A veces me gusta Bunbury (Flamingos, Hellville de Luxe, una estela debilitada que se resiste a hacer olvidar la admiración juvenil por Héroes del Silencio). Otras veces me agota, me deja cerca de la saturación. He leído lo que con profundidad han escrito de él, lo que ha hecho que de Bunbury me interesase más el músico racial e inconformista que es que el personaje de furiosa y exhibicionista actitud que ha creado. El documental El camino más largo, con el hombre y su banda de gira por USA, merece la pena. Acaba de terminar Expectativas (Warner Music, 2017) y me ha gustado. Le he leído hablar sobre su nuevo disco, sobre lo que le ha motivado para escribir sin adornos ni tapujos de lo que lo que cabrea en estos tiempos que vivimos, y sobre lo que le ha inspirado para atraer nuevos sonidos y dejar de un lado otros registros. No hay rastro de salsa latina, tampoco hay canciones vacías, sino temas que sacan pecho con el saxo, teclados y corpulentos juegos sonoros. Este, más rockero y a la vez contenido, con hábiles piezas como Bartleby (mis dominios) o Mi libertad, es el Bunbury que aplaudo.
Nota: 7/10
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