Por ejemplo, hasta hace muy poco no podría establecer una relación entre el rock americano circunscrito en Los Angeles y San Francisco a mediados de los sesenta y el término PERRO. P.E.R.R.O. enlaza las iniciales de Planet Earth of Rock and Roll Orchestra. En realidad, PERRO no es ninguna banda, ningún movimiento o corriente, simplemente así, bajo ese nombre ficticio y discurrido en una más que probable ‘ida de olla’, compartieron horas y drogas, desarrollaron ideas y grabaron jams algunos de los músicos americanos más representativos de aquellos días en aquellas dos ciudades de California. Bajo la atmósfera de la marihuana y entre oleadas de ácido dejaban hablar y balbucear sus instrumentos David Crosby, Graham Nash, Paul Kantner, Grace Slick, David Freiberg, Jerry Garcia, Jorma Kaukonen, Phil Lesh, Mickey Hart y hasta Neil Young o Stephen Stills cuando se unían al grupo. Tomaron como campamento el estudio de grabación que el productor Wally Heider tenía en San Francisco, por donde pasaron a grabar, entre muchos, Santana, Booker T y Tom Waits. Allí formaron comuna estos tipos y otros esporádicos visitantes como si fuera la cafetería o el pub de siempre en el que filosofan y se conocen mejor los amigos.
No hace mucho, según leo por Internet, se han dado a conocer en muy buen estado de conservación unos cuantos volúmenes con grabaciones que aquellos músicos realizaron a lo largo de los años de su juventud, en pleno apogeo de la paz y el amor que cubrieron un periodo maravilloso e irrepetible del rock californiano. He podido encontrar un par de esos tesoros que no se han comercializado con el nombre de The Perro Sessions, y en ellos me he dejado absorber por una serie de cortes improvisados y bocetos de canciones mejoradas más adelante que los componentes de CSN, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service y Grateful Dead interpretaban unidos en el estudio de Heider.
Venimos hablando de lo mal que envejece alguna música joven sin perder de vista con nostalgia aquélla más olvidada que ni siquiera hemos vivido in situ y de la que tenemos constancia por nuestras lecturas y en una pequeña parte de nuestros discos. Las experiencias que Crosby, Kantner, Slick y demás transformaron en música aquellos días sobreviven por suerte como una frivolidad tomada en serio que no pierde su fuerte poder de evocación. Si fuera músico lo explicaría mejor, seguro… pero ahora nadie me parece capaz de rasgar suavemente sus guitarras y tocar los bajos y baterías de forma tan conmovedora como lo hacían aquellos tipos.
1 comentario:
He caído en tu blog por casualidad, siguiendo el rastro de las PERRO sessions. Me gusta mucha de la música que a tí te gusta, aunque creo que nos separan unos cuantos años (estoy cerca de la edad de Neil Young). Seguiré tus comentarios para aprender de la nueva música.
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