El
reciclaje es una buena práctica medioambiental, dicen: darle
utilidad a algo que ha dejado de tener su uso original. Llegan
momentos en que necesitas con urgencia un reciclado para encontrarte
en un mejor ambiente o volver a hacer las paces con la atmósfera por
la que se diluyen sus placeres, lejos de controles y prisas, de
horarios apretados y lugares comunes. Son esas veces en que quieres
meterte en la lavadora y programar un lavado largo y un centrifugado
para salir luego al exterior convertido en alguien limpio, nuevo o
convertido. Vamos a ello, a ver si es posible. A dejar rutinas a un
lado y a perderse un poco allá en el frío y a distancia. A cumplir
con las obligaciones primero. A dormir y a tardar en despertar
después. Hasta pronto.
jueves, marzo 30, 2017
martes, marzo 28, 2017
DOS
Las
velas se encienden despacio. Todavía. A veces voy a las fotos y me
sorprendo con su crecimiento, las formas en que cambiamos él y
nosotros, cómo
yo crezco dentro de él. Los
dedos que se alargan y el estómago que se rebaja, los ojos que saben
expresarse y los dientes que ríen
inocentes.
El chasquido de la memoria y los besos y aplausos espontáneos. La
caricia de la noche y la luz que le da el día. Con él adelante en
los primeros pasos del camino de la vida. Aún sigo peleándome con
quien era y con cómo ha cambiado casi todo. Tú el primero, chaval.
Y lo que queda. Feliz cumpleaños, Leo.
jueves, marzo 23, 2017
VOLUME TWO 80: RODNEY CROWELL Y EL OTOÑO LUMINOSO
La
madurez, la experiencia acumulada, el oficio, la casta adquirida, los
kilómetros y kilómetros de música en el cuerpo… llámese como
uno prefiera. Eso ha hecho que no pocos músicos hayan llegado al
otoño de sus vidas en un estado de forma artística elogiable, como
si la edad, lejos de cansarlos, los llenase de una energía contenida
de la que salen las cosechas más deliciosas. Tom Jones, Mavis
Staples, Kris Kristofferson, Solomon Burke hasta su muerte o Rosanne
Cash son unos pocos ejemplos que me vienen a la mente de músicos que
al pasar de los 50 o 60 años entregan magníficos trabajos,
sabiamente adaptados a sonidos y terrenos contemporáneos y
superiores a obras que firmaron hace 20 o 30 años. Rodney Crowell es
otro de ellos.
El
bueno de Rodney, con 18 discos a sus espaldas desde finales de los
años setenta y el último a punto de publicarse, Close ties, una
colección excelente de canciones personales que interpreta con una
exquisitez y cariño que le salen de las tripas. Tejano adoptado por
Nashville, autor y productor de country y sus géneros hermanos,
socio y amigo de tantas enseñas de los escenarios de la ciudad, su
carrera ha avanzado con rectitud y coherencia sin perder la brújula
y con fidelidad a su aprendizaje.
Desde
Fate's right hand (2003) hasta su último trabajo, Rodney ha
encadenado formidables obras en las que sin desprenderse de sus
raíces las ha dejado crecer hacia ambientes adyacentes a la música
americana tradicional de los últimos años. Ahí están Sex and
gasoline (2008) o sus dos placenteros duetos con su amiga Emmylou
Harris. Close ties, poderosamente emocionante, mantiene las altas
calificaciones y refuerza la fe en la sabiduría de la edad que
Rodney Crowell y otros viejos maestros representan.
domingo, marzo 19, 2017
viernes, marzo 17, 2017
VOLUME ONE 432: DORADO (SON OF THE VELVET RAT)
¿Qué
nos sugiere esta imagen si es la escogida para la portada de un
disco? ¿Qué música diríamos que guarda? Nos sentimos tantas veces
atraídos por las cubiertas de un álbum creyendo encontrar tras
ellas inspiradoras esencias musicales… Un desierto como este,
carbonizado en blanco y negro con el cielo tormentoso, augura quizá
la sobriedad afilada que sonorizaba el film Paris, Texas, quizá
música árida y voces ajadas, o puede que un revitalizado brebaje de
stoner rock. No es el caso. Esta imagen que parece tomada en el
parque nacional de Joshua Tree o en cualquier otra desértica zona
norteamericana presenta el disco Dorado (Fluff & Gravy, 2017), de
Son of the Velvet Rat.
Uno
llega a músicos o bandas de las que no ha oído nada por
casualidades o por conexiones. Te enteras de que un productor que te
gusta mucho le pone las manos al trabajo de un grupo desconocido y el
interés que antes era inexistente ahora es altísimo. Son of the
Velvet Rat es ADN europeo con transfusión de sangre americana, al
menos cuando escuchas Dorado. Es el sexto trabajo del matrimonio que
forman los austríacos Georg Altzieber y Heike Binder, instalados
desde hace tres años precisamente en Joshua Tree. Canta él con la
guitarra encima, ella agarra el acordeón y toca el órgano. En
Dorado también hay voces de Victoria Williams. Bajo la supervisión
de Joe Henry, su música, misteriosa y turbadora, con atisbos de
animosos resplandores entre perezosa oscuridad, parece propagarse
como el eco en capas cálidas. Leo semejanzas con alguna etapa de las
carreras de Dylan, Cave y Waits; yo no las advierto, sino banda
sonora para la soledad, el desierto y la extrañeza.
Nota: 7,5/10
miércoles, marzo 15, 2017
GREATEST HITS 191: LONELY BOY (THE BLACK KEYS)
Algunas
buenas canciones, potentes y con gancho, alcanzan un éxtasis de
ensalzamiento en pletóricas interpretaciones en directo. O cuando la
publicidad o el cine las explotan eficazmente. Lonely boy es un
ejemplo, el gran tema de The Black Keys con el que abrían su álbum
de 2011 El Camino. En una película reciente, la simpática comedia
española Es por tu bien, se cuela Lonely boy sin mucha lógica
argumental aunque con innegable impacto en el desarrollo de la trama
y bien acompañada de un hábil montaje. El caso es que, al volver a
escuchar la canción, celebré de nuevo su fuerza, ese nervio que te
espabila y te lanza a bailar o a saltar o a llevarte las manos a la
guitarra imaginaria.
Muchos
le dieron la espalda al grupo desde que añadieron instrumentos y
sofisticación a su singular apuesta, desde que dejaron los circuitos
pequeños donde se aplaudía la rigidez de su áspera desnudez musical para
abrazar una planificada e inteligente comercialidad. No me incluyo entre quienes miraron para otro lado.
Espero que no tarde en escucharse su próximo trabajo.
lunes, marzo 13, 2017
VOLUME ONE 431: SEMPER FEMINA (LAURA MARLING)
Es
cosa de mujeres. Las más agradables sensaciones de la música que se
da a conocer este año me las están ofreciendo discos que llevan la
firma de mujeres: Tift, Rose, Valerie, Rhiannon y ahora Laura, Laura
Marling. Con esta inglesa de aspecto inocente me enchufo a las
segundas escuchas, después de digerir mejor las virtudes emocionales
que creo descifrar en el primer contacto, convencido de que me estoy
perdiendo algún fantástico atributo oculto que merece escucharse
con más atención. Me pasó con sus discos anteriores y ahora de
nuevo con el sexto que ha terminado de grabar con 27 años, Semper
Femina (More Alarming Records, 2017).
Cuenta
que el álbum tiene esa tendencia conceptual a indagar y profundizar
en un aspecto concreto: la mujer y la intimidad de la feminidad. No
entraré mucho en ello, me temo. De momento me he dejado absorber por
los paisajes brumosos que parecen salir de las nueve canciones de
este disco, con Laura reencarnándose en Joni Mitchell o en John
Martyn, o en Aimee Mann o en un joven Neil Young. Música que se
desvanece en el aire o se cae de las manos como arena, con la que
quieres echarte a descansar.
