jueves, octubre 18, 2007

VOLUME TWO 33: SHUGGIE OTIS

Vaya, tuvo que ser un personaje tan crispante ahora en sus tareas de comunicador deportivo al que primero oí pronunciar el nombre de Shuggie Otis. No lo hizo en ninguna de sus apariciones televisivas o radiofónicas, sino en una visita veraniega a una tienda de discos de mi ciudad, donde le insistió a su propietario para que le encargase a quien fuera necesario un disco, al parecer mítico, de Shuggie Otis. Yo no sabía entonces quién era el músico que con tanto ahínco perseguía Andrés Montes. Tiempo después me prestaron aquel álbum tan valioso, Inspiration Information (Luaka Bop, 1974), y hasta hace poco que he vuelto a indagar en la corta carrera como solista de Otis, no me he dado cuenta de la prodigiosa calidad y el atenuado sentimiento que aquel chaval tenía en sus dedos antes de cumplir los veinte años.

Algunos genes guardan dotes de genialidad, si es que así se puede definir la precocidad con que Shuggie Otis creció como guitarrista de rock, blues y funk. Apunta su biografía que con doce años formaba parte de la banda de su padre, el cantante de rhythm & blues, productor, presentador de televisión y empresario californiano Johnny Otis. A los quince años su hijo fue contratado por Frank Zappa y por Al Kooper para tocar en sus discos de finales de los sesenta, experiencia que le permitió rápidamente firmar su propio trabajo a partir de la década siguiente. Su padre financió Here comes Shuggie Otis (1970) y Freedom flight (1971), dos riquezas repletas de joyas variadas de funk-rock bañadas con esmalte psicodélico. En 1974, con 21 años, el chico se convirtió en adulto con la creación de su obra más reconocida, Inspiration Information, en la que echó mano a todos los instrumentos y llevó a cabo toda la producción.

Ahí terminó prácticamente la carrera comercial de Shuggie, quien años antes había rechazado una oferta de los Rolling Stones para unirse a la banda y que acabaría aceptando el también imberbe Mick Taylor. No grabó más discos. Se dedicó a integrar formaciones californianas con las que viajó para tocar. Tuvo que ser la reedición de su disco principal a comienzos de la década actual la que rescató del abandono la figura de un músico tan capital aunque menos visible como Curtis Mayfield o Gil Scott-Heron. Un paseo por sus canciones lo revela como un habilidoso duende de la guitarra acomodado en cualquier estilo, fino y preciosista, sinuoso cuando se arrimaba al soul, locuaz en su cariz más funky. Un tesoro oculto en las profundidades.

No hay comentarios: