martes, julio 24, 2007

MILES’ COOL (III): BITCHES BREW

A veces la música tiene efectos medicinales, como mínimo remedios contra las valoraciones empantanadas, colapsos de dirección. Para retomar un poco el norte es buena receta entonces una pastilla sonora que despeje de niebla el camino del placer por escuchar música y disfrutar de sus laberintos. Viene siendo Miles Davis una terapia curativa desde hace varios meses. Cada desembarco en su música cambiante es una experiencia desconcertante pero enriquecedora. Con un temor nada escondido afronté la incursión peligrosa en Bitches Brew (Columbia, 1969), una de las cumbres del jazz fusionado con diversos estilos y corrientes, un álbum mitológico y referencial, insólito, extraño, complejo, visceral… lo que tú quieras. Agrandé el riesgo con la escucha, en distintas etapas, de las sesiones completas, que reúnen 21 temas en cuatro discos.

Poco más puedo aportar yo sobre Bitches Brew a lo mucho que se ha escrito. Otros lo han hecho mejor de lo que yo podría, por eso os enlazo con este magnífico artículo sobre este mastodóntico trabajo de Miles, que lo sitúa en contexto y contiene las explicaciones precisas. Se puede amar, se puede detestar. Yo os recomiendo que al menos una vez en la vida, puede que mejor en momentos de desorientación, os dejéis acunar por sus atmósferas difusas y hechizantes y transitéis a lo largo de sus estructuras libres y su espíritu genial.

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