miércoles, junio 29, 2016

LIVE IN 189: WILCO, A CORUÑA 2016

Hay música, bandas, que te aportan en vivo algo diferente a cuanto te han dado los mejores conciertos de tu vida. Una intensidad inequívoca. Un éxtasis liberador. Una distinción fuera de lo común. Acaba la velada y te dices varias cosas: cuánto ruido han hechoqué rayantes se han puesto… qué exquisitos parecen… qué buenos son estos tíos. Wilco.

En Oporto hace unos años sentí lo mismo que hoy en A Coruña, en la calidez del Palacio de la Ópera. El saber estar, el saber ser, el saber brillar se gana con el tiempo y las giras, con un prestigio auténtico que va más allá del nombre y su peso y de toda veneración. Wilco son división mayúscula. Músicos sublimes dotados de naturaleza asombrosa.

Dos horas diez, 26 temas y un maravilloso set acústico para cerrar. Todos en pie. Magníficos. Art of almost, Spiders o Impossible Germany obligan a la ovación. Lo mejor: que cuando esperas que tu mejor acompañante te vaya a decir que no le ha gustado mucho el bolo te sonríe celebrando lo bien que se lo ha pasado.

lunes, junio 27, 2016

VINILOS

El título original es mejor: Vinilos, el arte de hacer discos. Un arte, sí, y tecnología, y diseño, y creatividad, y negocio, y música. Vinilos, piezas de nuestro pasado, reliquias renacidas. Es placer mirarlos, tocarlos y hacerlos girar. Esta es una lectura ligera para estos días, conocimiento y recreo con el tamaño adecuado, 30x30 centímetros. Vinilos. Historia ilustrada del disco. Mike Evans, autor de biografías y no pocas obras históricas musicales, pone la firma. Ágil lectura y generoso catálogo de imágenes, sobre todo portadas de discos. Cómo se fabricaron los primeros tocadiscos, cómo se crearon los discos, cómo se vendieron, qué compañías nacieron, qué sellos produjeron, qué discos alcanzaron la cumbre, qué diseñadores de cubiertas aparecieron, qué impacto causaron los discos entonces y cómo los conservamos hoy. Milagro: un plato sobre el que una aguja cae para que se libere la música. Qué cosas tiene la ciencia.

jueves, junio 23, 2016

VOLUME TWO 78: (LA ESCAPADA DE) RED HOT CHILI PEPPERS

Prefiero cada vez más entrar con escaso conocimiento en discos que de una forma u otra me interesan para dejarme sorprender. Así que cuando me entero de que Red Hot Chili Peppers sacan al mercado un nuevo álbum que se titula The getaway (2016) me pregunto primero, según el título, de qué escapa el grupo de Los Angeles y me informo después solamente de que tras una larga colaboración con Rick Rubin desde 1989, la banda cambia de productor y se pone en manos de Danger Mouse, a quien incluso U2 ha recurrido para arreglarle con cierta dignidad su desnortada carrera. ¿Escapan RHCP de Rubin? ¿de sí mismos?

Luego me pongo a pensar en los Peppers, un grupo que siempre me cayó simpático pero del que nunca profesé entrega. Hoy Blood Sugar Sex Magik (1991) y el repudiado One hot minute (1995) no han perdido para mí ninguna fuerza, pese al desgaste multimedia del primero. Además me traen gratos recuerdos de otros tiempos ociosos y me acercan a buena gente. Y pienso en que RHCP se han hartado quizá tanto de ellos mismos que han acabado por hartar a quienes en su día se acercaron mucho a ellos. Víctimas de la insignificancia a pesar de haber espaciado sus reapariciones.

Hoy la banda, empeñada en querer parecer joven y aún saltarina, poco nuevo tiene que contar. Cualquier reemplazo de John Frusciante no consigue enterrar su manera de interpretar con la guitarra. Sin embargo, tras dedicarles el respeto de más de una atenta escucha a su 'escapada' acabo en cierto modo reconciliándome. De los álbumes anteriores quedan vagos latigazos, naderías; de éste The getaway, aunque por momentos perezoso y reincidente, hay una mitad de canciones que revelan a unos Peppers más introspectivos, menos festivos y, a ráfagas, brillantes. No me lo esperaba ya.

miércoles, junio 22, 2016

VOLUME ONE 405: CASE / LANG / VEIRS

La pegatina sobre el collage de mar, hielo, cielo, montañas y nubes que caóticamente salpica e ilustra el disco de estas tres mujeres define a Neko Case como “icono avant-rock”, a k.d. lang como “legendaria nómada musical” y a Laura Veirs como “estrella indie folk”. Admitibles, también discutibles palabras. Siempre me gustaron la primera y la tercera, autoras de sobresalientes obras, y nunca me entendí con la segunda. Las tres producen junto a Tucker Martine (esposo de Veirs) su unión musical en el álbum Case / Lang / Veirs (Anti-, 2016). Voces y guitarras aporta el trío en un trabajo de calurosa ornamentación, atmósferas a caballo entre la nostalgia y la experimentación y arreglos eficaces, con el respaldo de músicos de alta gama como Rob Burger en los teclados y Glenn Kotche (Wilco) en la percusión. Hay un equilibrio enviadiable en el resultado, en el que nadie inclina la balanza hacia su terreno. Ejemplar asociación, delicioso trago.

Nota: 8/10

miércoles, junio 15, 2016

NO ESTOY PARA NADIE


No llegar agotado a casa. No pasar sueño. No mirar el móvil. No leer la prensa. No enfadarse con quien te da de comer… Tendré recuerdos y añoraré el calor de nuestra cama, pero no estaré para nadie unos días. Soy anónimo, sin masa ni gravedad, en una tierra que no es la mía.

martes, junio 14, 2016

VOLUME ONE 404: WHY ARE YOU OK (BAND OF HORSES)

Lo más reconocible de Band of Horses es la tipografía escogida para su nombre, cursiva y estilizada, algo presuntuosa de tanta curva. Su música todavía no se ajusta a un estilo de rock/country rock/alternative rock/americana distinguible. Sacan un disco y te preguntas, ah pero sonaba bien el anterior o era bueno el primero. No te acuerdas. Un sexto o séptimo sentido bullicioso que hace pulsos con la memoria me susurra que guardo buena impresión del grupo, que sus trabajos me gustaron cuando los escuché. Al menos eso pienso de Mirage rock (2012), que producía Glyn Johns. Cuatro años después llega Why are you OK (Interscope, 2016), que en el futuro me avisará de que es el álbum con el que Band of Horses se echa a un lado del vasto escenario rock de raíces para ir de excursión por un rock más limpito, fácil y algo revival. Ahora la producción de es de Jason Lytle (Grandaddy), que parece dar al grupo un eco más plastificado a su sonido, un aura de nostalgia ochentera en la línea del Ryan Adams de Ryan Adams y 1989. Se mastica bien el álbum hasta la mitad, con fuerza sonora y energía vocal, que desaparecen mientras el disco se devanece.

Nota: 6/10

viernes, junio 10, 2016

SOUNDTRACK 184: TOWER RECORDS. AUGE Y CAÍDA


Volvamos un momento, aquellos que pudimos, a pasear por aquella tienda de discos en la que comprábamos nuestros discos, me refiero a discos de vinilo, los únicos que conocíamos entonces. Repasábamos las novedades y buceábamos en los clásicos, delante y en el fondo de las estanterías. Hablábamos con el dueño o los empleados, con quienes compartíamos gustos o no y nos desnudábamos musicalmente, y a quienes pedíamos que nos pinchasen algún tema para saber a qué sonaban las novedades. Pasábamos allí un buen rato de las tardes o las mañanas. Era nuestra tienda de discos, pequeña o grande, según donde viviésemos, la tienda que tiempo después cerró por la crisis o por la pérdida de clientes. Ahora compramos los discos en otra parte, cada vez menos. O ya no los compramos.


Esta sensación la revive uno al ver el documental All things must pass. The rise and fall of Tower Records, dirigido por el actor Colin Hanks. Nadie para de hablar en el film, sobre el auge y la caída de la Tower Records. Cierto, todo debe pasar, o todo lo que empieza acaba. Russ Solomon y quienes fueron sus empleados repasan cómo nació la criatura, cómo creció, cómo crearon un imperio y cómo de la cima se llegó al suelo. Tower Records era la Tienda de Discos por excelencia. Inmensa. De San Francisco a Nueva York. En Japón. En Londres. Inmensa, entrañable, obligatoria. Ahora no hay discos en el solar, duermen desnudos los estantes mientras se aleja la música, consumida de un modo que pierde el encanto original con el que nos cautivó.

domingo, junio 05, 2016

VOLUME ONE 403: MUDCRUTCH 2 (MUDCRUTCH)

En la historia de Tom Petty, de Tom Petty & The Heartbreakers, Mudcrutch dejó de ser una nota a pie de página en 2008. Aquel año Petty rehizo la formación con la que empezó a componer y a tocar cuando era un chaval, a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, en un garaje de Gainesville. Tenían este nombre tan feo y en el grupo estaban Mike Campbell y Benmont Tench, futuros Heartbreakers. El álbum homónimo de hace ocho años es un complemento familiar a la carrera de Petty y su banda o de él solo, algo bien hecho en el que sus canciones encajan perfectas en cualquiera de los discos de la larga carrera de Tom y los suyos. En Mudcrutch 2 (2016) vuelven a unirse Petty, Campbell y Tench con Tom Leadon y Randall Marsh. Mudcrutch se esfuerza en refrescarse y rejuvenecerse pese a cargar con el fardo de la edad. La obra, salvo dos grandes temas como Beautiful blue y el inicial Trailer, con Petty como nostálgico trovador, añora canciones notables.

Nota: 7/10

sábado, junio 04, 2016

LIVE IN 188: QUÉ ANODINO, ERIC


Nombres sagrados con las ropas cubiertas de polvo, divinidades ante las que ya no tiene sentido arrodillarse. Todavía creadores (no está mal dejar esfuerzo en la tarea de cultivar la expresión musical), pero qué poco lucen tan cansados. ¿Puede acogerse hoy con entusiasmo el último trabajo de Elton John, por ejemplo? ¿O de Eric Clapton? ¿O de Paul Simon? Tres casos septuagenarios, este año. Cojamos a Clapton. Démosle casi una hora de nuestro tiempo para entrar en I still do (2016), un disco más, otra colección anodina de música, y comprobar que quizá no hay ahora un tipo tan insustancial, tan pesado como él.

Me gustó Clapton casi siempre. Conservo el vinilo doble de Just one night (1980) como una valiosa propiedad. Álbumes de los setenta (No reason to cry, Slowhand) son estupendos. Pero, ¿cuál fue su último gran trabajo? Me cuesta aplaudir desde aquellos duetos con BB King en 2000 o con JJ Cale en 2006. Y Eric se empeña en trabajar mucho, en reunirse con amigos o recordarlos, en bucear en el pasado agreste del blues y revestirlo con su ya insípida guitarra. I still do tiene más de eso, de nuevo apagado, funcionarial y sin alma.