martes, febrero 24, 2015

SOUNDTRACK 166: TREME (I)



“Los que quedamos tenemos que vivir día a día”
Sentir New Orleans, vivir New Orleans desde el sillón de casa. De lo que se trata es de sobrevivir. David Simon, pulmón y motor de The Wire, concibió otra serie coral, densa, detallista y rigurosa, para reflejar los esfuerzos por la supervivencia a los que el huracán Katrina encomendó a la población de New Orleans. Treme arranca tres meses después de las tormentas y paso a paso, día a día, con esperanza unas veces, con desilusión otras, va mostrando la reconstrucción de las vidas de los ciudadanos: los que han perdido algo o todo, los que luchan por la dignidad o los que abandonan, los jefes, los músicos, los trabajadores…
Como con Baltimore en The Wire, David Simon, ahora con New Orleans, radiografía un modo de vida americana, una ciudad y sus circunstancias. En cada tragedia, con cada tragedia, para cada tragedia, hay música. La música está presente en toda la serie porque la música es el aire que da vida a New Orleans. Sin la música muchos de sus personajes no conciben sus existencias. Los locales siguen programando conciertos, los músicos cargan con sus instrumentos en busca de un salario o de la voluntad de quienes les escuchen en las calles y en cada funeral hay un desfile para la última despedida.

“Fucking is fucking but… you know, music… that’s personal”.

sábado, febrero 21, 2015

GREATEST HITS 169: FOREVER YOUNG (IRON & WINE, RHIANNON GIDDENS)


De momento se han juntado para la grabación de un solo tema. Pero qué tema. Imposible estropearlo. La canción cierra la emisión de una serie de televisión, Parenthood. Muchos querríamos que volvieran al estudio pronto y nos regalaran más maravillas como esta.

Vocals and guitar: Iron & Wine & Rhiannon Giddens
Bass: David Piltch
Piano: Patrick Warren
Drums: Jay Bellerose
Produced by Joe Henry

miércoles, febrero 18, 2015

LIVE IN 170: NINA SIMONE. VIDA A MUERTE


"Hoy solamente doy conciertos por dinero. Sin embargo, el escenario me gustaba, el público, incluso tengo el don de hipnotizar al auditorio. (…) Podía hacer que el público llorara o riera. Pero hoy ya no me queda inspiración”.
Nina era única. Genial. Hacía estremecer cuando gemía, al susurrar, insinuar o enfadarse. Su voz seducía, con el piano embrujaba. Era un volcán en erupción hasta cuando callaba. Manejaba la música a su antojo y con ella absorbía al público; la canción lo tragaba y flotaba en vapor, en otra dimensión, hasta despertar cuando estallaban los aplausos. Era una artista prodigiosa en un tiempo inadecuado. Era una mujer débil de carácter complicado. Tenía su propia lógica, casi siempre carente de lógica. Era una inadaptada.
Nina era monstruosa. Egoísta, tacaña, interesada, cruel, desquiciante, insoportable, violenta, antisocial. El dolor y las malas compañías la agrietaron hasta romperla en pedazos. Cuesta creer que muriese con 70 años. Le faltó el cariño de la familia y el cobijo del amor. Pocos hombres de los que tuvo a su lado tuvieron intenciones loables: la utilizaban, la explotaron, y ella se dejó llevar hasta convertirse en un ser intratable. Insultaba a su público, no terminaba los conciertos, maltrataba a sus músicos… también cuesta creer que sus canciones fueran tan bellas.

Lo cuenta el francés David Brun-Lambert en La vida a muerte de Nina Simone. Yo también me estremezco con su dolor, con la música de Nina.

martes, febrero 17, 2015

MÚSICA


Aquí estoy. Preguntándome qué fue de quién, Bobbie Gentry por ejemplo. Ahora. Son misterios que me explican. Porque nadie más se los pregunta, creo yo. O por qué suena tan bien este tema que nadie escucha, una versión irreconocible que envuelve en calor esta voz herida. O por qué aquella canción que una vez fue tan hermosa es hoy un desperdicio. O qué es lo que hay de excepcional en este músico que no concibe la música como lo hacen todos los demás; o que la concibe como en mí late, como en mí habla, como en nosotros respira. Por qué es necesario sufrir por la música.

viernes, febrero 13, 2015

BONUS TRACK 142: ODE TO BILLIE JOE (BOBBIE GENTRY)


¿Qué fue de Bobbie Gentry? Y de tantos otros, de tantas otras. Hay un vacío de información que engrandece la leyenda y los misterios en torno a Bobbie Gentry entre 1971, cuando grabó su séptimo y último disco, hasta el presente. Ese agujero negro magnifica al personaje. Había irrumpido a lo bestia en 1967, tras un periplo de avatares familiares y aprendizajes musicales desde su condado natal de Chickasaw, en Mississippi, hasta Los Angeles. Roberta Lee Streeter, se llamaba, desfigurado nombre con el que llegar lejos. Ello llegó hasta donde quiso como Bobbie Gentry, hasta esconderse y no saberse más de ella.

