Si tuvierais ante vosotros, chicos, un póster como este sobre la taquilla de unos multicines, apuesto a que os decidíais a pagar una entrada por ver esta película, aunque supierais poco o nada de su argumento. Esa hermosura esbelta que camina por el supermercado con los pechos al descubierto sólo aparece en una escena y durante apenas cinco minutos; no cabe duda de que utilizarla como gancho en la imagen del afiche es una táctica inteligente, pero aunque la chica no asome más su grácil figura por entre los fotogramas del film, no os sentiréis defraudados si es que al cine acudís para encontraros con algo más que dos tetas preciosas. Lo que ella anuncia es Cashback (Sean Ellis, 2006), una simpática y agradable producción inglesa en la que su protagonista principal tiene la suerte de poder hacer algo que a todos nosotros nos gustaría hacer más de una vez en la vida: detener el tiempo. Seguro.
Pero Cashback no es una película de género fantástico. Ben ha sufrido una ruptura amorosa y el disgusto no le deja dormir, así que encuentra un trabajo en el turno de noche de un supermercado. Allí comparte horas con sus excéntricos compañeros, su engreído jefe y una sensible cajera. También allí, entre las horas interminables y el aburrimiento, descubre que puede congelar la acción de todo cuanto ocurre a su alrededor, lo que le permite, entre otras cosas, practicar la actividad que más le gusta, pintar los rostros y los cuerpos de las mujeres (semidesnudas ellas). Ya digo, Cashback no es un film de ciencia ficción: la congelación del tiempo no deja de ser el truco narrativo de la ensoñación de un chico afligido al que le interesa, en el fondo, captar con sus dibujos la belleza de las cosas y los cuerpos y encontrar el amor entre los segundos de la vida.
La película es la extensión de un corto de 18 minutos que el propio Ellis había rodado en 2004 y que fue nominado al Oscar. El metraje de Cashback (el corto) está incluido en Cashback (el largo) con el mismo reparto. El extendido resultado final, ambientado con un suave score de Guy Farley que recuerda al mejor Thomas Newman, se balancea entre la comedia juvenil y el drama existencial, pero ni al arrimarse a la primera cae en la zafiedad de American Pie y similares, ni al plantear dilemas serios se contagia de ningún tipo de pedante trascendencia (como en la que caía un presunto genio escandinavo que murió la semana pasada). Algún personaje es imbécil de más, pero capaz de provocar más de un par de saludables carcajadas.
Es difícil que en ciudades pequeñas o medias como las nuestras llegue a exhibirse en una sala grande un film menor como Cashback, así que si estáis interesados en él, os aseguro que no tendréis problema en obtenerlo, ya sabéis cómo, para verlo en una sala mucho más pequeña.
3 comentarios:
Apunto la película y felicidades por este magnifico blog. Voy a poco a poco con los archivos hay cosas muy interesantes.
Otro bienvenido, aquí serán bien recibido. Veo que tenemos unas cuantas cosas en común, dj, nada más merodear por tu refugio y me encuentro con Screaming Trees. Hummm!
esta pelicula esta muy por encima de american pie y otras tontas peliculas americanas comerciales... si saben de alguna otra peli parecida a esta les agradeceria hacermelo llegar al mail: ohcnavi1@gmail.com gracias....
o directamente comenten en este blog
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