sábado, noviembre 29, 2014

BONUS TRACK 137: WHITE LIGHT (GENE CLARK)


Cuenta Sid Griffin en las notas interiores de este disco que de forma incomprensible desapareció su título en la impresión de la imagen de la cubierta. Junto al nombre de Gene Clark debería aparecer “White Light”, pero solo se imprimió el del autor, sentado a lo lejos, se intuye que junto a una guitarra, contra el horizonte que solo ilumina una luz, un sol, crepuscular. Anécdota al margen, el disco perdura a lo largo de los años como una de las joyas más deslumbrantes del country rock americano.

Se he escrito y dicho que Gene Clark era el talento más notable de The Byrds, a los que entregó fantásticas composiciones. Pero los celos y los egos acabaron por apartar a Clark de la banda solo dos años después de cofundarla junto a Roger McGuinn. Inició un camino en solitario irregular, aunque con algunas maravillosas etapas, como ese trío de discos de comienzos de los setenta que componen White Light (1971), Roadmaster (1972) y No other (1974). El primero es finura acústica, profundidad expresiva, atmósfera libre e irrepetible.

THE WORST OF


Qué manía siempre con lo mejor. Conviene desaconsejar, castigar también, lo he dicho en estas líneas. Alguna revista internacional publica ya sus listas anuales de preferencias musicales. Muy pronto lo harán las nacionales. Cada vez más de aquí y de allá. Pero, ¿y lo peor? ¿Qué es lo peor que han escuchado los expertos y melómanos del rock and roll este año? Y a nosotros, ¿qué es lo que nos ha decepcionado más de entre aquello que hemos seleccionado para merecer nuestra escucha? Yo me quedo con esto, siempre dentro de aquellos artistas y bandas que me han interesado entre los muchos que han pasado por mis oídos.

-Beck, Morning phase
-Counting Crows, Somewhere under Wonderland

-Damien Rice, My favourite faded fantasy
-Damon Albarn, Everyday robots
-Neil Young, A letter home
-Russian Red, Agent Cooper
-Stephen Malkmus & The Jicks, Wig out at Jagbags
-Tori Amos, Unrepentant Geraldines
-Tweedy, Sukierae
-Wolfmother, New crown

Y sumemos a Robert Plant, Imelda May, Joan as Police Woman, Mark Olson, Bob Seger.

sábado, noviembre 22, 2014

VOLUME ONE 347: PHANTOM RADIO (MARK LANEGAN BAND)


La escucha de este disco, entrega de un juego al despiste que practica Mark Lanegan desde hace unos años, abre en mí nuevas reflexiones sobre los caminos que toma o debe tomar un músico con el paso del tiempo, sobre el apego a sus orígenes o su apuesta por el riesgo, sobre la permanencia o la radicalización. Apruebo el cambio sin excesos ni traumas Lanegan no sobrepasa los extremos que cabría suponer en la lógica que ha acompañado a su carrera y que nos ha transmitido, aunque a veces se pregunta uno a qué responden ciertas colaboraciones o variantes de registro. Inclinaciones e inquietudes enriquecedoras del autor, debemos creer.

Tras el insípido Black Pudding con Duke Garwood, el anodino Imitations y el descentrado Ep No bells on Sunday, de este año, Phantom Radio (Vagrant, 2014) parece una coherente continuación de Blues Funeral (2012), firmado también por Mark Lanegan Band. Se repiten atmósferas oscuras adornadas con texturas pop y electrónica y reaparecen viejos ecos bajo los que yace la raíz grunge (el inicial Harvest home y el final Death trip to Tulsa). Aunque un poco inferior al funeral del blues, esta radio fantasmagórica reafirma mi aprecio por músicos como Lanegan que en lugar de ceñirse el traje de todos los días, apuesta por variar el vestuario sin desentonar.

