domingo, febrero 27, 2011

GREATEST HITS 105: MIDNIGHT MAN (NICK CAVE & THE BAD SEEDS)

Estos tipos me dan miedo, así tan malencarados. El bigotes que grita te la pone de medio lado sin que te enteres y el barbudo que se encoge y retuerce con una guitarra que parece de juguete en cualquier momento te lanza un latigazo. Y en canciones como ésta estos hombres son los amos del peligro. Dig Lazarus Dig!, lo mejor de largo que firma Nick Cave y su cosecha de malas semillas, guarda bombas que da gusto oír explotar. Una de ellas es este hombre de la medianoche, la hora en la que mejor nos encontramos a sí mismos muchos de nosotros. Tremendo.

Para Luis.


miércoles, febrero 23, 2011

LIVE IN 104: LA BANDA MÁS GRANDE DEL PLANETA


Esto lo dijo alguien, ¿no? O lo piensa más de uno, ¿cierto? Yo entre ellos.

En octubre de 2005, cuando nació este blog, la primera crítica de un disco fue para A bigger bang en el tercer post. Desde entonces no lo había vuelto a escuchar. Hasta hoy en un impulso. Es un lujazo. Otro juguete explosivo y expansivo en manos de unos viejos artesanos de este negocio. Así de bien, de genuino y de pasional no toca rock and roll ninguna otra banda en este mundo. Ni lo hicieron antes ni lo harán después. Por siempre, sus majestades.

VOLUME ONE 233: BLESSED (LUCINDA WILLIAMS)

Mejor de lo que esperaba. Porque lo temía. Te quedas casi siempre con la huella más reciente, y la de su anterior trabajo era seca, baja, olvidable… por eso prefiero olvidar el título del disco, aunque lo comenté por aquí hace nada. Blessed (Lost Highway, 2011) es un buen disco de Lucinda Williams, lejos de Essence o West, pero bonito, tierno y también lleno de claroscuros.

Primero lo que no me gusta, lo que despierta mis resoplidos o suspiros más bien. Que la chica (señora) sigue apesadumbrada, con ese discurso cansado y mustio, herido de tantos combates emocionales. En ocasiones adormece el disco, como después del enchufado primer corte con la discreta aparición del segundo y justo en la despedida, con otras dos piezas, rugosa la penúltima y frágil la última, que invitan a meterse en cama.

¿Qué me gusta? Que el conjunto, aunque con tendencia al reposo crepuscular, tiene brío. Hay buenos músicos, buenas interpretaciones, sensibilidad y autenticidad en esa puesta en escena. Y el disco contiene tres temazos: Seeing black, Blessed y Convince me. Tres temazos, repito.

Nota: 7/10

lunes, febrero 21, 2011

GRIS


No solo el cielo es gris, sino lo que descansa bajo su mirada. Lo es cuando llueve y cuando no, a cada paso, en invierno y en verano, cuando la compañía es próxima o cuando no hay compañía. Este país es gris a cualquier hora y cuando el sol asoma por entre las nubes un par de minutos parece que va a obrar un milagro. Las flores son grises, el mar, los árboles, las gentes, hasta la belleza, irresistible y pasajera, es fría y gris. Lo malo es que el gris se contagia, y quizá todo y todos nos estamos volviendo demasiado grises.

jueves, febrero 17, 2011

BONUS TRACK 89: ESSENCE (LUCINDA WILLIAMS)

Como a PJ, a Lucinda, también a punto de enseñarnos su nuevo material, también la temo. Me gustaría no tener esta sensación encima, pero quizá el desmedido exceso de bendiciones que esta mujer recibe en los últimos años a mí me ha hecho bajarla de las alturas para que no coja vértigo. Su anterior trabajo, Little Honey, era simplemente pesado, sobrecargado de minutos y de canciones. Así que he sentido la necesidad de meterme antes Essence en el cuerpo.

Es su obra maestra. Han pasado unos cuantos años desde la última vez que me dejé encantar por sus limpios sonidos de principio a fin, y ahora he podido comprobar cómo la magia y las relajantes sensaciones que este fantástico disco desprenden no se han perdido. No hay señales de desgaste, cuánto me alegro. Yo me alío con los que prefieren Essence a Car wheels on a gravel road (cuya escucha también muy reciente me produjo menos euforia, qué le vamos a hacer). Essence es un diamante en bruto para lucir en noches tranquillas y estrelladas, con la capota del coche descubierta y la brisa del verano agitando el cabello. En silencio mejor. La sesión de besos y todo tipo de cariños que llegue luego.

Ahí están Charlie Sexton, Tony Garnier, Bo Ramsey o Jim Keltner; y Gary Louris, Jim Lauderdale y Ryan Adams como invitados; y una Lucinda Williams más inmensa que nunca, cronista musical del desencanto, firmante de la banda sonora de la desesperanza, la soledad y el abandono, la rutina. Lo transmite su voz arrastrada y melancólica y la música afligida pero hermosa que la cubre. Esta obra es una maravilla, con sus paisajes reposados y los infinitos matices de sus guitarras, que se entrecruzan en esa parte central que componen los temas Out of touch, Are you down y Essence y que se expande contagiosamente por todo el robusto y a la vez delicado cuerpo del disco. Esperamos Blessed, mientras.

miércoles, febrero 16, 2011

LIVE IN 103: ISOBEL & MARK (O2 SHEPHERD’S BUSH EMPIRE, LONDRES)

Ya no necesitaba saldar cuentas pendientes; en mayo me planté a dos metros de Mark Lanegan en la Capitol de Santiago para verle sacar de sus entrañas, con el único apoyo de un guitarrista, algunos de sus mejores temas. Hoy he vuelto a ponerme cerca, un par de metros más atrás, para contemplar a este huraño y tosco tipo vestido de negro, pero ahora acompañado con una banda, la que cubre últimamente su voz profunda y los angelicales susurros de Isobel Campbell. En Shepherd’s Bush Empire, cuyo público es admirable, callado y respetuoso en lo que dura cada canción. Una gozada.


Porque la música de Isobel y Mark demanda ese silencio que hasta conmueve. Contiene el poder de evocación que transmite la fascinación de algunos fotógrafos o directores de cine cuando retratan la carretera, las carreteras americanas. A mí me pasó, me dejé llevar. En la hora y media que duró la actuación cerré los ojos en cada tema para encontrarle una pintura, una escena de una película, un capítulo de una novela, y me salieron tantas imágenes, situaciones y ambientes que perdí la cuenta: un amanecer resacoso, la ropa en los tendales de una pradera, botellas vacías de licor en el asiento trasero de un coche, un tugurio maloliente, el viento que agita el cabello de una mujer que saca su cabeza por la ventanilla, el desierto callado, una pelea en un garito, Arkansas, California, Texas, Dakota…


Música impecable, calmada, sedante, delicada, preciosa. Escogieron los mejores temas de los tres álbumes que tienen. Back burner, por ejemplo, sonó colosal. O Come undown. O Sally, don’t you cry. O ese regalito que es Eyes of green (lástima que no vaya más allá de esos dos minutos escasos). O Get behind me, el único momento en el que los músicos se desataron un poco. Vamos a ponerle un pero a la noche. La pareja es muy fría. De Lanegan ya suponía que no iba a volver a abrir la boca más que para cantar. Ella también. Mira al hombre de vez en cuando con una sonrisa temerosa. Él ni se inmuta. Bueno sí, lo hizo un par de veces. Le costó sonreír, sí. Ni gracias dijeron. Adiós con la mano. Uno de los excelentes guitarristas nos sacó una foto al público desde el centro del escenario en la despedida. “Thanks”. Éste sí habló.

sábado, febrero 12, 2011

GREATEST HITS 104: WHAT I AM (EDIE BRICKELL & THE NEW BOHEMIANS)


Guaaau! La de tiempo que hacía que no escuchaba esta canción. No sé, la verdad, cuál es la razón por la que he vuelto a ella. ¿Lo que sugiere el título, quizá? Nunca se me ha olvidado el nombre de esta chica, Edie Brickell, ni el de su grupo, The New Bohemians. Se me puso delante interpretando una versión de A hard rain’s gonna fall en la película Nacido el 4 de julio y poco después descubrí esta canción, su videoclip y su primer disco, Shooting rubberbands at the stars. Estamos en 1989. Por fin se consumía esta década, que tantas penurias musicales nos dejó. El disco es majo, resiste bien los años, ahora que lo he desempolvado. Se abre con este tema maravilloso, What I am, donde todo es adicción: el bajo zigzagueante, el punteo acuoso entre estrofas, el estribillo pegadizo, esta chica tan mona con su belleza de andar por casa. Edie sigue cantando, no mucho. Tengo que seguirle de nuevo el rastro.

VOLUME ONE 232: LET ENGLAND SHAKE (PJ HARVEY)

Afronté con miedo un nuevo encuentro con PJ Harvey, después de que sus dos últimos álbumes, bien recibidos en su día por la crítica, no sólo me defraudaran, sino que hiciesen que perdiese la confianza en esta mujer. Tampoco la tuve hace bastante tiempo, cuando todo el mundo se deshacía en elogios hacia sus dos primeros discos, Dry y Rid of me, de los que advertí sus méritos más tarde reconociendo haberme sentido un tanto obtuso hacia su música. El caso es que ahora Polly Jean está de vuelta con un trabajo raro, de esos que te producen un hormigueo incesante tras la primera escucha pero te obligan a volver a ellos de inmediato porque crees haber percibido algo más valioso de lo que parece. Let England shake (Vagrant, 2011) tiene esa condición, no sé si virtud o no, y necesitas rascarte para aliviar ese picor.


PJ se afana en dotar a su disco de una intención conceptual al describir y reflexionar sobre su país, Inglaterra. No he entrado en las letras, más que nada porque la extravagante música que las acompaña y envuelve me ha cautivado más. La autora recupera la aspereza austera de sus guitarras, aunque silenciadas, apoyadas en templadas percusiones y algunas filigranas sonoras desconcertantes. Lo que uno halla en Let England shake no lo asocia con nada de lo que PJ ha firmado antes. Esquivo, hechizante y también defectuoso, al menos este disco me reconcilia con su responsable.

Nota: 7/10

martes, febrero 08, 2011

BONUS TRACK 88: PLASTIC ONO BAND / McCARTNEY / BEAUCOUPS DE BLUES / ALL THINGS MUST PASS (JOHN, PAUL, RINGO & GEORGE)

El 8 de mayo de 1970 fue publicado el último álbum de The Beatles, Let it be. La banda, resquebrajada desde hacía meses, se disolvió ese año. Sus cuatro miembros ya habían trabajado en proyectos en solitario antes de esa fecha, empezando a dar forma así a la carrera que desarrollarían durante los años siguientes fuera del mítico grupo que los había convertido en celebridades e iconos desde 1963. Paul McCartney había utilizado ya su apellido para titular su primer disco un mes antes. Ringo Starr escogió marzo y septiembre para ofrecer una doble ración de su creatividad al margen de la banda con sendos discos. En noviembre, vio la luz el acertadamente titulado All things must pass, de George Harrison, que ya tenía dos discos anteriores. Un mes después, John Lennon firmó Plastic Ono Band, pleno trabajo de identidad que sucedió a pobres experimentos musicales junto a su pareja.


En 1970, los cuatro ex Beatles tenían sus propios discos e incluso algunos se ayudaron a otros colaborando en cada trabajo. En los años siguientes, y separados por la distancia, volverían a coincidir cada cual con su nuevo álbum en el mercado. Pero vamos a detenernos de momento en aquel año. Lo que rondaba por la cabeza de cada Beatle era material bruto de primera calidad. Habían cerrado la discografía en conjunto de manera magistral con Abbey Road y Let it be, pero sus miembros cultivaron sus propias inquietudes musicales con el único deseo de pasar página y no volver a mirar atrás. Y así fue. Lo que no podía continuar, allí se quedó. Simplemente. Otros resistieron sin recurrir al divorcio. Por fortuna, el talento compositivo de los Fab Four, brillante especialmente desde su álbum Revolver, se desarrolló con la misma intensidad de manera individual en los años setenta.

Porque mientras se consumían las cenizas de The Beatles, cada componente demostró a su manera que todavía podía seguir ardiendo. Lennon lo hizo con el soberbio Plastic Ono Band, disco empapado de esquizofrenia, ora agresivo ora meditativo, rugoso y delicado, con el gran tema que es God como prefacio del hermoso lamento por su madre muerta. McCartney se enclaustró una temporada en su casa, donde ayudado por su esposa se encargó de toda la música de su McCartney, atractivo y variopinto, con varias piezas de pura esencia beatle. Un versátil Ringo se transformó en vaquero americano, cual Gram Parsons con acento británico, en el sorprendente pero irregular Beaucoups de Blues, guiño a unas preferencias que poco se podían esperar de él. Y Harrison firmó su gran obra maestra, All things must pass, tierno y melancólico, con sus preciosas canciones que recrean lo mejor de su cosecha con la banda y sus agitadas jams.


Poco hubo que reprochar a cada uno en los años siguientes, aunque tampoco fueron inmunes a los altibajos creativos y se deslizaron por algún que otro breve periodo oscuro. Fueron tan buenos juntos como separados, ninguno se echó a perder, aunque todas las cosas cambiaran.

domingo, febrero 06, 2011

SOUNDTRACK 104: THIS IS ENGLAND ‘86

Volvamos al pasado por un momento, cuatro capítulos nada más, poco más de tres horas en total. Yo estaba en casa, en España, coleccionando los cromos del Mundial de México 86, libre de las preocupaciones que más tarde trae la madurez. Inglaterra iba a enfrentarse a Argentina en un partido histórico y legendario, el de la mano de Dios, el Pelusa como rey del engaño y su remate travieso burlando al portero Peter Shilton, al árbitro y a todo dios, de paso. Toda Inglaterra bramó de furia contra la trampa, contra Diego, desde entonces enemigo de la patria. Con aquella jugada vista a través de la televisión termina esta magnífica miniserie inglesa creada por el director Shane Meadows, autor de unas cuantas destacables películas: Dead man’s shoes, Somers Town y This is England, la pre-historia que la serie This is England ’86 continúa tres años después.

Son los mismos personajes, más crecidos claro, aunque igualmente estancados en una gris ciudad de las Midlands y en un futuro sin esperanza. Presos de su triste entorno, de la mediocridad, el desánimo y el conformismo o la falta de perspectivas que les transmiten sus familias y amigos, estos adolescentes y jóvenes continúan indecisos, perdidos, se refugian en los excesos etílicos, el desmadre de las fiestas o las peleas callejeras, pero son víctimas de una incurable inmadurez y de los vicios más ancestrales. Meadows dirige dos capítulos, los dos últimos, cada uno con un par de escenas terriblemente crudas, dolorosas, tan repugnante una como catárquica otra. El cuerpo te queda mal. La vida es dura. En el 86 o ahora. In England or everywhere.

miércoles, febrero 02, 2011

GREATEST HITS 103: WISH YOU WERE HERE (PINK FLOYD)

Bueno, todos y todas necesitamos oír música como ésta varias veces en nuestras vidas. Pasan los años y al escuchar esta canción, aunque nos hayamos olvidado de la letra o nunca le hayamos dado importancia, nos damos perfecta cuenta de que añoramos a alguien. Eso basta. O eres tú el que se acuerda o es alguien quien se acuerda de ti. Desde aquí, estos días deseo estar allí.


VOLUME ONE 231: THE DEEP FIELD (JOAN AS POLICE WOMAN)

A los discos que llevan la fecha de este año les estoy prestando una generosa atención. Más de una escucha (he llegado a la tercera) se ha merecido The deep field (PIAS, 2011), el tercer trabajo y el primero que me agrada de Joan Wasser, conocida como Joan as Police Woman. Ni es novata esta mujer ni simplona, porque entre sus créditos cosechados antes de lanzarse hace cuatro años a su producción en solitario figuran participaciones como violista para músicos como Elton John, Nathan Larson, Rufus Wainwright o Antony & The Johnsons. Le da al piano y a la guitarra también. Ha tenido sus bandas. Su voz limitada, en cambio, compensa cierta frialdad con sus registros susurrantes o relajados para tratar de convertir las canciones de lienzos climáticas.


Una de las más elogiables virtudes que tiene este disco es su nada artificiosa capacidad para trasladarnos a ambientes sugerentes. Action man nos conduce a esos thrillers urbanos de los setenta; Flash nos introduce en sórdidos clubes nocturnos; Run for love o Human condition, ayudadas de voces masculinas, nos meten en una envolvente persecución que ni Massive Attack ni desde luego Portishead hubieran conseguido orquestar. Y otros cuantos temas del resto del repertorio (sublime I was everyone para finalizar) es magnífico.

Nota: 8/10