Una apática
falta de inquietudes musicales que a menudo me visita motiva adecuados cambios
de óptica con los que enfrentarse a antiguas propuestas que en su día no
obtuvieron aprobación. Entonces, sin saber muy bien a qué se deben nuevos
talantes y juicios diferentes, te preguntas qué falló entonces y dónde está el
truco ahora. A saber qué me atraía a mí en 1994 y qué despierta aún mi interés veinte
años más tarde. Cuando escuché Dummy por primera vez, el primer disco de
Portishead, pasó ante mí como un bólido veloz del que solo queda el vago polvo
de su estela. La segunda vez me perdí enseguida en el misterio brumoso de sus
canciones sin que me convenciesen los grandes halagos que merecía desde todas
partes un álbum capital en ese cruce de corrientes que mezcla el pop
alternativo, la electrónica y el trip hop. La tercera escucha debió ser la última,
mucho después, hoy, cuando debo reconocer que Dummy, con el fluido goteo de sus
atmósferas nocturnas, es un fascinante producto musical, el sello distintivo de
una banda poco prodigada a la que le sienta bien el culto.
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1 comentario:
Casi vergüenza me daba a mi decir que me gustaba esto en los tiempos de Alice in Chains y Soundgarden ... original, diferente y como dices, de culto porque a algunos eso les sienta bien. Saludos,
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