Música y cine. Cine y música. Dos hermosas pasiones. Las de tantos... las mías también. Y una historia de amor (como tantas), que el melómano escritor y periodista británico Nick Hornby construyó en las páginas de "Alta fidelidad" y su paisano Stephen Frears trasladó en 2000 a la pantalla. La música de la vida.
“Dime las 10 mejores canciones sobre la muerte”, o “las diez mejores canciones sobre las rupturas de pareja”. En ellas piensan John Cusack y su estrambótica pareja de empleados en Championship Vinyl, la entrañable y generosa tienda de discos donde sus vidas avanzan, a veces hacia ninguna parte, donde la música abriga sus apuros e indecisiones y sirve de banda sonora para sus vivencias. Cusack mira al pasado cuando se le tuerce el presente y su novia le aparta de su vida. Le invade la crisis del fracaso y repasa las relaciones sentimentales más relevantes que ha tenido; con su recuerdo trata de descubrir en qué ha fallado, pretende, sin convicción, recuperar alguna, pero no puede desatarse de la cuerda con que su novia herida y huida le ha atrapado.
En diálogo con la cámara Cusack saca de sus muebles la bien extensa colección de vinilos que guarda y convierte en rito la grabación de una cinta, pero una cinta para ella o para cualquier chica, una selección de canciones con que declararse, regalarle halagos o mismo desnudar su alma. Como todos quienes invertimos una o más largas tardes en darle un orden y un estilo a un cassette grabado para seducir o conquistar a una chica.
Frears cabalga entre las modestas producciones británicas (más frescas y cercanas) y los algo más ambiciosos (y académicos) trabajos en Estados Unidos. Le falta su marca de la casa, matices que definan su curiosa y variada obra, pero integra con soltura al público en la familiaridad irlandesa que se respira en Café irlandés y en la atmósfera capriana que baña toda la divertida Héroe por accidente, trabajos estelares, junto con Alta fidelidad (comedia de la vida, comedia del amor), de su siempre sugerente filmografía.
High Fidelity, la banda sonora, rescata poco soul del que transcurre por buena parte de las páginas de Hornby y toma otros caminos musicales, en los que por fortuna no falta Bob Dylan y su extraordinaria Most of the time (una de tantas joyas del Oh Mercy) o un par de piezas de la Velvet Underground. Se perdona que falte Solomon Burke, tan presente en el libro, y se agradece descubrir en una versión del Let's get it on de Marvin Gaye la cálida voz del sorprendente Jack Black, elegante soulman de celuloide antes de reiterar payasadas dentro o fuera de la banda Tenacious D.
Desciende la aguja y deja hablar al vinilo, mejor en alta fidelidad.
“Dime las 10 mejores canciones sobre la muerte”, o “las diez mejores canciones sobre las rupturas de pareja”. En ellas piensan John Cusack y su estrambótica pareja de empleados en Championship Vinyl, la entrañable y generosa tienda de discos donde sus vidas avanzan, a veces hacia ninguna parte, donde la música abriga sus apuros e indecisiones y sirve de banda sonora para sus vivencias. Cusack mira al pasado cuando se le tuerce el presente y su novia le aparta de su vida. Le invade la crisis del fracaso y repasa las relaciones sentimentales más relevantes que ha tenido; con su recuerdo trata de descubrir en qué ha fallado, pretende, sin convicción, recuperar alguna, pero no puede desatarse de la cuerda con que su novia herida y huida le ha atrapado.
En diálogo con la cámara Cusack saca de sus muebles la bien extensa colección de vinilos que guarda y convierte en rito la grabación de una cinta, pero una cinta para ella o para cualquier chica, una selección de canciones con que declararse, regalarle halagos o mismo desnudar su alma. Como todos quienes invertimos una o más largas tardes en darle un orden y un estilo a un cassette grabado para seducir o conquistar a una chica.
Frears cabalga entre las modestas producciones británicas (más frescas y cercanas) y los algo más ambiciosos (y académicos) trabajos en Estados Unidos. Le falta su marca de la casa, matices que definan su curiosa y variada obra, pero integra con soltura al público en la familiaridad irlandesa que se respira en Café irlandés y en la atmósfera capriana que baña toda la divertida Héroe por accidente, trabajos estelares, junto con Alta fidelidad (comedia de la vida, comedia del amor), de su siempre sugerente filmografía.
High Fidelity, la banda sonora, rescata poco soul del que transcurre por buena parte de las páginas de Hornby y toma otros caminos musicales, en los que por fortuna no falta Bob Dylan y su extraordinaria Most of the time (una de tantas joyas del Oh Mercy) o un par de piezas de la Velvet Underground. Se perdona que falte Solomon Burke, tan presente en el libro, y se agradece descubrir en una versión del Let's get it on de Marvin Gaye la cálida voz del sorprendente Jack Black, elegante soulman de celuloide antes de reiterar payasadas dentro o fuera de la banda Tenacious D.
Desciende la aguja y deja hablar al vinilo, mejor en alta fidelidad.
1 comentario:
que nivel de cine, fresco,rápido y la interpretación de JACK BLACK cantando es de puta madre...oZ
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