Escuchado este disco veinte años después… uffff… no es gran cosa, la verdad. En vista del éxito que el actor disfrutaba en aquel momento con la serie televisiva Luz de luna, un año antes de defender la primera ‘jungla de cristal’ y dado que el chico había tenido sus pinitos como armonicista y cantante en algunas formaciones de rhythm and blues, la Motown le produjo y grabó a través de un sello filial su primer disco como cantante. Willis es el tal Bruno, como reflejó ese mismo año en un documental con actuaciones musicales y numerosas estrellas de la canción invitadas, un ficticio solista de R&B que en los años ochenta mantiene despierto su gusto por el soul.
Digamos que cantando se defiende, sin grandes alardes. El tono de su voz es bajo, tiene un aire fanfarrón y no pierde la sonrisa ni cierta picardía en el fraseo. La música, más que resultona es desfasada hoy en día, la envuelve una producción demasiado metálica, con instrumentos de viento rimbombantes y guitarras débiles. Casi todos los temas son versiones de soul plastificadas y hasta una broma parodia la sintonía de John Barry para la saga James Bond (Super agent man/James Bond is back). Escuchado ahora, el debut musical de Bruce Willis produce la misma sensación de distanciamiento temporal que aquellas canciones de la misma época de Cindy Lauper, aunque no se le parezca en nada. Todo actor tiene derecho a unas cuantas frivolidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario