martes, octubre 15, 2019

SOUNDTRACK 238: SENTIR EL CINE DE WOODY ALLEN

Día de lluvia en Nueva York. Sentir la humedad, las gotas que golpean el paraguas y se deslizan hacia las aceras. Y el olor intenso de la piel mojada que rozan los cabellos. Sentir también la fugacidad del tiempo, las flechas revoltosas del amor y la incerteza del destino.

Me gustan más otras películas de Woody Allen, tanto aquellas por las que han pasado décadas como las que aún tengo frescas en el recuerdo. Pero hay películas suyas que, aunque me presenten a personajes con los que no sintonizo, con los que poco o nada tengo en común, y situaciones que me resultan ajenas o lejanas, me atraen tanto que me invitan a atravesar el celuloide para habitar en ellas, como le ocurría a la espectadora desencantada con su vida en La rosa púrpura de El Cairo.

La sensación que me produce entrar en la sala para ver una película de Woody Allen, seguir la proyección y marcharme a casa pensando en su desenlace y sus numerosas ideas y reflexiones es incomparable; no me la proporciona la obra de ningún otro gran cineasta. Expectación, ilusión, esperanza, una fe auténtica en que la vida no es tan dura como parece... todo esto se conjuga. Día de lluvia... me lleva a un tiempo irreal, o suspendido entre el sueño y los deseos. Me anima también a que me caiga un chaparrón encima.

(Juicio al artista por sus obras, no por sus actos (¿probados?). ¿Hacía falta recordarlo?)

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