Nota: 7/10

viernes, noviembre 21, 2014

BOOTLEG SERIES 41: DOCTORES, PROFESORES, REYES Y REINAS DE NEW ORLEANS


La música nos lleva a miles de lugares sin movernos del sitio. Esa es la fuerza de la música, su capacidad para hacernos volar y sentir, a la que ayuda mucho nuestra voluntad por entrar en el clima de las canciones y el impulso de la imaginación. Con el viaje a través de las autopistas sónicas de Foo Fighters en la HBO estamos haciendo escalas en ciudades americanas de diversa riqueza musical, aunque en ocasiones filtrada por los condicionantes particulares de Dave Grohl y su banda. Otro medio de transporte más circunscrito a un único lugar, aunque empapado de una enorme variedad musical, es dejarse guiar por una fabulosa caja de cuatro cds que viene a almacenar el testimonio de 85 músicos de ayer y de hoy apegados a la ciudad de New Orleans.

La colección presenta la gran caja musical de New Orleans (Doctors, professors, kings and queens: The big ol’ box of New Orleans), donde los doctores, profesores, reyes y reinas de la ciudad (Neville Brothers, Clarence ‘Frogman’ Henry, Dr. John, Irma Thomas, Little Richard, Eddie Bo, Louis Armstrong, Allen Toussaint, Marcia Ball, Professor Longhair, The Dirty Dozen Brass Band, Fats Domino, Sonny Landreth, The Meters…) nos ayudan a pasear, a flotar y a dejarse embrujar por sus calles y locales aunque nunca los hayamos pisado. La apuesta de este tesoro musical maravillosamente presentado y comentado en un estupendo libreto de 84 páginas consiste en combinar sin orden cronológico, de atrás adelante y de delante a atrás, jazz, blues, ragtime, rock, soul y las peculiares combinaciones generadas por el mestizaje cultural de la ciudad. Y vaya que es un viaje fantástico.

lunes, noviembre 17, 2014

LIVE IN 165: EL TIEMPO, EL AMOR Y DYLAN



Una dosis provechosa de lectura musical. Por mucho que sepamos, siempre nos quedará algo por aprender. Por Time out of mind, Love and theft y Modern times navega el periodista Eduardo Izquierdo en su libro Bob Dylan. La trilogía del tiempo y el amor (66rpm). Trilogía o no, el periodo que cubre la aparición de estos tres discos, entre 1997 y2006, es una buena excusa para recrearse una vez más en los misterios, los acertijos, las travesuras, las palabras y la música de Bob Dylan. En una de sus etapas más luminosas y gratificantes, además. Y de eso sabe Izquierdo un rato largo.

Mmmm, delicioso trago es este libro. A lo ya sabido por quienes no le perdemos el rastro a Dylan añaden estas páginas detalles y datos sabrosos que son el resultado de un esforzado trabajo de documentación. Sabes que estos tres discos son 10 sobre 10 y lanzarse a un baño de oro puro nunca es una pérdida de tiempo. Justificación también para escuchar sus canciones mientras la vista pasa por lo escrito acerca de ellas. El autor recorre los surcos de estos tres álbumes fantásticos y cuenta cómo se gestaron, se produjeron, se grabaron y calaron en la prensa y en el público. Interpreta las letras, formula teorías, recoge opiniones y también las lanza. También cubre las brechas entre disco y disco para reforzar la relevancia, la magnitud, de los tres trabajos discográficos y los años que los envuelven: la salud del músico, una película en la que interviene, un glorioso documental sobre sus primeros años, un maravilloso programa de radio, una gira interminable…

Dylan en estado auténtico. Pasión por Dylan desde el refugio de la escritura. Este libro es una buena inversión.

jueves, noviembre 13, 2014

¿CUÁNTO VALE LA MÚSICA?


Nos lo sabemos todo de él. O casi todo. Lo hemos escuchado cientos de veces, en sus discos oficiales y en unos cuantos bootlegs. Leemos artículos sobre él, reportajes, biografías, reseñas, críticas, teorías, juegos. Lo escuchamos en la radio o vemos sus documentales, sus actuaciones, sus películas. Pensamos en él a veces, en sus giras sin final, en sus hábitos diarios, en las reclusiones, en lo que hay detrás de la imagen, del genio y el mito. Y nos acompaña en casa, en nuestras vidas. Oh, dios, agradecemos su música como el salvavidas en el océano.