En aquel 1967 había grabado un disco muy bonito, este Ode to Billie Joe, cuyo tema con el mismo título esconde los enigmas del suicidio de una pareja de adolescente que saltó desde un puente. Se ha escrito y teorizado sobre la canción, adornada con seductores arreglos de viento. Gentry, exuberante ella, contaba la historia con voz parsimoniosa y timbre robusto, con personalidad. El álbum navega sugerente por aguas mansas sobre las que emergen brotes de country rock y contagiosas ondas de balanceo nocturno.

miércoles, febrero 11, 2015

VOLUME ONE 355: DON’T LOSE THIS (POPS STAPLES)


Mavis Staples prometió a su padre “no perder esto”, lo que Pops había grabado antes de morir, en 2000: diez temas de cosecha góspel, la mayoría versiones, con su guitarra delicada y esa voz de hombre bondadoso que pide permiso para cantar. El material quedó colgado, fuera de circulación, y Mavis lo ha rescatado 15 años después para que el productor de sus dos álbumes más recientes, el líder de Wilco, Jeff Tweedy, lo puliese lo justo para respetar su espíritu original y revestir la grabación. Entre los dos ponen en pie Don’t lose this (dBpm/Anti-, 2015).

No rueda sin tropiezos este ejercicio sentimental. La garantía no es plena, se percibe un desequilibrio ambiental que no remata un disco que ha querido finiquitarse pasado demasiado tiempo, cuando la tecnología consigue lo imposible. Algunos temas suenan secos o desnudos, otros muy bien reforzados. Y la percusión nada sutil del hijo de Tweedy desluce las finuras vocales e instrumentales del patriarca Staples. Pero merece media hora de nuestro tiempo este álbum al que no se le pueden negar sus entrañables intenciones y su póstumo amor imperecedero.

Nota: 7/10

domingo, febrero 08, 2015

BOOTLEG SERIES 42: THE RIVER IN REVERSE (TOUSSAINT & COSTELLO)


Será porque concedo a la serie Treme una segunda oportunidad que vuelvo a bucear con inocente placer entre los sonidos de New Orleans. Mis propias autopistas musicales me llevan por caminos de largo recorrido y me detienen en escalas fascinantes, donde la música vieja no envejece. Allen Toussaint y Elvis Costello salen en los dos primeros capítulos de Treme. Eso me recordó que tenía pendiente la escucha de un disco donde ambos cantaban y componían, grabado allá en New Orleans un año después de la tragedia del huracán Katrina; también producían en compañía en Joe Henry. The river in reverse (2006) se titula. Costello no es santo de mi devoción. No descansa y es listo asociándose. De este proyecto sale triunfador junto al maestro Toussaint. Es música sabia y artesanal este río doliente pero vivo, que se yergue frente a la adversidad y combate sin flaquear con viento en los pulmones, orgullo y música pasional.

jueves, febrero 05, 2015

VOLUME TWO 71: STEVE EARLE


En el recorrido que trazamos por la música que nos ocupa y preocupa hay artistas que nos provocan reacciones y juicios encontrados. En ellos nos detenemos porque de algún modo misterioso nos atrae lo que han hecho y aún hacen. Después, unas veces nos agradan, otras nos decepcionan. Pero seguimos teniéndolos presentes, en algún momento nos apetecerá volver a ellos sin saber bien por qué. Uno de estos casos es Steve Earle, del que siempre me han parecido exageradas las aprobaciones que se le han dedicado. Me interesa más su biografía que su ya abundante discografía afectada por altibajos, a pesar de que le he dedicado una docena de álbumes.

Él último, por ejemplo, de este año, el bluesero Terraplane, es flojo, áspero y tosco. El anterior, con el que regresó al lado de los Dukes, The low highway, estaba muy bien. Los anteriores a este eran bastante olvidables, muy cargados de ferocidad crítica y activismo político, además de perezosos y planos. Más atrás, Jerusalem, El Corazón o I feel alright, estaban mucho mejor. Los primeros, en los que conjugaba el country y el rock, tampoco son mi debilidad. Después de estos trabajos, el hombre estuvo en prisión unos años por drogas y armas. La heroína lo desmejoró mucho. Escribió algún libro, una obra de teatro, apareció en series de televisión, arengó contra el Gobierno americano, se casó media docena de veces (dos con la misma mujer), y cada cierto tiempo recupera fogonazos de brillantez cuya intensidad se va apagando.

domingo, febrero 01, 2015

VOLUME ONE 354: WORTHY (BETTYE LaVETTE)


Para recuperarme enseguida del susto y del espanto, Bettye LaVette. Elegancia y garra, poderío y precisión. Y algún escalofrío cuando Bettye canta, gime o muerde y su voz se te desliza como una serpiente por la espina dorsal. Fabulosa vuelve esta imponente dama con una receta de música impecable. Worthy (Cherry Red, 2015) bien merece la pena. Y una atención al detalle, a la riqueza instrumental de su prodigiosa percusión o su despliegue garboso de guitarras. Es material muy bien acabado. El álbum muestra parecidos con su magistral I’ve got my own hell to raise de hace diez años. Produce de nuevo Joe Henry y repiten algunos músicos en versiones de temas menores de artistas de primer nivel y de otros con más modesta biografía. Das gracias por la edad dorada de quienes envejecen sin darse cuenta.

Nota: 8,5/10

LIVE IN 169: EL PEOR DYLAN DE TODOS LOS TIEMPOS


Supongo que si los genios la quieren cagar de verdad, con olor a mierda auténtica, lo tienen fácil, bien fácil. La cagada les sale natural de verdad. Por algo son genios, hasta para apestar. Han grabado obra maestras, discos magistrales, testimonios magníficos, y también basuras que dejan huella, en definitiva. Creí que la de Bob Dylan era aquel patético disco navideño de hace unos pocos años. Qué horror. Pues hay algo peor: el disco que estos días saldrá a la venta: una colección de standards pop reinterpretados reunidos bajo el título de Shadows in the night. Dylan es el más grande, sí. Pero Dylan, anda, vete a cagar. Lo siento, no puedo ser más limpio.