La
última vez que Morcheeba pasó por este blog fue hace diez años. Es
de los pocos grupos que echan mano de la electrónica para jugar con
estilos y ambientes en los que hago parada, aunque es cierto que los
tenía descuidados. ‘Hop’ es apellido de la etiqueta que lleva su
música, aunque a día de hoy sigo sin saber diferenciar quién es
‘hip’, ‘trip’ y demás hermanos. A finales de los años
noventa sonaban en todas partes (radios, anuncios, películas, pubs,
pistas de baile) y por algún lado me clavaron el aguijón, pues
gasté discos como Who can you trust? (1996) y Big calm (1998). La
vocalista Skye Edwards plantó a los hermanos Godfrey unos cuantos
años en la década siguiente y
regresó en 2010 para los discos de los años siguientes, los que han
pasado sin enterarme de que seguían grabando, hasta reencontrarme
con este Blaze away (Fly Agaric, 2018), con Skye y solo uno de los
Godfrey.
Nada
hay de extraordinario en este álbum, pero suena con la misma
frescura atmosférica de sus primeros trabajos, con bases, ritmos y
elegantes malabarismos electrónicos que ni guardan polvo ni se
inflan de pretensiones. Revestimiento
para funk,
pop
y
reggae mirando de refilón al pasado. Diez cortes en 35 minutos.
Benjamin
Biolay en el mejor de ellos, Paris Sur Mer, cantando en francés
arrimado a Skye.
Nota:
7,5/10
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