Cure for pain (Rykodisc, 1993) es el segundo álbum de Morphine, válido para saborear su anodino brebaje instrumental y penetrar en su peculiar atmósfera, representativo además de todo el legado (seis discos oficiales en ocho años) que permanece vivo tras la escalofriante muerte de su bajista y vocalista, Mark Sandman, durante una actuación en Roma en 1999 de un ataque al corazón. Entonces murió también la banda pese a la publicación de dos trabajos póstumos. Sirvió para mantener encendido el culto a una formación insólita.
Merece la pena probar un poco de morfina. Cure for pain puede gustar tanto a los amantes del rock como del jazz. Aunque sus construcciones son propias del rock, el habilidoso desasosiego que adquiere el sonido de ese bajo partido y la combinación de saxofones en una misma canción acerca al grupo a otros territorios donde la noche y los interiores brumosos de clubes clandestinos se convierten en el cuarto componente del grupo. Dos breves cortes instrumentales, Dwana y Miles Davis’ Funeral (qué título, eh) ponen en sintonía al oyente al principio y al final; entre ambos seguro que consume un poco de la pócima perturbadora y huidiza de aquellos incomparables Morphine.
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