Y Pull the pin les mantiene unidos todavía como trío, de los que hacen ruido. Espectacular y de comedida grandilocuencia es su directo, como se intuye que lo serán también en vivo la gran mayoría de las canciones de su trabajo más reciente. El nuevo álbum es otra bomba álgida y coherente, que no salta varios pueblos con respecto al anterior y más plástico en su percusión, Language, sex, violence, other? (2005) y conserva tanto el furioso atrevimiento de You gotta go there to come back (2003) como la energía más reposada de Performance and cocktails (1999).
Kelly Jones se erige de nuevo en el alma mater incuestionable del grupo. Su guitarra, más ‘riffeante’ que ‘punteante’ y sobre todo su chulesca voz de fraseos arrastrados y gamberros sube y baja las marchas de cada pieza. Ya no hay en Pull the pin temas amables como su conocido Have a nice day, aunque sí hermanos gemelos de Maybe tomorrow, como las pausadas It means nothing o Daisy Lane, además de emocionantes ‘in crecendos’ como los que ensalzan Stone o Drowning. Son éstos y aquéllos subidas y bajadas de un disco magnífico, de los que piden sentirse retumbar en el pecho en directo y a todo volumen.
Nota: 9/10
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