lunes, abril 23, 2007

LIVE IN 37: ROGER WATERS (BARCELONA, 21-04-07)

La temporada 2007 de grandes conciertos en unión y comunión con el mítico Pepe Guns tuvo su punto de partida en Barcelona, ciudad a la que nos arrastró el líder y fundador de Pink Floyd, Roger Waters, en un sábado lleno de incertidumbres y generosos gastos en tiendas de discos.

Dentro de muchos años, cuando echemos la vista atrás y pongamos a prueba los recuerdos musicales, apartaremos unos pocos momentos selectos que nunca querremos cambiar, a lo mejor sin que pertenezcan al mejor concierto al que hayamos asistido en nuestra vida. Y en mi apartado de favoritos estará seguramente al frente la interpretación que Waters y sus músicos actuales hicieron del tema Another brick in the wall en el Palau Sant Jordi. La canción estelar de The Wall simplemente me tragó, penetró en mis huesos, erizó todos los pelos de mi cuerpo e hizo que me sintiera un ser terriblemente afortunado. Aquí estoy, en medio de todo esto, me dije. Vivo.

Roger Waters y su magnífica, impecable, formación de septeto completado por un trío de calurosas coristas negras, se dedicaron durante casi tres horas a servir un espectáculo audiovisual grandilocuente y fastuoso, pivotado sobre la obra magna The dark side of the moon (1973) y aún más reforzado por los clásicos inmortales de Pink Floyd y otras composiciones del autor. Para ponerle decoración a todo ello, el Palau brindó su fenomenal acústica y un público cuyo entusiasmo creció a medida que avanzaba el set list. Fuegos y humo, explosiones, bombas y helicópteros, voces distorsionadas y risas escándalosas, un astronauta flotante, imágenes en 3D proyectadas en una pantalla gigante, viñetas de cómic, planos fijos, collages psicodélicos, juegos visuales, un láser con el rayo arco iris de la portada del álbum central recorriendo el graderío y un cerdo volador –que no faltase– llenaron el recinto y una noche para dejarse hipnotizar.

In the flesh y Mother abrieron puntuales el festín con descarga de efectos de luz y contundencia sonora. Shine on your crazy diamond provocó los primeros abrazos entre fanáticos, Have a cigar humeó una frenética adicción visual, Wish you were here acompañó imágenes añoradas de Syd Barrett y Leaving Beirut destacó como himno novedoso y emotivo entre el repertorio adicional de Waters fuera de Pink Floyd. Un descanso precedió al Dark side… entero de cabo a rabo, con Time y Money como cimas memorables introducidas por sus relojes y cajas registradoras. Todo eso que parece tan arduo, difícil y matemático de almacenar en la grabación de ese disco lo estaban calcando paso a paso Waters y sus artesanos sobre un gran escenario.

Pero el concierto no estaba completo aunque el grupo se despidiese en línea al frente de las tablas. Las luces aún no se encendieron y las hélices dieron entrada a The happiest days of our lives como entremés para ese Another brick on the wall y su estribillo de atronadoras voces infantiles que nunca olvidaré. Comfortably numb, otro himno de Waters y el ausente Gilmour con sus solos majestuosos besándonos los oídos cerraron una noche más para guardar en nuestro baúl de conciertos únicos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder,que envidia,pffffffff,dios mio.cuando el domingo vi la llamada perdida que me hiciste me imaginé donde estabas con pepeguns.

Anónimo dijo...

yo pude disfrutar de ese "Another brick on the wall", via telefónica de MR tribecasessions casi por entero... y si me pareció fatástica así, no me imagino allí
saludos a los dos del concierto y al gran gatusso........

Tenoch Iturbide dijo...

Y mas lindo de todo, es que siempre Waters,cada que tiene estos toquines;anda recordando a Syd Barrett.