miércoles, agosto 29, 2018

VOLUME ONE 478: THE LAST AMERICAN (RYAN CULWELL)

De tradiciones perdidas y valores rotos, de vidas humildes y ahogos cotidianos se alimenta la música de Ryan Culwell, uno de tantos narradores americanos aferrados a las raíces de su tierra. Lo descubro con The last American (Missing Piece, 2018), su segundo álbum, y al género americana le doy de nuevo otra oportunidad, la esperanza de que no me vuelva a conducir por relatos, paisajes y composiciones demasiado explotados. Esta vez me alegro, el hombre revela una naturaleza nada conformista. Culwell, curtido en cientos de trabajos para salir del paso y mantener a su familia de la forma más íntegra que pueda, habla en sus canciones de sueños desvanecidos y vidas estancadas en la grisura. Asentado en Nashville pero de genética texana, unas veces revive al Rodney Crowell de juventud, otras parece contemporáneo de Ryan Adams, con música que escarba en la esencia del folk rock sin despreciar filigranas sonoras más arriesgadas. Más que bien.

Nota: 7/10

domingo, agosto 26, 2018

SOUNDTRACK 217: UNA DE HEAVY METAL FINLANDESA

A quien interese: 

Una de música que aparece de la nada entre el catálogo creciente de cine de acceso difícil. Una de heavy metal. Una de Finlandia. Un disparate de comedia. Una historia de pasión por el metal. Unos chicos a quien nadie conoce y que no han sacado su música del garaje. Unos palurdillos con el sueño de tocar por primera vez en un festival en Noruega. Un desfile de personajes exagerados y e imposibles. Un elenco de mediocres y malos actores. Y aun con ello, tiene su gracia. Hevi Reissu. O lo que es lo mismo, Heavy Trip.

-¿Qué música tocáis?
-Symphonic postapocaliptic reindeer-grinding Christ-abusing extreme war pagan Fennonscandian metal.

miércoles, agosto 22, 2018

jueves, agosto 16, 2018

ALMA SIN CORONA

El día 16 acaba con la monarquía. Agosto, 16: muere el Rey. Agosto, 16: muere la Reina. Hoy se apagan los micrófonos, no hay voz para nadie. Por respeto.


lunes, agosto 13, 2018

SOUNDTRACK 216: DENZEL


El cine ha creado héroes con chulería, de los que la fuerza de sus personajes sale del firme trazo con que están definidos y de la seguridad emocional de quien los interpreta. O si no son héroes son antihéroes, o justicieros, o tipos comunes metidos en peligro o situaciones de apuro de las que, con inteligencia, oportuno humor y un poco de violencia, van a salir airosos. Denzel Washington ha pasado por estos trances unas cuantas veces, y casi siempre lo he disfrutado. Da la sensación de que lleva años interpretando el mismo personaje, con su mirada fría pero bienintencionada, su estallido de furia para abroncar o aleccionar a un débil, su apariencia de pasar de todo pero dominándolo todo. Yo no le pido otra cosa: el tío lo borda con chulería, siempre por delante de los villanos para esquivar golpes, siempre contundente al repartir mamporros o al darte un sermón como si te estuviera imponiendo un mandamiento, siempre carismático.

En The equalizer 2, secuela de The equalizer: El protector (ambas dirigidas por Antoine Fuqua), te encuentras a este Denzel Washington chulo y expeditivo, el que fulmina con una mirada y remata con una hostia implacable. Es una decente película de acción con traiciones y venganzas, sin mucho misterio en su argumento pero abordada con detalle en tramas secundarias y cariño por su personaje principal. Si no es por Denzel, no la hubiera visto. Como tampoco El invitado, Imparable o Asalto al tren Pelham 1, 2, 3, con el actor en su salsa heroica para brindarte un buen rato. Sin olvidar que el otro Denzel con matices más sombríos, además, es un gran intérprete: El vuelo, Plan oculto o Training day valen de ejemplo.

sábado, agosto 11, 2018

VOLUME ONE 477: HIGH WATER I (THE MAGPIE SALUTE)


Algo se resiste a morir de los Black Crowes tras el entierro de la banda. Son atisbos de un tiempo abandonado, o perpetuos homenajes, o lazos que no se desatan, o llamadas evocadoras al reencuentro… llamadlo como queráis. Más allá de las vías que en grupo o en solitario recorren Chris y Rich Robinson, los Crowes sacan a pasear su espíritu a poco que se junten dos o más de sus miembros relevantes. Rich parece más inclinado a ello, ahora con The Magpie Salute. Bajo este nombre reunió el año pasado a una formación de diez músicos que dio a luz un disco casi lleno de versiones, entre ellas de los Crowes. En el grupo estaban el guitarrista Marc Ford, el bajista Sven Pipien y el fallecido teclista Eddie Harsh. Una serie de conciertos exitosos han mantenido encendido al grupo, que ha grabado su primer álbum con material original.

En High water I (Eagle Rock, 2018) siguen Ford y Pipien junto a Rich y quien canta es el vocalista John Hogg. ¿Son los Black Crowes? No, las urracas no son los cuervos, pero son de la misma especie. Dos o tres temas vuelan con las mismas alas que se levantaban los primeros álbumes del grupo, el resto flirtea con solvencia y comedido ímpetu hacia terrenos próximos a los que hoy navega, sobre olas psicodélicas, la hermandad de Chris Robinson. High Water I se escucha bien. Es presente, no pasado. No decepciona. No entusiasma.

Nota: 7/10

miércoles, agosto 08, 2018

BONUS TRACK 195: DUMMY (PORTISHEAD)


Una apática falta de inquietudes musicales que a menudo me visita motiva adecuados cambios de óptica con los que enfrentarse a antiguas propuestas que en su día no obtuvieron aprobación. Entonces, sin saber muy bien a qué se deben nuevos talantes y juicios diferentes, te preguntas qué falló entonces y dónde está el truco ahora. A saber qué me atraía a mí en 1994 y qué despierta aún mi interés veinte años más tarde. Cuando escuché Dummy por primera vez, el primer disco de Portishead, pasó ante mí como un bólido veloz del que solo queda el vago polvo de su estela. La segunda vez me perdí enseguida en el misterio brumoso de sus canciones sin que me convenciesen los grandes halagos que merecía desde todas partes un álbum capital en ese cruce de corrientes que mezcla el pop alternativo, la electrónica y el trip hop. La tercera escucha debió ser la última, mucho después, hoy, cuando debo reconocer que Dummy, con el fluido goteo de sus atmósferas nocturnas, es un fascinante producto musical, el sello distintivo de una banda poco prodigada a la que le sienta bien el culto.