miércoles, junio 11, 2008

BONUS TRACK 46: THE UNFORGETTABLE FIRE (U2)

Brian Eno se ha metido en un estudio de grabación con Coldplay para producir el cuarto disco del grupo inglés. Hace dos décadas y media se dejó convencer por otra joven banda irlandesa, U2, para que produjera su cuarto disco de estudio. Prosiguen las comparaciones. Pero comparaciones y alusiones a la formación más nueva aparte, me propuse quitarle el plástico a The unforgettable fire (1985), uno de aquellos discos de U2 que me sabía de memoria de tanto hacerlos rodar en el plato cuando era un crío que se acercaba a la adolescencia. ¿Por qué Eno?

Cuentan los miembros de U2 en los recuerdos de su autobiografía en primera persona que tras el éxito que les supuso el álbum War y su posterior gira americana buscaban un sonido nuevo, no querían limitarse a canciones de simples acordes y se habían cansado de que siguieran comparándolos (¡qué gracia!) con otros grupos británicos. Les recomendaron a Eno, quien tenía entonces unas inclinaciones artísticas alejadas de la música y más centradas en el vídeo. Bono se encargó de insistir en hacerle cambiar de parecer. El vanguardista músico y productor accedió de todas formas a reunirse con el grupo en Dublín, aunque se hizo acompañar por uno de sus ingenieros, Daniel Lanois, para que en principio se encargara de la producción. El encuentro desembocó en un acuerdo para que Eno y Lanois guiasen mano a mano la producción. A ambos les persuadió además que el grupo decidiese llevar a cabo la grabación en el castillo de Slane y no en un estudio convencional, donde entre músicos y productores obtuvieron una acústica muy diferente a la de los discos anteriores. La asociación fue un éxito y Eno, Lanois y U2 han trabajado juntos, aunque no siempre, hasta nuestros días, incluso en el próximo disco que la banda pretende lanzar a finales de año.

Para mí The unforgettable fire marca el primer gran salto en la trayectoria de U2, más que el que estableció antes también el rocoso y atrevido War. Las tendencias ambientales de Eno se dejan notar en casi todos los cortes (salvo en el más comercial Pride) con el efecto de sus exploraciones instrumentales y sus malabarismos al frente de las máquinas. Las guitarras de The Edge expulsan aquí sus afilados sonidos (Pride), sus cabalgantes temblores (Indian summer sky), sus llorosas notas sostenidas (Bad); traspiran un clima que nunca han perdido y que Lanois se encargó entonces de prefijar como sello de identidad. Dos décadas y media después Brian Eno sigue siendo un gran prestidigitador de ambientes.

Una vez más escucho este disco mientras escribo estas líneas y en joyas de menor calado como Wire, Promenade o Elvis Presley in America me doy cuenta de que, ¡me cago en la hostia, qué bueno es!

1 comentario:

Anónimo dijo...

R.D.R. ¡estás fuera de ti!
¡Qué forma de terminar un post!
jejeje