sonido, crudamente maltratado por la producción de Steve Albini, es amenazador. No me extraña que el burdo poeta americano se borrase de este mundo poco después.

viernes, enero 23, 2009

BOOTLEG SERIES 17: JAMES BROWN’S 50th ANNIVERSARY COLLECTION

Cada cierto tiempo acudo a los clásicos imperecederos para refrescar los oídos y retomar cómodos descansos musicales. Me escucho cajas o colecciones de dos, tres o cuatro discos de un artista para penetrar en ellos, en su música, en los entresijos de su creación y en lo que surge de ella. Lo hice con Otis Redding, Aretha Franklin, The Supremes o Lynyrd Skynyrd. El último visitante ha sido James Brown a través de una reciente reedición, con un documental de su vida incorporado, de The 50th Anniversary Collection. ¡Guau!

Las marcas que lo definieron le hacen justicia: Mr. Dynamite, Soul Brother Nº1, Godfather of Soul, Minister of New Super Heavy Funk. La que sea vale para acompañar hasta la eternidad a un artista excepcional. Lo veo o escucho cantar, gritar, caerse abierto de piernas o girarse entrelazando los tobillos, fingir un desfallecimiento o bañarse en sudor marrón, moverse como un orangután o simplemente abrir su apabullante sonrisa y alcanzo a comprender la magnitud de su obra. Su vida fue un revoltijo y recordar sus problemas con el fisco, sus estancias en la cárcel o su grotesco envejecimiento causa tristeza. Por eso prefiero recordarlo a ciegas.

Su tránsito del soul al funk me parece brutal, no por la contundencia del salto, sino más bien por la compenetración perfecta que se produce entre ambos estilos hasta que los ritmos más repetitivos e incendiarios del funk acaban ganando la partida. Creo que en ese paso adelante que dio a comienzos de los setenta está el germen de cuantas corrientes bebieron después de su música, de esos ritmos: la música disco, el rap y el hip hop. James Brown era una fiera que estallaba, un diablo en llamas que convertía su pasión en el irrepetible espectáculo de un genio poseído por la música.

lunes, enero 19, 2009

LIVE IN 67: DESPEGUE HACIA UN INCIERTO HORIZONTE

Ya se afilan los cuchillos. Habrá quien los degüelle sin respeto como a cualquier banda de adolescentes prefabricados. Habrá quien repita que siempre han estado sobrevalorados y no les quite un gramo de sobrepeso a grupos o tipos como Wilco o Jack White, por ejemplo. Habrá quien le joda que sigan siendo noticia de portada por volver a grabar un disco y otros muchos músicos no merezcan ni una reseña de dos líneas. Los habrá que seguirán despotricando porque no aguantan que el bocazas de su mesías eclipse las virtudes del conjunto… A lo mejor yo hago algo de esto. Ya veremos.

De momento dejan oír su SINGLE, parece que no muy bien recibido. A mí no me convence. Lo escuché casi dos veces: en la primera me asaltaron las ganas de darle al ‘stop’ antes de que acabase el tema; en la segunda me esforcé por percibir aciertos. Si los tiene, no los disfruté. Producen tres de sus ingenieros y lumbreras habituales, pero parece que (al menos en este tema) se han atropellado con una sobredosis de sonidos.

Escucharemos todo el disco, le prestaremos una atención más detallada que a muchos otros, seguro, y quizá cambiemos de opinión más de una vez. Pero por ahora tengo la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor. A ver, a ver, el 2 de marzo.

domingo, enero 18, 2009

LIVE IN 66: CALEXICO II (Vigo, 16-01-09)

… Y las veces que sean. Calexico. Ésta fue la segunda, en numerosa y agradable compañía. Ha pasado tiempo, pero no importa. La música mantiene vivos algunos vínculos imperecederos. Temblará la cuerda de una guitarra y se estremecerá un pedazo de carne. Un abrazo siempre caliente.

