Me alivia comprobar que la
reacción es la misma, que no hemos cambiado, y que el tiempo no es capaz de
marchitar ni destruir la expectación que nos crea un concierto llamado a ser
memorable minutos antes de que arranque. Llevas de pie un buen rato, en la
segunda fila, sabes que van a tardar un rato aún pero estás deseando que salgan
ya y se pongan a tocar. Cuando se dirigen a sus instrumentos y micrófonos les
gritas desde abajo, te saludan, aplaudes y ellos le meten caña. Ya lo sabías
pero te regodeas en tu certeza: The Black Crowes son una banda soberbia.
De vuelta en Londres. El HMV Forum
de Kentish Town se parece bastante al O2 Shepherd’s Bush Empire. Así que estás
como en casa. Y vuelven los cuervos, con el pelo algo más ralo y luciendo
algunas canas. Pero aún unos chavales sobre el escenario con sus vaqueros
gastados. Jackie Greene releva a Luther Dickinson, y se porta muy bien el
chaval. Esta vez faltan las chicas de los coros. Jealous again para abrir boca
y Jackie que se destapa, sobresaliente. La harmónica cabalgante de Hotel
Illness entra en cuarto lugar. No tarda Wiser time, Thorn in my pride aún se hace
esperar… ambas son herederas del Free bird de los Skynyrd, alargadas hasta el éxtasis,
vibrantes, los pelos de punta. Remedy… qué decir joder… que Chris se deja la
garganta y tú brincas colocado entre la gente. Hard to handle y Hush hermanadas
magistralmente antes del bis. Versiones de Traffic y Little Feat para cerrar. Todo
glorioso. Esto es rock and roll en carne viva. Benditos cuervos.
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