El cine realza en muchas de sus bandas sonoras el sentido de las canciones, que asociadas a las imágenes, a la acción o a la interpretación de los actores y actrices que acompañan, acaban a veces por ser más recordadas por aquella película en la que se escuchan que por el disco original al que pertenecen. Siempre tendrán su importancia y autonomía en los propios discos en que figuran, pero cuando una canción de Tom Waits se inmiscuye entre las imágenes de un film suele emocionarme mucho más y cobrar una dimensión que no sólo engrandece a la propia película sino además a la entidad de un genio único y singular como Waits.
Ha vuelto a ocurrirme. A propósito de La vida secreta de las palabras, arrebatadora obra maestra de Isabel Coixet estrenada este fin de semana en los cines españoles. De las cinco o seis canciones no originales que se dejan oír en la película, una es del gran Tom Waits, empleada en una secuencia que recoge el paso del tiempo después de unos relevantes acontecimientos. La inconfundible atmósfera de la música de Waits, cálida pero oscura, corrupta y revuelta, cobra en cambio cercanía y confianza en cuanto reaparece en este film, aunque como complemento a una imágenes y una situación nada próximas al universo de Tom Waits.
All the world is green, del álbum Blood money, es el tema que suena, casi entero, en La vida secreta de las palabras. Pero como la relación de Tom Waits con el cine ha sido especial de varias maneras desde hace más de 25 años, tanto su música y canciones como sus esporádicas apariciones como actor han reforzado aún más su pequeña importancia en el séptimo arte. Del mismo modo que en la película de Coixet, han sonado especialmente melancólicas o fantasiosas canciones como Cold cold ground en Leolo, Jockey full of bourbon en Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto, The piano has been drinking en Georgia y, sobre todo, Innocent when you dream en los créditos finales de Smoke.
En 1982 Francis Ford Coppola rescató a Waits de las calles de Los Angeles para encargarle la banda sonora de Corazonada. Entonces el músico vivía despierto y dormido en sórdidos bares y consumía sus días en alcohol. Las canciones que compuso para Coppola supusieron un inmediato cambio en su música y los escenarios nocturnos que tan bien recreaba en sus primeros discos (The heart of Saturday night y Blue Valentine especialmente), esa música de camerino de night club y tugurio en penumbra, se transformó en una peculiar experimentación sonora que inventó nuevos decorados, más difíciles de valorar, pero únicos e incomparables. Los ruidos de animales, los gritos distorsionados, las voces a través de tuberías y la percusión casera y primitiva se convirtieron en su nueva marca de fábrica, fueron pinceladas con las que cubrió sorprendentes melodías e historias ácidas. Así fueron apareciendo, aunque espaciados, grandes discos como Swordfishtrombones y Rain Dogs en los ochenta o Mule variations en los noventa.
En todos estos años siempre se ha dejado ver Tom Waits de alguna forma en el cine, como compositor también en Noche en la tierra de Jim Jarmusch, para quien ha trabajado como actor en varios films, o como intérprete para Robert Altman (Vidas cruzadas) o en cameos para Coppola (La ley de la calle) o Terry Gilliam (El rey pescador). Y sus canciones no han dejado de recibir el abrigo del cine, a veces en producciones tan poco alejadas de su mundo como Hellboy, Shrek 2 o Robots. Hasta la más reciente película de Isabel Coixet, engrandecida todavía más por tener ahora ‘parentesco’ con Tom Waits.
lunes, octubre 24, 2005
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1 comentario:
Pensé que tal vez te interesaría visitar este nuevo blog dedicado al Gran Tom Waits
http://maquinadehuesos.blogspot.com
y si no, pues nada
sigue siendo muy malo
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