sábado, septiembre 22, 2007

LIVE IN 43: ZUMA & TULSA

Sesión doble de conciertos en un fin de semana. Los primeros, que tocaron un día después de los segundos, lo tuvieron bien fácil para hacerlo mejor.

A estas alturas, cualquiera que quiera rendir un homenaje a Neil Young, por muy humilde y correcto que sea, ya se merece una pequeña ovación. Zuma se la ganaron. Es éste el nombre que adopta la banda coruñesa Quaken para rendir tributo al maestro Young, y en su segundo concierto bajo esta denominación habrían satisfecho, sin duda, al canadiense. El diseño de su concierto consistió en un arranque desenchufado y acústico, la parte más floja de la actuación, aunque mejorada en cuanto rescataron del olvido Look out for my love y Prime of life, ya con batería en fase de calentamiento. Country home fue el punto de partida del álbum que interpretaron al completo, de pe a pa, ese Ragged glory tan supremo con sólo escuchar la arrancada de cada uno de sus temas. Unos cuantos clásicos no tan clásicos, joyas del Mirror ball y otro par de clásicos más clásicos (Like a hurricane y Rockin’ in the free world, colosales si están bien versioneadas) cerraron un extenso concierto entrañable y pasional, al que la sección rítmica, agigantada por la intervención ágil y entregada de un baterista con carisma y sin ninguna pose para la galería, imprimió un pulso tremendamente vitalista. Hicieron todavía más grande a Neil Young, y eso es para darles un fuerte abrazo.

Toda la voluntad, energía y pasión que brotó de la entrega de Zuma el viernes no la mostraron en absoluto el día anterior Tulsa en la primera de las tres citas gallegas de septiembre, en la sala Karma de Pontevedra. La última apuesta del sello Subterfuge, inesperados candidatos al Grammy latino en la categoría de Nuevos Artistas (dudoso mérito que desde luego dará un poco más de jabón a la banda vasco-madrileña), pasaron por el lugar con más pena que gloria, como se suele decir. El disco del grupo, Sólo me has rozado, ya gozó de mis elogiosos calificativos en un post anterior, pero ahora reconozco que se me han quitado las ganas de volver a escucharlo. Porque Tulsa aburrieron soberanamente en directo y borraron de un soplido el buen recuerdo que tenía del álbum, así de crudo.

El concierto ya empezó una hora después de la hora programada, el hilo musical de la sala vomitó a Iván Ferreiro desde el primer al último corte de no sé cuál de sus discos y, como colofón, Tulsa no rindieron a la altura esperada. Si tuviera un pañuelo lo habría agitado. Los músicos tratan bien sus instrumentos, vale, tienen sus tablas y dan cuerda a las canciones con profesionalidad. Pero nada más. Son fieles a la construcción del disco, tan sólo suben de intensidad el final de algún tema para llevarlo arriba y encontrar así ruido en el aplauso correspondiente. Pero hacen tediosos esos mismos temas, hasta el punto de convertir el barniz ‘americana’ que tienen en una encubierta capa de simple pop sin mucha miga. La vocalista se clava como una estaca ante el micro y escatima expresividad, de vez en cuando inventa un comentario o una gracia sin gracia propios de cualquier novato en el escenario. ¿Estaba colgada? Puede, si no, qué mal fingía. Todo eso, que es poco, en poco más de una hora de actuación. Encima. Hasta se hizo larga.

Qué grande es Neil Young.

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