El rugido penetrante de Tom Jones y su mítica aura cachonda permanecen intactos con 68 años a cuestas. Acaba de grabar y publicar 24 hours (S-curve, 2008), un trabajo que en su forma escapa de las modernidades recientes a las que se enganchó en discos como Reload y Mr. Jones (aunque todavía conserva alguno de sus atributos sonoros en los adornos de la producción), pero que en su fondo lo devuelve a los años mozos en que su soul de club aceleraba y partía corazones y su pechera peluda lucía al descubierto. Podría parecer que Jones roza los límites que lo convertirían en una atracción de feria, pero con este nuevo disco el volcánico galés mantiene adeptos en quienes lo admiraban hace cuarenta años y en quienes, aún más jóvenes, vibramos con Delilah o She’s a lady, canciones que latían antes de nacer.
24 hours es un moderno ejercicio retro que está bien. Empieza mejor que termina, ya que después de descargar su voraz sexualidad a base de ritmos de funk, soul y rock y torrentes de voz el álbum se va apagando, pierde carne y encanto. Sobran los últimos tres cortes, muy flacos y sofisticados, impropios para el natural tono pícaro de Tom Jones. En todos los anteriores el tipo se lo pasa en grande, disfrutando de lo que fue con plena dignidad y orgulloso por seguir haciéndonos bailar con su nervio.
Nota: 7/10
1 comentario:
Los temas 1, 3 y 4 son los más adictivos.
Si señor, un grande que lo sigue siendo...
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