sábado, junio 30, 2018

LIVE IN 221: RINGO EN MI CIUDAD


Un ‘beatle’ en mi ciudad. Historia sin historia. Déficit de carisma. Ringo Starr.

¿De verdad puede emocionar hoy un concierto de Ringo? No, de verdad. Nostalgia, la justa, efímera. Fiesta, de esa manera… Ganas de agradar, un rato bien pasado, resultón, pero olvidable. Una All-Starr Band eficiente, de altura media (Steve Lukather de Toto, Colin Hays de Men at Work, Graham Gouldman de 10cc), con la que volvimos a unos ochenta lejanos y perezosos.

Nunca antes había visto a un ‘beatle’ tan de cerca. En fin, a 40 metros. Me falta Paul. Espero que algún día… aún hay tiempo.

lunes, junio 25, 2018

VOLUME ONE 473: PASSWORDS (DAWES)


Temí perder a este buen grupo con su álbum anterior, un errático We’re all gonna die (2016) en el que se abrían a sonidos chocantes al servicio de canciones planas, pero hoy, con Passwords (Hub Records, 2018), celebro recuperarlos por no haber descarrilado. Dawes parecen haber salido frustrados de aquel intento de sentirse Wilco por un disco, al despiste y experimentales, y han recapacitado para darse cuenta de que no les conviene pretender ser geniales, de que el traje que mejor les sienta es el que los viste como digno ejemplo del mejor folk-rock californiano. Virtud en la sencillez.

Con Passwords, pese a que se inicie con una turbadora Living in the future, Dawes vuelven un poco al pasado: al suyo propio de los discos North Hills y Nothing in wrong, y a los orígenes inspiradores de su esencia musical, representada por el aire limpio que salía de la obra de los primeros Jackson Browne e Eagles desde las laderas de Los Angeles. No es redonda la recuperación, y a Taylor Goldsmith, eficaz guitarrista y compositor, le falta a veces ponerle ganas a la energía vocal. Pero el álbum, controlado por un comedido Jonathan Wilson que hace algún guiño sonoro a los años ochenta, desprende un aroma apaciguador.

Nota: 7,5/10

viernes, junio 22, 2018

LIVE IN 220: LOS BEATLES Y LOS NIÑOS



Hoy tuvieron su primera graduación, una medalla de tela y una orla al final de la fiesta. El fin de su primer ciclo, el adiós a las primeras maestras, lágrimas de madres, padres y abuelas por verlos hacerse un poco más mayores, por empezar a echar de menos la entrega enorme de quienes en sus primeros tres años han enseñado a sus hijos a crecer. La fiesta tuvo banda, el bueno de Félix Arias y la música de Los Plutones, un trío convertido en Beatles ante una joven audiencia de niños y padres con floridas camisestas y vestidos suaves. Música para aprender y jugar, para sentir y empezar a amar la música. Paperback writer, Ticket to ride, Ob-La-Di Ob-La-Da, Here comes the sun, We can work it out, A hard day's night, Yellow Submarine, Hey Jude para el abrazo apretado de los primeros amigos y la añoranza quebrada de las madres más sensibles.

Nuestro hijo saltaba y corría, hablaba y cantaba, bailaba en Ticket y escuchaba en Submarine, reía y se nos abrazaba en Jude. Nosotros no nos olvidaremos de estas dos horas. Ojalá él tampoco. Ojalá algún día, volviendo atrás, pueda encontrar en ellas una de las razones por las que le gustan los Beatles y la música.

CALIFORNIA-ASTURIAS

¿En qué lugar crees que podrías escuchar a Neil Young, Joni Mitchell, Jackson Browne, James Taylor, Van Morrison, Graham Nash... en una misma sesión de hilo musical, a las dos y media de la tarde durante más de media hora? ¿En California, 1975? En Asturias, 2018, un restaurante al borde de la playa en una población de retiro veraniego. Así, tal cual. La clavada mereció la pena.

domingo, junio 17, 2018

DISCOS Y CINTAS. PÁGINAS DE MÚSICA Y VIDA


A través de su pasión por la música y de la fuerte vinculación de los discos, las cintas grabadas y las canciones con las etapas y momentos más significativos de sus vidas, dos periodistas musicales se han abierto a la confesión y a la nostalgia en sendos libros que he leído este año: Eric Spitznagel en En busca de los discos perdidos (Contra) y Rob Sheffield en Vives en las cintas que me grabaste (Blackie Books). Vivos y cercanos, entrañables y sinceramente emotivos ambos, con lugar para el humor y para la oscuridad de la pérdida y el dolor. Necesarias escrituras y lecturas para quienes no conciben la vida sin las canciones, compañeras de viaje con las que conocerse a sí mismo y hallar respuestas.

Spitznagel se mira en el presente y se compara en el pasado a lo largo del camino que inicia para encontrar los vinilos de los que se deshizo, exactamente las mismas copias que tenía en su habitación, con los mismos cortes gastados en el cartón y las mismas rayaduras en el disco. Su aventura le cruza con el fanatismo del coleccionismo música y le refleja en las inseguridades de la vida adulta.

Sheffield quita el polvo a las canciones grabadas en los casetes que escuchaba con Renée, la esposa que perdió en la plenitud de la vida. “Hay millones de maneras de unirse las personas unas a otras a través de las canciones”, escribe hacia el final, tras curar su dolor con el recuerdo de los conciertos compartidos y las alegrías en común, al compartir el vacío de su soledad y abrirse a un futuro de esperanza en el que le acompañará la magia del pasado.

viernes, junio 15, 2018

BOOTLEG SERIES 66: SOMERS TOWN Y GAVIN CLARKE


Hará unos diez años vi esta película, Somers Town, un caramelo rodado en blanco y negro por Shane Meadows (This is England, Dead Man’s shoes, Made of Stone) en las calles de Londres. Dos niños, uno que vagabundea tras escaparse de casa y otro, polaco, que continuamente hace fotografías, se cruzan y se hacen amigos. Uno de los aspectos que más me gustó del film fue su música, las pocas canciones interpretadas por Gavin Clarke que acompañaban el encuentro de los chavales y la atracción que sienten por la misma chica. De poco me acuerdo, ni siquiera de las canciones en sí, de las que sí guardaba, yo también, un lejano poder de fascinación. Una vez encontré la banda sonora, apenas 20 minutos en realidad, que no he visto comercializada. La he vuelto a escuchar. Seis canciones cubiertas por un halo de seda que se desliza por el cuerpo, el suave soplo con el que mimamos el vello de nuestro piel. Vean Somers Town, remuévanse de placer en la historia y su música.