Qué tipos. Burns, un colega, qué majo, ahí para lo que sea. Burns, alegre y amigo, tu música es mía. Por los discos de los discos, amén. Cierro los ojos, desierto y sol, calor y arena, un camino sin destino, ahí estoy. Alguien a quien quiero, al otro lado del alambre, del cable. Todo pasa y se pierde, menos la trompeta, y el pedal, y las cuerdas sin final. Gran concierto.

Oro: Man made lake

Plata: Two silver trees

Bronce: todas las demás.

jueves, enero 15, 2009

VOLUME ONE 172: SKIN DEEP (BUDDY GUY)

Antes de reencontrarme con Buddy Guy en el film-concierto-documental Shine a light, de Martin Scorsese, lo tenía olvidado desde hacía bastante tiempo. Su intervención junto a los Stones, interpretando el tema Champagne and reefer, es uno de los mejores momentos de la cinta, y durante el desarrollo de la canción se produce un gran instante, una mirada irrepetible de este fantástico ‘bluesman’ a los ojos del espectador, entre desafiante y traviesa, con un punto de amenaza y chulería en lo que duran no más de diez segundos. Gran Buddy. Después me enteré de que Mr. Guy sigue grabando. El año pasado firmó Skin deep (Silvertone/Zomba, 2008) con la ayuda de unas pocas compañías de lo más acertadas para revitalizar (si es que en algún momento perdió su chispa) el blues rock eléctrico.

Buddy Guy es un ‘bluesman’ duro, un veterano sargento del blues enchufado al amplificador que descarga una elegante agresividad a su música. Este álbum es un ejemplo. Está soberbiamente trabajado, con equilibrada testosterona como para evitar bajones o reposos y decorado por un disciplinado y perturbador cruce de guitarras, las de Eric Clapton, Derek Trucks, Robert Randolph y Susan Tedeschi en plena armonía con la de Buddy Guy. Sus manos nunca se agrietan, su voz tampoco… son la de un guerrero de 72 años todavía brincando en la juventud del blues.

Nota: 8/10

lunes, enero 12, 2009

VOLUME ONE 171: TENNESSEE PUSHER (OLD CROW MEDICINE SHOW)

Ahora que llueven merecidos elogios a The Felice Brothers no estaría de más desviar aplausos hacia Old Crow Medicine Show, una rama genealógica de ese árbol por cuyo tronco bifurcado fluye la música americana tradicional, melodias y sonidos que unen el folk, el country, el bluegrass, el blues y el rock con lazos de estrecho parentesco. Este grupo asentado en Nashville tuvo su gestación en Nueva York de la mano de dos chicos del estado de Virginia y recibió su bautismo en un festival de Carolina del Norte a finales de la década pasada. Se trasladaron a Nashville para convertirse en quinteto y para crear y reinterpretar piezas de cuerda de inspiración añeja y viejas canciones de guerra y del campo. Tienen tres discos, el segundo producido por David Rawlings, pareja de Gillian Welch, y el tercero, por Don Was (The Rolling Stones, Bob Dylan…), este placentero Tennessee Pusher (Nettwerk, 2008).

Lo que en Felice Brothers cobra tintes algo tenebrosos, ese vínculo de referencia más primitivo que clásico, en Old Crow Medicine Show se vuelve más luminoso, alegre, y en ocasiones también intrigante. Predominan los violines hermanados y sobre todo las guitarras fluidas, mandolinas y banjos frágiles e irresistiblemente bonitos, acogedores. Los voces son más convencionales que las de los hermanos neoyorquinos, pero no dejan de ser un fino complemento armonioso para una música que suena, huele y sabe a tierra americana. Motel in Memphis, Tennessee Pusher y Metamphetamine son temas fabulosos.

Nota: 8/10

viernes, enero 09, 2009

GREATEST HITS 62: WITH ARMS OUTSTRETCHED (RILO KILEY)


Esta es una de las canciones más bonitas con las que me he tropezado últimamente. Se la escuché a sus autores, Rilo Kiley, en uno de sus discos, The execution of all things (2002), y también cerró el episodio piloto de la serie Weeds, la más reciente de mis aventuras televisivas. Diría que la voz púber de Jenny Lewis transmite la inocencia de un tiempo añorado mientras viaja por sinuosas carreteras en el asiento del copiloto hacia un punto poco deseado. Me gusta su advertencia: “No te vuelvas loco pensando que eres más de lo que eres con tus brazos extendidos hacia mí”. Quieto ahí, chaval, no es tan fácil conquistarme aunque te parezca tan sencillo.

