viernes, abril 20, 2007

JAM SESSION (I)

Mi viejo amigo y yo aprovechamos cualquier momento para jugar con nuestra memoria e imaginación. Si él quiere informarme de la última película que ha comprado me va dando pistas más o menos complicadas y me permite hacerle ciertas preguntas hasta que consigo adivinarla. Cuando él se entera antes que yo de un actor o actriz que va a participar en una película de interés, repetimos el mismo juego. Si conocemos a alguien, a una chica en concreto, que consigue que hablemos de ella sin estar presente, le buscamos un parecido físico muy cercano con alguna actriz de esas que nunca llegaremos a conocer.

Hombros frágiles y brazos llanos pintados de color café y sabor a salitre y fresa. El cuello virgen donde el sol quiere hundirse. La nuca libre y blanca que el cabello recogido no se atreve a despertar. El talle firme y ágil de una escultura lisa por donde resbalan los deseos. Un océano en los ojos. Agua en el desierto cuando florece la emoción de una sonrisa. Ojalá hablase con las palabras de Nabokov para describir las líneas de un perfil, la inclinación de la cabeza, un dedo chupado, los bordes de una rodilla, las palmas de las manos juntas que acompañan una canción, el nacimiento indiscreto de los pechos…

Mirar es el premio más saludable y también el más incompleto, agita la intuición haciéndonos creer que donde vemos un mar de luz puede esconderse un río de sombras. Cuando la mirada se convierte en deseo somos tan dichosos como imbéciles, sin saber distinguir entre la forma y el estilo, o nos guardamos delante sin más respuesta que el silencio o jugamos a ser actores en un escenario sin público. El que calla pierde el tren, se conforma con seguir caminando, mirando, imaginando todo lo que de ella espera sin saber si será cierto. Un premio menor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un post precioso señor Rubén Darío.
Imposible añadir nada...ni quitar, por supuesto.

Un saludo

el dijo...

Como sigas así te vas a terminar convirtiendo en la mejor pluma de la red. Realmente inigualable.

Saludos desde el elevador.

Anónimo dijo...

Premonitorias palabras: el sábado te eché de menos cuando nuestra Scarlett hizo su aparición en el lugar y a la hora más insospechadas...
Bienvenido, Vladimir.