De tradiciones perdidas y valores rotos, de vidas humildes y ahogos cotidianos se alimenta la música de Ryan Culwell, uno de tantos narradores americanos aferrados a las raíces de su tierra. Lo descubro con The last American (Missing Piece, 2018), su segundo álbum, y al género americana le doy de nuevo otra oportunidad, la esperanza de que no me vuelva a conducir por relatos, paisajes y composiciones demasiado explotados. Esta vez me alegro, el hombre revela una naturaleza nada conformista. Culwell, curtido en cientos de trabajos para salir del paso y mantener a su familia de la forma más íntegra que pueda, habla en sus canciones de sueños desvanecidos y vidas estancadas en la grisura. Asentado en Nashville pero de genética texana, unas veces revive al Rodney Crowell de juventud, otras parece contemporáneo de Ryan Adams, con música que escarba en la esencia del folk rock sin despreciar filigranas sonoras más arriesgadas. Más que bien.
Nota: 7/10
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