viernes, febrero 24, 2017

SOUNDTRACK 196: TRAINSPOTTING



Volver hoy a Trainspotting (un film que no creo que hubiera rescatado si Danny Boyle no hubiera contado las vidas de los personajes de Irvine Welsh veinte años después de llevarlas a la pantalla) ha conseguido que me atraiga saber con interés qué incierto destino le esperaba a sus yonquis y sus amigos. Hace veinte años, si estabas puesto en cine (como yo estaba, bastante más que ahora), leías que todo el mundo hablaba de aquella película: heroinómanos en Edimburgo sin futuro ni esperanza, chutes, sordidez, colocones, violencia… una pasada. Me gustó, me reí, me agobié. Nada más. Y ahí quedó Trainspotting, con recuerdos vagos sobre brutalidad y escatología: Begbie (Robert Carlyle) lanzando una jarra de cerveza desde arriba sobre los clientes de un pub, Renton (Ewan McGregor) huyendo de los policías por Princess Street, Spud (Ewen Bremmer) y su mierda sobre los rostros de la familia de su novia a la hora del desayuno, el peor retrete de Escocia.

Ver hoy Trainspotting ya no me hizo tanta gracia. Pero quizá la juzgo como mejor película de lo que entonces creí que era (sin compararla en ningún momento con una novela que no he leído). En el fondo, bajo la agilidad de su puesta en escena y la eficaz dirección de Boyle al mostrar los delirios que la heroína crea en sus adictos y las horribles consecuencias que puede llegar a provocar, el film ofrece, entre cuelgues y sexo y su feo acento escocés, una pesimista visión sobre la inadaptación. Su final, con Renton traicionando a sus amigos y dirigiéndose hacia la cámara hasta desenfocarse, convierte al personaje principal en el único que en verdad quiere huir de las cadenas de la droga y la delincuencia para adaptarse a una triste vida convencional de hipotecas, barbacoas y televisión en el salón de la que reniega desde el primer minuto, cuando encuentra en la droga el consuelo a su nihilismo.

Sí, quiero ver qué ha pasado veinte años después.

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