Algo se
resiste a morir de los Black Crowes tras el entierro de la banda. Son atisbos
de un tiempo abandonado, o perpetuos homenajes, o lazos que no se desatan, o
llamadas evocadoras al reencuentro… llamadlo como queráis. Más allá de las vías
que en grupo o en solitario recorren Chris y Rich Robinson, los Crowes sacan a
pasear su espíritu a poco que se junten dos o más de sus miembros relevantes.
Rich parece más inclinado a ello, ahora con The Magpie Salute. Bajo este nombre
reunió el año pasado a una formación de diez músicos que dio a luz un disco casi
lleno de versiones, entre ellas de los Crowes. En el grupo estaban el
guitarrista Marc Ford, el bajista Sven Pipien y el fallecido teclista Eddie
Harsh. Una serie de conciertos exitosos han mantenido encendido al grupo, que
ha grabado su primer álbum con material original.
En High water
I (Eagle Rock, 2018) siguen Ford y Pipien junto a Rich y quien canta es el
vocalista John Hogg. ¿Son los Black Crowes? No, las urracas no son los cuervos,
pero son de la misma especie. Dos o tres temas vuelan con las mismas alas que
se levantaban los primeros álbumes del grupo, el resto flirtea con solvencia y comedido
ímpetu hacia terrenos próximos a los que hoy navega, sobre olas psicodélicas,
la hermandad de Chris Robinson. High Water I se escucha bien. Es presente, no
pasado. No decepciona. No entusiasma.
Nota: 7/10
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