Con más chicas con las que soñar un trozo de paraíso. Esta me cae bien. Menuda es ella, poquita cosa, y, aunque lo parezca, en absoluto del montón. Muchas como KT Tunstall tiene el rock en su seno, de las que el pop invita a continuar si es que el baile no irrumpe en sus estilos para borrar todo rastro de personalidad. La pequeña escocesa me cae simpática porque con Black horse & the cherry tree, esa pieza cabalgante de rock para brincar y bailar (uuuh uh!... uuuh uh!) que ya las películas y las sintonías radiofónicas machacan sin piedad, hizo apetecible su álbum de debut, Eye to the telescope (2005). Después guardó unas preciosas sesiones acústicas en el menos difundido Acoustic Extravaganza (2006) y ahora apuesta en su tercer disco por refinar ligeramente su estilo en busca de la consolidación. O al menos el reconocimiento como una solista sin poses ni titubeos, tan popera como rockera e igual de eficiente en cada territorio.
Insisto en que me cae bien KT. Será porque Drastic Fantastic (Virgin, 2007) posee una cambiante fidelidad al contenido de sus anteriores trabajos y que nada tiene que ver con la metálica portada que bien podría presentar detrás al último clon de la Madonna más discotequera. Cierto es que el disco se echa encima una capa de maquillaje más sofisticado en la producción y los arreglos y que algunos temas oscilan entre la creatividad natural y los esquemas de composición más comerciales. No son inconvenientes, no, porque esos mismos temas podrían pasar por otros nuevos de Tom Petty con sólo cambiarles la voz. Algún corte pretende resucitar Black horse… (Hold on), otros se escuchan en pleno paseo en bicicleta (I don’t want you know) y los hay que aumentarían la velocidad de cualquier secuencia paisajística en una ‘road movie’ americana (Hopeless). Es más que correcto este disco, directo y sin experimentos, ideal para días optimistas. Nada la sobra ni a la música ni a la voz amistosas de KT Tunstall. Y eso es bueno.
Nota: 7/10
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