Como Woody Allen y sus películas, Van Morrison vuelve cada año con un disco nuevo oficial, con menos riesgo y novedad que el cineasta, con su misma música inmaculada. Desde el 98 no se quitaba las gafas en una portada, diez años después, quizá a tono con la simpleza que reclama en su título, el león de Belfast no cambia el gesto inexpresivo pero descubre su mirada neutra y perdida ¿Y? Keep it simple (Exile, 2008) no aporta nada original (como hace tanto tiempo) a la carrera larga de tan sensacional autor, puede que sólo alguna guitarra puntiaguda acentuando las venas blueseras de casi la mitad de las canciones y otra un pelín más temblorosa en otro par de piezas. Pero en el fondo, una vez (dos veces) escuchado, sus ya débiles rugidos tienden a confundirse con cualquiera de los de los últimos cuatro buenos discos (salvo el anterior Pay the devil).
Me temo que Van the Man ya no va a volver a grabar una obra maestra como aquel The healing game de 1997, aunque quienes no faltamos a la cita anual con Mr. Allen tampoco vamos a perdernos la que aún nos pide Mr. Morrison. Y todavía, todavía, uno lo sigue escuchando y pensando, como Uma Thurman en la adorable Beautiful girls, que su música es una compañía perfecta para compartir nuestra vida íntima.
Nota: 7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario