Los
fans (seguro que una parte bien grande) nos dejaremos seducir una vez
más por algo que Bruce Springsteen nos quiera contar. Como algo más
que su vida. Sí, algo más que unos cuantos recuerdos de la infancia
y la juventud, la familia y los amigos, que consigan hacernos saber
(o creer) cómo sentía el chico, qué inquietudes tenía y a qué
preocupaciones se enfrentaba. O cómo comenzó a tocar la guitarra y
a componer canciones en un pueblo de New Jersey que no ofrecía
demasiadas salidas. Y tocó en sus primeras bandas y creó la suya
propia. Y grabó un disco y alcanzó el éxito. Y ese éxito fue cada
vez mayor y le convirtió en un músico muy famoso, muy rico y muy
querido. Eso está en las memorias del Boss, Born to run, que comenzó
a escribir hace siete años. Eso y bastante más. Bastante más que
se disfruta. Si eres fan, desde luego, y si no, también.
Porque
Bruce escribe de puño y letra, y se nota. Con
un discurso cercano y emocionante con el que se abre y se recrea en
intimidades personales (su distante y compleja relación con su
padre, sus episodios depresivos o con tendencia al aislamiento, su
cotidiana relación con su mujer y sus hijos) y profesionales (la
relación con sus músicos a lo largo de los años, la razón por la
que escribir canciones y cómo y con quién grabarlas, las
sensaciones sobre un escenario y con su público o lejos de ellos).
Su vida no tiene episodios truculentos ni sórdidos que despiertan el
morbo y la leyenda de las que se alimenta el rock and roll. ¿Para
qué? Bruce (siempre me dio esa impresión) es un tipo tirando a
normal con el don de transmitir la magia verdadera de las cuestiones
más convencionales a través de la música y empatizar con el
público como si fuera el más querido de los amigos, el
que nunca va a fallar.
Durante
mi lectura de sus memorias, he recuperado algunos discos de
Springsteen: unos nunca
perderán esa magia emocional (los tres primeros, Nebraska, Tunnel of
love, The rising, The Seeger Sessions) y otros resisten peor los años
cumplidos. Su obra, en la que nada desmerece, no es perfecta, pero no
es necesario que lo
sea. Ahí delante, en
vivo, sudoroso y visceral, el Jefe no tiene ni tendrá nunca rival.
Eso,
a los fans, no nos lo quitará nada.
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