Tanto tiempo... ¿para esto? No, no se trata de la ‘democracia china’ de los Guns ‘N’ Roses, aunque la reacción pueda ser la misma dentro un tiempo cada vez más improbable. Tanto tiempo, 24 años sin temas nuevos y disco de estudio… ¿para que los Who hayan grabado esto? Esto es Endless wire (Universal Republic, 2006), el disco que los dos supervivientes de la mítica banda inglesa, Pete Townshend y Roger Daltrey, acaban de publicar tras cuatro años de gestación, fermentado desde 2005 y al fin completado y rubricado a finales de 2006.
Ante un retorno como este cabe preguntarse de antemano qué aspira a encontrarse el oyente. ¿El disco definitivo de The Who?, ¿un muestrario más decente que los últimos trabajos previos de estudio, los de principios de los ochenta?, ¿un patinazo propio de músicos inadaptados a los tiempos que corren? ¿o un digno retorno? Desde luego, con más de medio siglo a cuestas en el cuerpo de sus líderes es poco probable firmar una obra cumbre y definitiva; tengo pobres referencias de aquellos trabajos (los Who nunca han estado entre mis favoritos), así que desconozco si el nuevo material es superior; no creo que Daltrey y Townshend sean unos inadaptados, simplemente han sido más que menos fieles a su música y estilo sin importarles si debían adecuarse o acercarse a un sonido más contemporáneo; el retorno no me parece digno, sino fútil, mediocre e insignificante (aunque tampoco tuviera importancia el regreso de los Rolling Stones el año pasado con A bigger bang, sí en cambio me parecía una creación mucho más brillante).
El bajista Pino Palladino (ocasional con Elton John, Clapton, Tears for Fears, David Gilmour y un largo etcétera), el batería Zak Starkey (actual miembro de Oasis) y un puñado de invitados acompañan a Daltrey y Townshend en Endless wire. Su primera escucha deja frío; de inmediato, la segunda permite encontrar algún que otro detalle que degustar con un poco más de satisfacción y la sensación alcanza una temperatura más templada, pero insuficiente si las perspectivas eran altas.
La guitarra de Townshend pierde su furia y la voz de Daltrey, su juventud. Unos teclados electrónicos casi idénticos a los de Baba O’Riley abren el álbum como esperanzador aperitivo en Fragments y el recorrido oscila a continuación entre lentos y olvidables cortes y canciones enchufadas de energía media (Mike Post Theme, It’s not enough). Apenas se intuye a Townshend haciendo el molino con el brazo. El disco entra a partir del décimo tema en una especie de pequeña ópera titulada Wire & Glass con breves cortes que prometen más que los nueve anteriores, pero que la banda desarrolla a la mitad en minuto y medio o dos minutos escasos, por lo que saben a bien poco. Endless wire, We got a hit o Mirror door elevan el estrellato de calidad que merece el disco aunque no evitan que el conjunto sea una decepción. No se han vuelto locos otra vez.
Nota: 5/10
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