viernes, abril 18, 2008

VOLUME ONE 132 & 133: CLAN E IVÁN

Parada en casa, apartemos maleza diseñada para la burda inmediatez y detengámonos un momento en artistas que descansan en otra corriente, sin la urgencia del triunfo por bandera.

Me cuentan que Memorias de un espantapájaros (DRO, 2008), el nuevo disco de M Clan, está empapado de felicitaciones, pleno de estrellas y números altos junto a las reseñas publicadas. Lo compruebo primero en la red y eso me encuentro en los textos. Me lanzo a comprobarlo después. Bien, es cierto que el álbum reposa en una producción medida y exacta, con el sonido adecuado en cada instante bajo el control de Carlos Raya en la producción. Es cierto también que las letras más trabajadas de Carlos Tarque desvelan un cambio espontáneo en la banda murciana hacia el recogimiento y la nostalgia, lo que lleva a algunos a escribir y proclamar que el grupo ha dado un paso hacia la madurez. ¿Por qué se habla de madurez cuando alguien rebaja los decibelios y las exigencias de garganta, cuando en el caso de M Clan ya habían madurado lo suficiente con su anterior Sopa fría (2004) y en sus excelentes actuaciones en vivo? El caso es que estas Memorias… se quedan un poco en el medio de todo. Su formidable factura envuelve canciones que miran al pop (las más) y al rock (las menos), bien tocadas y no tan bien cantadas, clásicas pero frías, ninguna memorable, sin los estribillos que otras veces han popularizado tanto al grupo. Se escucha, se vuelve a escuchar y aquí no pasa nada.

Nota: 5/10

En el caso del vigués Iván Ferreiro no se puede ser tan generoso en la imprenta, aunque seguro que las estrellas también rozarán el pleno en algún lado. No mucho después de su primer trabajo en solitario en formato largo y de un inmediato EP, ahora vuelve el ex Pirata a torturarnos con su voz de dibujos animados en Mentiroso mentiroso (2008). Aquí musita y a veces berrea pildoritas pop con estrafalarios juegos instrumentales y un manto de espesura sonora agotador cuando los temas se quitan de encima la blandura. El problema es él sencillamente (alguna pluma le llama ‘pope’ del pop nacional sin pensarlo dos veces), pésimo vocalista (y eso qué importa en realidad, pensará Najwa, por ejemplo), un tormento después de dieciséis plomizos cortes donde afirma haber querido “contar cosas que tuviesen que ver con la verdad (…) pero que acabaron convirtiéndose en una mentira”. Los hay más insufribles un poco más al norte.

Nota: 3/10

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