Una vez se encerró en una casa en el bosque y llamó a unos amigos para tocar. De allí salieron muchas canciones, algunas reunidas años después en un disco doble, otras (más) en una grabación pirata. Ahora todas, todas, 138, componen una caja de seis discos preparada con mimo y lujo en su diseño y en su sonido para el goce de sus oyentes más fervorosos. O para el descubrimiento de todos.

¿Qué precio tiene su obra? ¿Cuánto vale aquel encierro creativo? ¿Pagaríamos casi 120 euros a tocateja por este tesoro real y oficial de nuestro músico favorito, del que llevamos dentro, del que nos hace amar la música cada día un poco más? ¿Tenemos otras facturas en nuestra vida cotidiana en las que emplear esta parte de nuestro sueldo o nuestros ahorros?

The answer, my friend, is…

martes, noviembre 11, 2014

VOLUME ONE 346: SONIC HIGHWAYS (FOO FIGHTERS)


La ambición que caracteriza el proyecto Sonic Highways, surgido de la incontinencia creativa de Dave Grohl, se traduce en un leve desequilibrio en sus resultados. Notable muy alto a la serie de la HBO, aprobado al álbum, el noveno del grupo.

El líder de los Foo Fighters ha querido expresar su amor por la música y los músicos con los que creció, y que de algún modo inspiraron a él y a su banda en su carrera, a través de un apasionante viaje a ocho ciudades estadounidenses y su herencia musical. La serie recoge esos viajes, un repaso a cada entorno (muy bien filmado y ágilmente montado) y la grabación de un tema del disco en un legendario estudio de cada ciudad, con el que se cierra cada episodio.

Grohl no me cae especialmente bien, me carga: sabe rodearse bien y presume de sus amistades, disfruta actuando como un tipo demasiado guay que trabaja mucho y colabora aquí y allá. Pero aprecio parte de esa hiperactividad, como cuando rodó el documental Sound City sobre el célebre estudio de Los Angeles o ahora cuando crea y dirige la serie Sonic Highways. El experimento es una forma diferente, muy atractiva y bien hecha de promocionar el nuevo disco de su banda. Y de manifestar el agradecimiento íntimo que siente por la fuerza emocional de la música.

Un párrafo sobre el disco, Sonic Highways (Roswell, 2014). Foo Fighters no me seducen mucho, nunca lo hicieron, y seguirán sin hacerlo. Sí, más de una canción funciona (Something from nothing, Outside), las guitarras se te meten dentro y te agitan, te hacen saltar y sudar, pero también hacen agotadoras las canciones. Porque Grohl grita de más cuando alcanza el clímax y algunos temas padecen una tendencia nada disimulada a la épica trascendente.

Nota: 6,5/10

SOUNDTRACK 158: UN BODRIO CON ELVIS


Me dio por ver una película con Elvis Presley, una de las más conocidas de la treintena de films que rodó el Rey entre 1956 y 1969. Muy pocas merecen la pena, la mayoría son muy malas. Cita en Las Vegas, o Viva Las Vegas, según su título original y la animosa canción, es una de las malas. Y ridícula, estúpida.

Con el rock and roll prácticamente en pañales y la eclosión social y cultural de esta música y su efecto en la juventud al rojo vivo, Elvis (cantante, showman y fenómeno popular al margen) era sobre todo un suculento producto comercial y para venderlo había que explotarlo al máximo. El coronel Parker utilizó el potencial de la estrella del rock que representaba y lo convirtió además en una figura de cine. Actor es un término que le queda demasiado grande.

Vista en su día, Viva en Las Vegas (George Sidney, 1964) tendría su gracia, lo imagino. Los fans de Elvis la disfrutarán aún con una sonrisa perdonando sus defectos y defendiendo su encanto. Vista hoy, es una película mala de verdad.

