Esta última entrega hace justicia a su título. La primera mitad abarca canciones enchufadas, música de compañía en el inicio de la fiesta nocturna después de una agitada semana de trabajo. Las guitarras basculan (aunque siempre he pensado que a Counting Crows le sobraba una), se oxidan inusitadamente en la bomba inicial, 1492, o potencian las pintorescas letras de Adam Duritz en las no menos fantásticas Los Angeles y Cowboys. Después el disco, con distinto productor, se relaja hasta apagarse casi hasta el final y se sustenta en canciones de resaca y melancolía en domingo por la mañana, el recuerdo de éxitos y más bien fracasos de la madrugada gastada. Sólo el último corte, fenomenal Come around, permite volver a enchufarse para el próximo sábado por la noche.
Nota: 7/10
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