viernes, marzo 17, 2017

VOLUME ONE 432: DORADO (SON OF THE VELVET RAT)

¿Qué nos sugiere esta imagen si es la escogida para la portada de un disco? ¿Qué música diríamos que guarda? Nos sentimos tantas veces atraídos por las cubiertas de un álbum creyendo encontrar tras ellas inspiradoras esencias musicales… Un desierto como este, carbonizado en blanco y negro con el cielo tormentoso, augura quizá la sobriedad afilada que sonorizaba el film Paris, Texas, quizá música árida y voces ajadas, o puede que un revitalizado brebaje de stoner rock. No es el caso. Esta imagen que parece tomada en el parque nacional de Joshua Tree o en cualquier otra desértica zona norteamericana presenta el disco Dorado (Fluff & Gravy, 2017), de Son of the Velvet Rat.
Uno llega a músicos o bandas de las que no ha oído nada por casualidades o por conexiones. Te enteras de que un productor que te gusta mucho le pone las manos al trabajo de un grupo desconocido y el interés que antes era inexistente ahora es altísimo. Son of the Velvet Rat es ADN europeo con transfusión de sangre americana, al menos cuando escuchas Dorado. Es el sexto trabajo del matrimonio que forman los austríacos Georg Altzieber y Heike Binder, instalados desde hace tres años precisamente en Joshua Tree. Canta él con la guitarra encima, ella agarra el acordeón y toca el órgano. En Dorado también hay voces de Victoria Williams. Bajo la supervisión de Joe Henry, su música, misteriosa y turbadora, con atisbos de animosos resplandores entre perezosa oscuridad, parece propagarse como el eco en capas cálidas. Leo semejanzas con alguna etapa de las carreras de Dylan, Cave y Waits; yo no las advierto, sino banda sonora para la soledad, el desierto y la extrañeza.
 
Nota: 7,5/10

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