Elvis es un mecánico muy chulo que nunca se ensucia ni se despeina ni se desmaquilla, además de un piloto de coches que sabe surfear de maravilla, manejar un helicóptero como si nada y cantar. Canta cuando le apetece, allá donde hay una banda que clava los temas que él interpreta o donde por arte de magia aparecen de la nada una guitarra o un piano para cantarle una canción a una jovencita que le hace tilín, una estupenda Anne Margret. Como quiere conseguir un motor especial para ganar una carrera cree que ganando un concurso de canción (qué casualidad) podrá pagarlo. Su tema (Viva Las Vegas) empata con el de la chica (otra casualidad) y el desempate lo decide la intensidad de los aplausos del público. Al final gana pero no obtiene el dinero, que en un giro incomprensible de argumento se lo financia el padre de la chica. Lo monta en el coche en tiempo récord y llega a punto para correr. Arranca el último en línea de salida y, cómo no, gana. Cruza la meta, cortinilla secuencial, y lo vemos casado con la chiquilla, a la que antes solo le ha dado inocentes besitos. Ah, ingenuo cine.

sábado, noviembre 08, 2014

VOLUME ONE 345: ARE WE THERE (SHARON VAN ETTEN)


Propuesta hipnotizante de la mano de Sharon van Etten. Las canciones de Are we there (Jagjaguwar, 2014) reposan flotantes una vez consumidas, descargan un eco etéreo por esa voz pausada y perezosa de la autora y la música dilatante de su banda. Taking chances, Tarifa o Every time the sun comes up, por ejemplo, dan fe de esa relajante y reflexiva huella que acompaña al regusto que deja la escucha. Acertada se muestra la cubierta viajera del disco, su apuesta cromática y la sensación de recibir el aire en la frente. Acoge dignas críticas este álbum, el cuarto de Sharon desde 2009, espécimen ejemplar para eruditos del universo indie. Merece buena prensa.

Nota: 7,5/10

miércoles, noviembre 05, 2014

VOLUME TWO 70: LA PENOSA REAPARICIÓN DE DAMIEN RICE


Penosa por apenada, por decepcionante y sufridora. Un golpe a la moral. Este hombre sigue siendo un alma en pena. Pero ahora duele. A comienzos de año leí un texto que se preguntaba por qué llevábamos tanto tiempo sin saber de él, qué había pasado con aquel tipo sensible de Irlanda que tan hermosas, intensas y conmovidas canciones había reunido en sus dos primeros discos de mediados de la pasada década, O y 9, que sonaban algunos además y quedaban tan bien en la película Closer, y que de repente se lo había tragado la tierra. Ayer me enteraba de que ocho años después tiene nuevo álbum, con esta semana como fecha de lanzamiento. Hoy lamento haberlo escuchado.

El tercer disco abre siempre interrogantes en la carrera de un artista: puede auparte o derribarte, consolidarte o destrozarte, mantiene una identidad próxima a la de las obras precedentes o apuesta por una actitud renovada, ligera o acusada, según el grado de riesgo que se quiera asumir. ¿Repetición o transformación? Damien Rice se reitera desastrosamente. Ocho temas largos se suceden en My favourite faded fantasy, donde la producción de Rick Rubin no pasa de insustancial. No se puede negar el empeño, la emoción y la sensibilidad que el hombre le ha puesto a su nuevo trabajo, pero la repetición de esquemas, de tristona melancolía, de arreglos llorosos y anhelantes y de atmósferas dolorosas destapan a un autor que se ha quedado ya sin voz en el camino.

lunes, noviembre 03, 2014

SOUNDTRACK 157: EL CINE, LA VIDA Y WOODY ALLEN


El cine, aunque nos peleemos a menudo, nos anima la vida, nos ayuda a digerir con una inyección de esperanza las escenas de nuestro ciclo cotidiano, o a mirarlas desde el perfil más favorecido. Eso consiguen las películas únicas, las películas hermosas, las que se apoderan de nosotros. El cine es un regalo, una ilusión, un sueño, un mundo mejor. La vida enciende la luz y apaga el proyector.

En 82 minutos lo refleja mejor que nadie Woody Allen. Es lo que dura La rosa púrpura del Cairo, cuento encantado y encantador que cabalga entre las dos dimensiones para vestir el cine como la evasión perfecta contra la rutina y el desencanto, o como una ilusoria salvación. Sometida al examen particular del paso del tiempo, esta pequeña gran obra maestra no tiene edad. Es nuestra.