miércoles, abril 25, 2007

VOLUME ONE 64: WE’LL NEVER TURN BACK (MAVIS STAPLES)

No negaré que la música del pueblo, la que nace de sus gentes en las épocas de mayor dificultad y se convierte en un canto de protesta o libertad frente a la injusticia, puede llegar a lo más profundo de las entrañas de los oyentes. Dependerá de la emoción del que canta y de la voluntad del que escucha. Ese origen popular y acento combativo sin más firma que la tradición transmitida por generaciones se halla en uno de los discos que más esperaba para este 2007, We’ll never turn back (Anti), de Mavis Staples.

La pequeña y rellena Mavis de la musical familia Staples resiste a sus 67 años con la misma gravedad vocal y fortaleza personal que otra gran artista del soul resucitada en el milenio, Bettye Lavette. Su noveno álbum en solitario recoge entre su docena de temas viejas plegarias y quejas que la población negra estadounidense gritó desde los años sesenta para combatir la segregación racial y defender los derechos civiles entre la intolerante y separatista mayoría blanca del país. Otros cortes proceden de autores negros de blues y casi todos han sido arreglados y se les ha añadido letra por parte de la propia Mavis y el productor ideal para semejante empresa, el gran (aquí, muy grande) Ry Cooder, coautor real de este humano y maravilloso disco.

Sí, la música de este legado crudo y poderoso, fluye desde el pueblo castigado sin fecha de caducidad, tiene su arraigo en tiempos más duros pero no pierde fuerza en los que corren, donde quienes desde lejos contemplamos el sufrimiento quizá no lleguemos a comprender plenamente la verdadera alma del mensaje.

Para transmitir ese sentimiento, Mavis, con su voz gastada pero su lamento aún rugiente, ha escogido a un perfecto arqueólogo de las raíces musicales, un Cooder en estado de gracia al mástil de todas las guitarras (puntillosas unas, vibrantes otras, deslizantes a veces, saltarinas cuando mejor vienen). Los coros de góspel y la percusión cambiante (otra alabanza para Joachim Cooder y el simpar Jim Keltner) barnizan cada tema dotándole de un ambiente propio por el que se intuye un campo de algodón, una marcha callejera y la unión de una raza, de un pueblo.

Nota: 9/10

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