Nota:
7,5/10
jueves, marzo 09, 2017
BONUS TRACK 174: THE JOSHUA TREE. 30 AÑOS DESPUÉS...
Dejémonos
llevar por la mirada atrás con nostalgia acompañada de música.
Todos tenemos un disco especial, uno o más de uno que significaron
mucho para nosotros en algún momento de nuestra vida, que nos
llenaron de una luz que no sabíamos de dónde salía y nos ayudaron
a crecer y a cambiar, a verlo todo según otra u otras perspectivas.
Pero apuesto a que todos
tenemos uno por encima
de los demás, uno con el que pasamos del pop al rock, de la
adolescencia a la juventud, del casete al vinilo, de
no saber lo que hacer en la vida a desear dedicarnos a la música, de
la inocencia a la madurez. Ese disco para mí fue The Joshua Tree, de
U2.
Un
9 de marzo de 1987, justo hace 30 años, aquel disco estaba por
primera vez en las tiendas, el único lugar en el que se podía
adquirir un disco para escucharlo entero luego en tu habitación, con
la calma que proporcionaba el tiempo suficiente y la
intimidad que hoy escasea.
A mí me lo regalaron dos meses más tarde por mi cumpleaños, pero
ya antes me había quedado enganchado a la canción With or without
you la primera vez que la había escuchado, en un programa de vídeos
musicales que emitían los sábados por la tarde. Aquellos
tíos serios entre sombras a los que había oído mencionar sin
escuchar nada antes. The
Joshua Tree debió pasar unas cien veces bajo la aguja de mi
tocadiscos aquel año y el siguiente, en los que me hice con todos
los discos y singles de U2 y con
las revistas en las que el grupo irlandés aparecía.
Quizá
ha pasado la mitad de este tiempo, unos quince años, que no he
vuelto a escuchar el álbum entero ni sus canciones, aunque me lo sé
de memoria: el subidón de sus tres primeros temas y la belleza
incandescente de sus demás piezas, como In God's country o One tree
hill. U2, entonces aún no en su apogeo popular y lejos aún de ser
un grupo multimillonario, volvieron a grabar discos muy buenos,
buenos y decepcionantes, pero nunca uno tan glorioso y emotivo como
The Joshua Tree. Desde hace 30 años he escuchado miles de discos de
estilos, corrientes e inclinaciones diferentes, música que amo con
locura. Aquel disco único de U2 sobrevivirá todo, porque de algún
modo aquel disco soy yo.
lunes, marzo 06, 2017
SOUNDTRACK 198: RAY DONOVAN (I)
En
tiempos de alta oferta de series conviene escoger bien cuando el
tiempo no es suficiente. Si fallas, la paciencia concede pocas
oportunidades, apagas y
pruebas de nuevo; si
aciertas, te regodeas en la celebración de haber elegido una serie
que te agarra, de querer
seguir unas vidas con las que sufres por
que deseas
que sus asuntos se
tuerzan o que se arreglen cuanto más se complican, con los
desenlaces en vilo hasta el siguiente capítulo. Ray Donovan me ha
dado esto en su primera temporada. Al
menos hay otras tres.
La
familia. Sus lazos inquebrantables,
sus tradiciones resistentes,
sus miseras calladas.
Ray Donovan (un
eficiente Liev Schreiber) arregla
asuntos, pero su propia
vida y la de su familia no sabe cómo arreglarlas.
Limpia el trabajo sucio
de ciertas celebridades, no importa el método. Vive
de punta madre en un elitista barrio de Los Angeles, es el aparente
triunfador de una familia irlandesa donde a los demás no les ha ido
tan bien: atrás queda
un suicidio, un hermano alcohólico del que abusaron y un buen hombre
que se las apaña para dirigir un gimnasio y enseñar a boxear.
Y el padre (excelente
y repulsivo Jon
Voight), que tras largo tiempo a la sombra salda cuentas pendientes
con una bala en la cabeza y reaparece en la vida de sus hijos para
desarmar lo que habían
estabilizado. El
reencuentro destapa odios, mentiras,
traiciones y actos violentos. La familia no es un hogar seguro y las
líneas que separan el bien y el mal carecen de ética.
Espero
continuar.
sábado, marzo 04, 2017
LIVE IN 198: BRUCE EN SUS PALABRAS
Los
fans (seguro que una parte bien grande) nos dejaremos seducir una vez
más por algo que Bruce Springsteen nos quiera contar. Como algo más
que su vida. Sí, algo más que unos cuantos recuerdos de la infancia
y la juventud, la familia y los amigos, que consigan hacernos saber
(o creer) cómo sentía el chico, qué inquietudes tenía y a qué
preocupaciones se enfrentaba. O cómo comenzó a tocar la guitarra y
a componer canciones en un pueblo de New Jersey que no ofrecía
demasiadas salidas. Y tocó en sus primeras bandas y creó la suya
propia. Y grabó un disco y alcanzó el éxito. Y ese éxito fue cada
vez mayor y le convirtió en un músico muy famoso, muy rico y muy
querido. Eso está en las memorias del Boss, Born to run, que comenzó
a escribir hace siete años. Eso y bastante más. Bastante más que
se disfruta. Si eres fan, desde luego, y si no, también.
Porque
Bruce escribe de puño y letra, y se nota. Con
un discurso cercano y emocionante con el que se abre y se recrea en
intimidades personales (su distante y compleja relación con su
padre, sus episodios depresivos o con tendencia al aislamiento, su
cotidiana relación con su mujer y sus hijos) y profesionales (la
relación con sus músicos a lo largo de los años, la razón por la
que escribir canciones y cómo y con quién grabarlas, las
sensaciones sobre un escenario y con su público o lejos de ellos).
Su vida no tiene episodios truculentos ni sórdidos que despiertan el
morbo y la leyenda de las que se alimenta el rock and roll. ¿Para
qué? Bruce (siempre me dio esa impresión) es un tipo tirando a
normal con el don de transmitir la magia verdadera de las cuestiones
más convencionales a través de la música y empatizar con el
público como si fuera el más querido de los amigos, el
que nunca va a fallar.
Durante
mi lectura de sus memorias, he recuperado algunos discos de
Springsteen: unos nunca
perderán esa magia emocional (los tres primeros, Nebraska, Tunnel of
love, The rising, The Seeger Sessions) y otros resisten peor los años
cumplidos. Su obra, en la que nada desmerece, no es perfecta, pero no
es necesario que lo
sea. Ahí delante, en
vivo, sudoroso y visceral, el Jefe no tiene ni tendrá nunca rival.
Eso,
a los fans, no nos lo quitará nada.
jueves, marzo 02, 2017
VOLUME ONE 430: THE ORDER OF TIME (VALERIE JUNE)
Música
con mayúscula y sin apellidos, sin etiquetas colgadas del tobillo o
del mástil de una guitarra. No hay atrás adonde mirar ni presente
del que renegar. Me gusta últimamente sumergirme en mareas
tranquilas movidas por sonidos donde confluyen esencias flotantes,
con finura en la ejecución y emoción explosiva envasada en elegante
interpretación. Estas sensaciones me las proporciona por ejemplo
Valerie June en su segundo álbum, The order of time (Concord
Records, 2017). Cuatro años atrás entregaba esta mujer de
espectaculares cabellos y aniñada voz expansiva un magnífico debut,
Pushin' against a stone, trabajo que perdura en la memoria interior
de su sucesor y que se enriquece con una propuesta climática en la
que se entrelazan el folk, el blues y el soul, con un poco de la
tradición de los Apalaches… Oh, perdón, olvidemos la
catalogación. Discazo. Discazo hermoso. De los que levantan el ánimo
mientras te envuelves en ellos. En los murmullos cálidos de Valerie
cuando se suelta (Shakedown, Got soul) o se recoge (The front door,
Astral plane). Mmmmmmm.
Nota:
9/10
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