(Lamento no encontrar un vídeo en condiciones, pero este montaje sirve)

miércoles, enero 07, 2009

VOLUME ONE 170: 24 HOURS (TOM JONES)

El rugido penetrante de Tom Jones y su mítica aura cachonda permanecen intactos con 68 años a cuestas. Acaba de grabar y publicar 24 hours (S-curve, 2008), un trabajo que en su forma escapa de las modernidades recientes a las que se enganchó en discos como Reload y Mr. Jones (aunque todavía conserva alguno de sus atributos sonoros en los adornos de la producción), pero que en su fondo lo devuelve a los años mozos en que su soul de club aceleraba y partía corazones y su pechera peluda lucía al descubierto. Podría parecer que Jones roza los límites que lo convertirían en una atracción de feria, pero con este nuevo disco el volcánico galés mantiene adeptos en quienes lo admiraban hace cuarenta años y en quienes, aún más jóvenes, vibramos con Delilah o She’s a lady, canciones que latían antes de nacer.

24 hours es un moderno ejercicio retro que está bien. Empieza mejor que termina, ya que después de descargar su voraz sexualidad a base de ritmos de funk, soul y rock y torrentes de voz el álbum se va apagando, pierde carne y encanto. Sobran los últimos tres cortes, muy flacos y sofisticados, impropios para el natural tono pícaro de Tom Jones. En todos los anteriores el tipo se lo pasa en grande, disfrutando de lo que fue con plena dignidad y orgulloso por seguir haciéndonos bailar con su nervio.

Nota: 7/10

domingo, enero 04, 2009

VOLUME ONE 169: EVERYTHING IS BORROWED (THE STREETS)

Este es mi primer contacto con The Streets. A Bob Dylan le gusta, o eso creo; lo supongo porque escogió una de sus canciones para un programa de su magnífico espacio radiofónico, Theme Time Radio Hour, el que dedicó a los “ojos”. Dry your eyes fue el tema, una preciosidad extraña que hizo que me acercara a la música que se esconde detrás de The Streets. Mike Skinner es The Streets. Hace hip hop, o electrónica (desconozco qué porcentaje de pureza de cada género contiene su música), o una mezcla de ambos aderezada con funk, soul, folk y gospel; un experimento sensitivo, en cualquier caso, que me resulta novedoso (quizá no innovador, porque desconozco las variantes que pueden nacer de la agitación de estos estilos) y atractiva. Everything is borrowed (679, 2008) es el cuarto de los exitosos discos de este autor de Birmingham, un singular músico urbano que habla y canta sus temas con marcado acento 'mockney' del centro de Inglaterra.

Skinner tiene 30 años y desde los quince juega con los instrumentos y las voces como si crease pócimas en un laboratorio químico. Empieza una canción (por lo menos las de este álbum) y no sabes lo qué te vas a encontrar: una suave guitarra eléctrica seguida de un coro dulce de voces femeninas, una fusión impredecible de saxos, trompetas, campanillas o versos callejeros con percusión primitiva, un arrebato bluesero con tiernos fragmentos garageros… cualquier cosa, cualquier capricho bien elaborado y cubierto por los sonidos naturales del hip hop. Es demasiado blanco para ser sucio y agresivo, demasiado dotado para ser maldito. Y está francamente bien.

Nota: 7/10

viernes, enero 02, 2009

UN DISCO AL DÍA

Como en los dos años anteriores intentaré seguir la costumbre de escuchar al menos un disco cada día. El que sea: una novedad, un disco antiguo sin conocer, uno que ya he escuchado varias veces, otro del que no me acuerdo… Será la receta que tenga que acatar, como si la escucha de un poquito de música nueva o vieja al día sirviese para cuidar los niveles del colesterol o del ácido úrico. Lo que usted mande, doctor. Ojalá que esta medicina tenga agradables efectos secundarios.