Dediqué parte de la semana a escuchar el último disco de Enrique Bunbury, el que le devuelve a las andanzas musicales en solitario tras el colapso que sufrió hace tres años y con el que puso fin a sus agotadoras giras ambulantes. Vuelve Bunbury, lo que no significa que para mí sea una gran noticia. Pero esta vez tenía cierta fe en que su regreso iba a resultar más satisfactorio que su previo recorrido. ¿Por qué? Porque Hellville De Luxe (así se llama su nuevo álbum) venía acompañado de apuntes e informaciones que lo acercaban a los territorios musicales americanos, demostrando de nuevo que la inquieta vena creativa del autor zaragozano al menos es de apreciar y aplaudir. Además, esta vez pensaba asistir a un concierto suyo que iba a dar en mi ciudad, el primero en el que me lo encontraría enfrente después de una lejana actuación de los Héroes del Silencio a comienzos de los noventa en el Coliseum de A Coruña.
Vamos con el disco primero. (Con el CD, no con el vinilo, porque a Bunbury se le ha ocurrido discriminar esta vez a los compradores/consumidores de CDs al privarles de cuatro canciones más que sí incluirá en la edición del doble LP; me referiré entonces al trabajo sencillo de once temas que es Hellville De Luxe)
Podría decirse que éste es el ‘disco americano’ de Bunbury que sucede a su densa etapa fusionista y mestiza. Sonidos, estructuras, entonaciones y fluidos musicales que recuerdan a Springsteen, Mellencamp, Petty o Dylan flotan en el ambiente, tratados con respeto y leal admiración, sin ánimo de repetirlos ni explotarlos impersonalmente. Al menos una mitad del disco bebe de esas raíces rockeras con energía y rigor, filtradas por el estilo vigoroso de un Bunbury generalmente más contenido que en trabajos anteriores. Es en esos temas donde el disco alcanza una admirable fuerza, sobre todo en Bujías para el dolor y esa inicial El hombre delgado que no flaqueará jamás, un tema soberbio que me atrevo a decir sin temblar que es el Hurricane (Bob Dylan) de Bunbury. La dinamita que explota al principio se convierte después en una sucesión de petardos, porque el disco aún contiene dignos temas como Si no fuera por ti o El porqué de tus silencios antes de desinflarse y perderse en temas olvidables.
Nota: 7/10
Vamos con el concierto, de nuevo en el Coliseum de A Coruña, el 4 de octubre de 2008.
Carlos y Dufresne fueron la ejemplar y agradable compañía. Bunbury, delante, se entregó sin escatimar sudor, pasión, carisma, cariño y agradecimiento hacia su público. Todo eso no se le puede negar. El sonido, fantástico. La puesta en escena, eficaz pese a fallar (como el propio autor avisó) el mecanismo que proyectaba imágenes y vídeos. La banda, sólida, aunque en ocasiones con sonidos guitarreros de más. Las dos joyas de Hellville De Luxe coronaron la actuación. También Apuesta por el (puto) rock and roll. Lady Blue y Viento a favor llevaron el concierto a momentos poderosos. Flamingos fue el álbum más recurrido. A la actuación le ocurrió algo parecido a lo del último disco. Empezó muy arriba con cuatro temas, bajó, subió de nuevo con El hombre delgado…, descendió cuando acudió a los cortes de Pequeño, se volvió a levantar y también acabó perdiendo aire. Pero bien, bien por Bunbury, por su oficio y el amor que mostró a su profesión.