martes, marzo 12, 2013

TRES DISCOS


Hace tiempo compraba al menos un disco a la semana, a veces alguno más. Con toda la calma del mundo le dedicaba una hora de concentrada escucha que ahora se resiste a presentárseme. Ahora son contados los discos que me llevo a casa al mes pasando por caja. Conservo al menos el gusto esporádico de buscar en las estanterías de las tiendas y hacer precisas selecciones sin renunciar, por supuesto, al placer de tener música al precio más barato. Solo cuando viajo entonces lleno la bolsa de golpe, si es posible con álbumes que por aquí no sea fácil tener al alcance. Me alegra saber al menos que mañana tres personas de una misma planta, de la misma oficina, casi de la misma mesa de trabajo, van a dejarse sus 15 o 16 euros en un disco nuevo en el mercado. Porque no es un disco cualquiera. Lo van a palpar con mimo, navegar por sus imágenes, detenerse en sus palabras, recrearse en su diseño y perderse en su música. Yo por lo menos. Alguna rutina perdida se transforma mucho más tarde, como si fuera un sueño, en un hecho milagroso.

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